Lectores compulsivos

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Sabía que a semejanza de los Alcohólicos Anónimos (AA, y los Neuróticos Anónimos (AN), se habían creado Lectores Compulsivos y Anónimos (LCA). Cuando me lo dijeron, no lo creía. Así que investigué, me enteré de su ubicación y los días y hora que sesionan, y decidí a ir a una sesión de ese grupo, para que no me cuenten. Ya antes estuve llegando como cinco años a un AA. Y la verdad que ayudan mucho. Se hace conciencia sobre la importancia de dejar la bebida de alcohol sobre todo en el caso de quienes no lo pueden controlar. Yo por ejemplo tenía un amigo que me invitaba a tomar "una" cerveza. Y yo emocionado iba con él. Y la plática a todo dar, y luego cuando yo iba a pedir la segunda para los dos, él se levantaba y decía, ya no, yo solo te dije que te invitaba una. "Pues yo invito la otra", repelaba yo. "No, es que solo me tomo una". 

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Y así que cuando este amigo me invitaba a la semana otra vez a tomarnos una, le decía yo que no, porque él se iba a y me dejaba. Y yo me tomaba unas tres o cuatro. Así que mejor no. El caso es que unos cinco años llegué a AA, y cada quien pasa a platicar sobre sus experiencias, como una especie de catarsis, que ayuda como una terapia de grupo. All´aprendí que solo se vive una vez. Que la primera cerveza es la que emborracha, porque la persona que toma se sigue. Que hay personas que pueden disfrutar del alcohol, los que como mi amigo se toman una o dos. Y ya. Y que uno debe de dejar de tomar por beneficio de uno mismo, no por los hijos, madre o esposa. El beneficio de ellos llega cuando el alcohólico deja de beber. Porque si se deja de beber por ellos, luego la madre se muere, los hijos se van y la esposa podría igual irse, y el que toma regresaría a lo mismo. En cambio si se deja de tomar por uno mismo, que es el prójimo más próximo, este sigue con uno hasta la muerte.

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Les decía que me enteré de que se había formado un grupo de Lectores Compulsivos y Anónimos (LCA).  Al que llegan presuntamente personas (mujeres, hombres, y LBGT) que compran, roban libros, y leen de manera frenética robándole horas al futbol, a la televisión y a los paseos en el parque, y que quieren dejar de leer para poder congeniar con sus congéneres que prefieren pasear por centros comerciales, comprar otras cosas, y en su casa mirar televisión sin más preocupaciones que comer y trabajar. Y me decidí ir uno d estos días de lluvia. Estaba leyendo un Paolo Cohelo y aproveché que era de él, y me acordé de ir. Los jueves. 7 pm. (hoy toca para la segunda sesión mía). La dirección no la escribo porque es anónima. Como se dice: solo inbox.

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La vez anterior que llegué, casi me hicieron fiesta. Me dieron la bienvenida de manera apoteósica. Y me regalaron un libro sobre la historia de estos grupos en diversos países, sus fundadores, los objetivos del grupo, algo así como la misión y visión. Luego explicaron (esto por los nuevos asistentes, entre ellos yo y una chica guapa y de sonrisa  de oreja a oreja) sobre la metodología FODA, que son las fortalezas, las oportunidades, las debilidades y las oportunidades. Algo así. Eso ya lo había escuchado yo en función de las escuelas. Y que se puede aplicar en la vida de uno mismo. Y luego no sé si era el coordinador nos dio una plática de bienvenida. Y luego poco a poco fueron pasando uno y uno de los asistentes de más tiempo para explicar sus experiencias como lectores. Y en ellos me veía reflejado a mí mismo.

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En una de esas me decidí a pedir permiso para grabar las intervenciones, les dije, con fines periodístico culturales, sin anotar nombres, ni decir quiénes asisten y mucho menos publicar la dirección, para evitar curiosos, o furibundos y frenéticos que quieran dañar estas instalaciones por no estar de acuerdo con los métodos, principios y objetivos de dejar de leer y evitar las compras compulsivas.

