Apuntes sobre dos libros de Leila

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Me ayudo a escribir al escribir. Me digo todos los días: "Recuerda Antonio, que algunos despiertan en el hospital, sea como paciente o familiar de ellos. Otros se despiertan en la cárcel, culpables o inocentes. Y otros tenemos la dicha de despertarnos en casa, con salud y libertad". Y esto como lo tenemos, poco la valoramos ya, lo damos como tan natural. 

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Para otros les cambió la vida tan de repente, accidente o algo natural, de ayer a hoy. Y cuando despertaron hoy sábado quisieran que la vida fuera una cinta de película que se le pudiera regresar para manipular que no sucediera lo del accidente de él o de un familiar. Pero así van las cosas., combinación de circunstancias, cruce de elementos para un hecho. Pero de pronto alguien te avisa que una persona que conoces se suicidó. Y uy, entonces hablemos del libro De Leila Guerriero (Junin, Argentina, 1957).

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Por recomendación de un amigo periodista, leí un texto publicado en un suplemento cultural, y es un artículo integrado por fragmentos del libro "Zona de obras", sobre periodismo, precisamente de Leila Guerriero. Quien hizo la selección de dichos fragmentos, considera que son de interés para los lectores en general, asimismo para los maestros de español y para los periodistas (y aficionados o estudiantes de periodismo) en particular. Lo leí. Y luego me dispuse a buscar el libro para leerlo completo. El de periodismo se llama "Zona de obras" Y lo conseguí, además otro de la misma autora, la periodista argentina Leila Guerriero, el de "Los suicidas del fin del mundo." 

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Imagine usted la conmoción por el suicidio de la hija o hija del vecino. Y a la semana otro suicidio más. Y siendo un pueblo pequeño, a las dos semanas otro más. Así en un lapso variable en su periodicidad de un caso a otro, en diez años. Y entonces todas las familias se preocupan, se genera un duelo comunal. Y mucho miedo al ver a los jóvenes, hijos, sobrinos o conocidos. Ya cuando se escucha la sirena de una ambulancia, todos se preguntan y ahora quién fue. 

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Imagine ese pueblo, Las Heras, de Mendoza, en el que por la ubicación geográfica (la Patagonia argentina), combinación de ladera y montañas, en un extremo sur, el viento es parte determinante de ese lugar, de tal manera que andan sus habitantes con los labios resecos, las puertas y ventanas de las casas se mantienen cerradas. Descubierto el petróleo hace pocos años, llegan empresas y gentes de otros lados, se abren cantinas y prostíbulos. El embarazo de las muchachas se da entre 14 y 16 años. No hay más que secundaria para estudiar. No hay canchas deportivas, ni neverías, o parques para platicar (y ya dije del viento). Se van acumulando los sucidios de los jóvenes. De eso trata el libro "Los suicidas del fin del mundo", de Leila.

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De Leila Guerriero: "A veces hago listas: Ir a una fiesta no ayuda a escribir, pero levantarse al día siguiente a las tres de la tarde, comer un sándwich de jamón crudo y empezar la jornada cuando los demás la terminan ayuda a escribir. Hacer doscientos abdominales ayuda a escribir. Tener miedo no ayuda a escribir. Que haya viento no ayuda a escribir. Que no haya nadie en la casa ayuda a escribir. Leer a Idea Vilariño ayuda a escribir. Leer a Claudio Bertoni ayuda a escribir. Leer la introducción a Cantos de marineros en las pampas, de Fogwill, ayuda a escribir. Leer listas (“vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa”, listaba Borges en El Aleph) ayuda a escribir.Tener miedo no ayuda a escribir. Que haya viento no ayuda a escribir. Que no haya nadie en la casa ayuda a escribir..."

