Monterrey de mis amores
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Entre tanto ruido de máquinas, autos e imágenes de fábricas, Monterrey tiene su Macroplaza para deleite de los neoloneses y visitantes. Esta es una extensión de 400 000 metros cuadrados, siendo por su extensión la 5á más grande del mundo, diseñada para el esparcimiento, donde cuenta con amplios jardines, plantas de flores, esculturas artísticas, fuentes y espacio para eventos culturales.
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Es grande la Macroplaza. Y su ciudad, monterrey, mucho más grande con sus municipios conurbados, entre ellos Apodaca, Juárez, García, General Escobedo, Guadalupe, Santa Catarina, San Nicolás de los Garza, San Pedro Garza García
Además de los últimos municipios en incorporarse a la misma: Cadereyta Jiménez, El Carmen, Salinas Victoriay Santiago
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Yo hice este viaje de ida y vuelta, o de entrada por salida, para visitar a un amigo con serios problemas de salud. Y a quien mucho le agradecemos nos haya impulsado a la lectura y la reflexión, en aquellos años de "loca" juventud. Me hospedé en un hotel frente a la remodelada Central de autobuses, y el pasado sábado, que era mi regreso por la tarde, conocí el metro de superficie y el subterráneo. Y dediqué horas para recorrer parte del centro histórico y la Macroplaza.
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Comí en un restaurante de nombre Las monjitas. Un lugar sencillo, económico y con buena comida, al menos el caldo de res que comí, con sabor, carne suave, y acompañado con arroz y agua de jamaica. La mayoría del personal femenino andan vestidas de monjas, no pregunté si realmente lo son o andan disfrazadas. Y el decorado del lugar tiene cuadros de monjas y mosaico antiguo.
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Luego entré a Sanborns buscando el paquete de cinco libros de oferta (199 pesos) de Gabriel García Márquez sobre su obra periodística. Y no lo tienen. Yo sí los tengo en ediciones de editorial Era, creo, y en pdf, pero esa oferta me llama la atención. Y en algún momento hasta para regalar los libros. Tan económicos que están. En fin, solo el que es adicto a los libros me puede comprender. "¡Pero si ya los tienes!" "Sí, pero es distinto!"
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Saliendo de allí compré una bolsa de tunas verdes que contenía cinco. Cuatro dulces y una insípida. Las cuales comí sentado en una de las calles céntricas y peatonales, arrullado por jazz de saxofón tocado por un músico de calle. Una señora guapa intentó venderme una ficha de oferta de teléfonos de otra compañía. Con cien pesos podrá navegar sin límite, me dijo, la ví con atención, y por poco me convence. "No, gracias", le dije para sacarme de último momento. Mientras del sax salían notas de La vida en Rosa y Venecia sin ti.
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En la Macroplaza hay un majestuoso reloj romano antiguo. Un muchacho le dijo a otro como reto: "a ver si eres muy chingón ¿qué hora marca el reloj?" El otro miró discretamente la hora en su teléfono con el que le estaba tomando la foto al reloj, y miró con atención el mecanismo del susodicho y las sombras, y dijo seguro: las 4:20.
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Y hay esculturas bellas asimismo con deshechos. Un oso y una esfera con alambre de despercicio, y un elefante que "se columpiaba", hecho con juguetes inservibles. Realmente maravilloso. Y como todo turista término medio, me tomé la foto con las letras MTY que simplificadas dicen el nombre de la magna y regia ciudad.
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Para llegar al centro desde el hotel (o la central) era fácil tomar un taxi o caminar. Pero ya sabía que estaba el sistema de transporte metro, que lo veía pasar por la ventana. Así que caminé a la estación, que hay que subir muchos escalones, y llegué agitado a la parte de arriba. Cinco pesos el boleto, y preguntar "¿cuál debo tomar o hacia dónde para llegar al centro histórico?" Muy cordiales las respuestas. "Suba en este sentido. Y en la siguiente parada, que es la Cuitláhuac baja para transbordar el subterráneo. Y este le lleva hasta la estación Vicente Guerrero. Y allí baja.
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No olvido dos grandes esculturas. Una de ellas es la alusiva al regio trabajador, un hombre moviendo un gigantesco engrane. Y la de Júpiter que emerge de la lluvia rodeado de bellas y esculturales mujeres, así como de niños, con un mecanismo de fuente de agua, que con diversas medidas de presión hace parecer como si las esculturas tuvieran movimiento y provocaran esa fina agua al chocar con ellas.
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Y ya para salir rumbo al aeropuerto pedí un taxi de la plataforma Didi, que no fue tan económico como imaginaba, pero es seguro, rápido, autos nuevos o casi, y con chofer atento. Bryan, que tiene familiares en Matamoros, y en Brownsville.
*Me ayudas mucho si compartes este texto. Lo agradezco de antemano.
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