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Luego de unas discusiones, propias de ese tipo de grupos, que duran varios minutos, por fin aprobaron que grabara las intervenciones, con la recomendación que corrigiera algunas repeticiones, y redundancias, muletillas, palabras altisonantes y que de ser posible distorsionara la voz de los participantes. Bajo esas estrictas recomendaciones a continuación reproduzco fragmentos de esas participaciones, por lo general elocuentes.

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Nombre ficticio Genaro: "Yo caí en el vicio de leer desde niño, desde que aprendí a leer y a escribir en la primaria. Tan pronto me llevaba mi mami de  la mano, y yo miraba los letreros, los anuncios publicitarios, lo escrito en las paredes, y nombres de las calles. "Se prohibe pasar", "cuidado con el perro"; "Coca Cola,: La chispa de la vida"; "Compre a tres, seis, doce, dieciocho meses sin intereses"; Viaje ahora, pague después"; "La solución somos todos", "Todo con el pueblo", "Renovación moral de la sociedad", "Se prohibe prohibir", "Pinche gobierno, abajo", "Hagamos el amor, no la guerra", "Laura, te amo". Perdón que me extienda, pero es verdad, que todo lo leía, hasta mi madre se alegra al verme que ya sabía leer, y era como una práctica... 

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Luego ya en la casa, a la hora de comer, mi madre adrede hacía sopa de letras, allí me tenía formando palabras. Y leía en el envase lo de Coca Cola, la chispa de la vida, marca registrada. Y los lunes cuando cantábamos el Himno Nacional, yo lo repetía igual, pero había palabras que no conocía, como: guerra, acero, aprestad, cañón, extraño, enemigo, ciña, patria, sienes, oliva, altar, arcángel, divino, cielo, destino, etc. Y le preguntaba a mis maestros, y estos siempre me decían: búscalas en el diccionario, y allí me tienes, busque y busque. Y mis amigos se burlaban de mí, me decían el sabelotodo, y yo pues me deprimía. Luego los maestros me escogían para decir discursos -que ellos escribían. en los eventos, o para aprenderme un poema y declamarlo. la verdad que todo eso me abrumaba, pero no se los decía. Yo en el recreo miraba a los demás compañeros jugando al futbol, a las cebollitas con las compañeras, y yo solo me que quedaba viendo porque nadie me invitaba. Y todo a causa de las lecturas.

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Y así fui creciendo. Me aprendí la tabla de los elementos químicos, que eran 103: Hidrógeno, helio, litio, berilio, boro, carbono, etc. Los decía como cantadito, y los maestros me decían muy bien. Y más coraje me agarraban los compañeros. Aunque me daba cuenta que las compañeras sí me buscaban para preguntarme si yo sabía esto y lo otro, que qué es la palabra sexo, beso, coño, hacer el amor, y cosas por el estilo, esto ya en sexto grado y más en la secundaria. Y se reían cuando yo les explicaba que el amor es una cosa esplendorosa (y ellas se reían al escuchar lo de cosa), y que el amor es bello, y que el amor no se puede hacer, que el amor nos hace, y que hay diferentes tipos de amores, el filial, el maternal, el a la naturaleza, etc. Y ellas "Noooo, eres un tonto, nos referimos a "hacer el amor, a juntar los sexos". Y se burlaban de mí. Pero no me dejaban de hablar y me invitaban del lonche que ellas llevaban: tortillas de harina con frijoles y machaca, o con chorizo.

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El caso es que ya de adolescente empecé a comprar libros, de manera desordenada. A veces era uno de mitos gires¡nos o tragedias. Eran baratos. pero a veces había otros que quería comprar y estaban muy caros. Entonces , lo confieso sinceramente, me los robaba, con complicidad de unos amigos, y luego hasta del mismo vendedor que se daba cuenta de mi compulsividad y pobreza, y no me decía nada, hasta que un dñia me dijo: "ya me di cuenta que te llevas libros sin pagar. No te preocupes, los lees y me los regresas". ¡Qué vergüenza y bochorno sentí, de tal manera que me juré por mi vida y la de mis enemigos no volver hacerlo, pero me busqué otra librería dónde hacer lo mismo..."  Así dijo Genaro, en estos fragmentos que transcribo de su participación del pasado jueves.



    



 

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