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El libro "Zona de obras" lo integran varias ponencias que la periodista escribió y leyó en Congresos de sus afines en varios países de Latinoamérica. Asimismo lo integran artículos relacionados con ese tema, el qué se escribe, el cómo se escribe, y para qué escriben los periodistas. Pero además lo hace con un estilo muy definido, y con una filigrana de palabras que van llevando de la mano al lector por los vericuetos de la construcción de los textos, así como si fueran ventanas para asomarse y ver la mente de quienes se dedican a ese oficio viejo del mundo. Algunos temas del indice son: "El arte de contar historias reales", "Leer para escribir", "Acerca de escribir", "Algunas mentiras del periodismo latinoamericano", "El periodismo cultural no existe", "Dónde estaba yo cuando escribí esto", atc. Y se refiere en todos ellos a los textos de no ficción, pero... con las herramientas de la literatura: suspenso, monólogos, narrador omnisciente y testigo, metáforas, reiteración, y más.

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 "Cuidar un jardín ayuda a escribir.Mirar por la ventana ayuda a escribir. Viajar a un sitio en el que no se ha estado antes ayuda a escribir. Conducir por la ruta un día de verano ayuda a escribir. Escuchar a Miguel Bosé, a veces, ayuda a escribir. Ducharse un día de semana a las cuatro de la tarde ayuda a escribir. Ir al cine un día de semana, a las dos de la tarde, ayuda a escribir. No tener nada que hacer no ayuda a escribir. Estar un poco infeliz, a veces, ayuda a escribir. Correr ayuda a escribir. Escuchar una —una— canción de Chavela Vargas puede ayudar a escribir..."

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"...Limpiar la casa ayuda a escribir. Preparar dulces ayuda a escribir. Que sea domingo —o feriado— no ayuda a escribir. Realizar tareas manuales —pintar, lijar, construir algo pequeño con clavos y madera— ayuda a escribir. Levantar un ruedo ayuda a escribir. Comprar una planta y cambiarla de maceta una tarde sin brisa ayuda a escribir. Mirar fotos viejas no ayuda a escribir, pero volver a la casa de la infancia ayuda a escribir. Leer este fragmento del escritor norteamericano Barry Hannah ayuda a escribir: “Yo venía de malgastar la mitad de mi vida inoculando poesía en mujeres no aptas para la poesía. Yo, que nunca amé salvo demasiado. Yo, que golpeé contra las paredes del tiempo y del espacio las horas suficientes, así que no tengo que mentir. Pero había algo en ella que hablaba de exactamente las cosas: de exactamente las cosas. Daba esperanza. Daba sudor helado. Era cruda como el amor. Cruda como el amor”. Leer la carta en la que el fotógrafo chileno Sergio Larraín le da a su sobrino consejos para tomar fotografías y en la que dice, entre otras cosas, “uno se demora mucho en ver” ayuda a escribir...

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"Viajar no siempre ayuda a escribir. Regresar no ayuda a escribir. Pero moverse ayuda a escribir. Mirar fotos de André Kertész ayuda a escribir. Mirar fotos de Alessandra Sanguinetti, en especial su trabajo llamado Las aventuras de Guille y Belinda y el enigmático significado de sus sueños, ayuda a escribir. La voz en off de Bruno Ganz, repitiendo “Cuando el niño era niño”, en la película Ángeles sobre Berlín (El cielo sobre Berlín), de Wim Wenders, ayuda a escribir. Escuchar canciones infantiles (de María Elena Walsh) ayuda a escribir. Pensar en otra cosa ayuda a escribir. Exagerar ayuda a escribir. No darle importancia ayuda a escribir. Escribir ayuda a escribir. Por lo demás, ya dijo Faulkner: 99 por ciento de talento, 99 por ciento de disciplina, 99 por ciento de trabajo.

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La lista de Leila de lo que ayuda a escribir y lo que a veces y no, es un planteamiento a modo de juego. Pero como en el juego de niños o grandes, es en serio y genera alegría además que da qué pensar. Cada quien puede hacer la lista personal. Si. Ya sé que es un abuso el citar completa esta lista de la periodista argentina. Pero quise en todo caso que disfrutara el texto con la lista completa. Y más que coordino un taller literario y anda uno desesperado por lograr motivar a los estudiantes para que escriban.




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