La importancia de no leer (apuntes)

Para no leer

1
Alerta. No lea el siguiente texto. Está escrito para que usted se reafirme en su actitud de no leer. Y si lo hace -leerlo- se está contradiciendo. Y si es lector, entonces corre el peligro de que le den ganas de formar parte de  un club de Lectores anónimos, que eso son los Clubes de lectura, donde se lee siempre para llegar a no leer y más se lee. Basta de oficios burocráticos para que leamos; de consejos de buen corazón y mejores intenciones; de manuales para leer que se pierden en el camino y reposan en la basura, en archivos muertos, o en un cajón de escritorio olvidado.  

2
¿Leer? Bien. ¿No leer? también. Abrigue, eso sí, su corazón y protéjase de desilusiones por amores malogrados. Aunque sí,  deje de vez en cuando -solo de vez en cuando- que Cupido pruebe puntería con usted, digo, al corazón de usted como blanco. Es emocionante, dicen. Y como no hay manuales para no leer, ni para amar, entonces hay que inventarlos. Digo, en la práctica se generan ideas. Mientras tanto siga leyendo este texto para que aprenda a mantenerse en lo de  no leer y las ventajas de no leer.

3
Siga las instrucciones. Es necesario ir paso a paso. Si no lo hace es probable que no lo logre y pierda su tiempo leyendo aunque sea a escondidas. Lo primero es recordar a los maestros que en la escuela primaria nos martirizaban diciéndonos la ventaja de ser lectores, lo cual se notaba que lo decían de dientes para afuera, porque nunca los vimos con un libro en la mano. Eran ellos nuestro ejemplo, como profesionistas, y lo habían logrado sin leer como hábito, Entonces, de que se puede, se puede tener un espacio laboral. Y si ellos promovían le lectura sin ganas, ni esfuerzo, era porque lo hacían obligados por los planes de estudio, lo cual nos transmitían lo contrario. Leer es malo para la salud, anda uno ojeroso y cansado, aunque a decir verdad, con ilusiones.

4
Los libros atraen polilla y termitas. Y eso es peligroso para la salud. Es necesario fumigar bien la casa para que no entren los libros, porque como consecuencia atraen a esos bichos organizados, insistentes y tercos. Más tardamos en ausentarnos quince días de la casa, cuando un ejército de esos animalejos bien organizados, y en posición militar y de combate, ya están rodeando el objetivo a atacar, y estos son los libros. Ergo, no libros, no termitas. Porque luego al acabar con los libros se van contra todo lo de madera que haya en la casa.

5
Si no tiene libros en casa, da confianza a las visitas que son felices no leyendo.. Así saben que están entre sus iguales. Se sienten a sus anchas ver en el centro la sala, y un televisor plano, en extremo delgado y una nitidez a prueba de opacidades. Qué brillantes colores. Que entretenido lo que se puede seleccionar. Una película por aquí. Otra por allá. De cualquier tema. Buenas son las comedias, las que hacen reír: Tres locos al ataque. Cuando te casas con un griego. Los tres chiflados. Algo así. Qué emoción. Y en Netflix se puede encontrar la de los multiasesinos en series de varios capítulos, mas el complemento culinario de las palomitas con o sin mantequilla.

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En cambio si tiene libros, las visitan se sientan, los miran de reojo, le dan sorbos a la limonada o té verde que les invitas. Vuelven a ver de reojo los libros. Y miran para su sorpresa algún título entretenido e intrigante, más bien preocupante: El libro negro, de Giovanni Papini; Cómo conseguir amigas; Dante en el infierno; entre otros títulos sugerentes. Y como saben que en algún momento empezará la plática de libros, la tele sigue apagada, no hay futbol ni nada parecido, entonces se empiezan a despedir a los diez minutos cuando mucho. En cambio si no hay libros se quedan más a gusto, y sale el cafecito, el vino tinto, los quesitos y las aceitunas. Y todo eso es caro.

7
Considerable es el ahorro por la no compra de libros. Cuando llegan las quincenas ya no andas desesperado por irte a una librería y gastarte unos buenos mil pesos en cuatro libros, o tres. Todo eso lo ahorras como ahorrar si no tomas cocacola y al mes ya tienes una buena cantidad y al año, una cantidad mayor, y al morirte ya tienes para tu entierro y todos los gastos de funeral. Y además mueres tranquilo sin la preocupación de ¿Y quién se quedará con mis libros? si nadie de mi familia, felices, ninguno lee, y lo más seguro que todos esos libros vayan al basurero o ser llevados al centro para regalárselos Rabelini, el viejo vendedor de libros viejos.

8
No leer te asegura un lugar en las pláticas en todos lados, donde se habla del clima, el futbol, lo caro que está todo, y los otros robaban más, y viste la "novela" de ayer, la de los coréanos, que todos ellos parecen igualitos, y qué malos los rusos invadieron a Ucrania, y qué buenos los americanos que los defienden, y cosas por el estilo. ¿Que mañana no va a haber clases? y esos maestros que casi no trabajan y cada vez que pueden suspenden clases. Sin leer encaja uno perfectamente en todos esos grupos de personas sonrientes y que no tienen preocupaciones de nada más que de lo caro que está todo, y esta vez sí nos inundamos, Dios quiera que no. Leer te hace entender por qué está caro todo, y te preocupas, aunque sabes que no puedes hacer nada. Leer te hace ver que ganas poco en tu salario, y que la empresa vende mucho, y no hay reparto de utilidades. Y entonces reclamas y te creas un conflicto. En tanto no leer, hasta te saludan con sonrisa los jefes. Y tú a cambio le lavas el carro y le boleas los zapatos. Aunque esto sea dicho metafóricamente. Leer te permite saber qué es una metáfora. Y no es necesario saberlo. 

9
Si por mí fuera no leyera. El estado mexicano y la sociedad en la que crecí hicieron todo lo posible para que yo no cayera en ese vicio de la lectura. No había dinero para comprar libros. Ni para comer casi había. Y mis maestros y maestras tampoco leían (es un decir, porque es obvio que algunos o algunas sí, sin duda). Pero en general los maestros no tienen el hábito de la lectura, y no es su culpa, además viven más tranquilos y felices, se nota en sus rostros. Solo que caí en el vicio de leer por tener amigos en la Escuela Normal que ya estaban hasta el fondo en ese vicio, y me daba cuenta que ellos sí tenían razón para reír, y su risa más genuina. Y los que no leen ríen sin razón. Y ahora para mí ya es tarde. Los libros primero me vaciaron los bolsillos (bueno, una parte), luego me sacaron de mi recámara, luego me sacaron de la sala hasta que mi familia me puso un ultimátum: "o los libros o nosotros". Y me he quedado sin familia a causa de los libros. Es horrible. Luego recapacité y logré poco a poco sacarlos de mi casa. Y tuve que rentar una casita a 30 kilometros de donde vivo, y cada semana voy a visitarlos, nostálgico, y echo a su alrededor insecticida o diesel, para evitar que las termitas ingresen y se los coman. Y todo eso no pasara si no leyera. 

10
Es verdad que a veces con un Kundera (La broma, Los amores ridículos, La insoportable levedad del ser, etc); por los años 80s me acostaba y lo terminaba de madrugada. Y así me iba al trabajo. Y leí sobre los horrores de una sociedad que así no quiero. Y me iba al trabajo preocupado, ojeroso, cansado. Eso sí, con los ojos más abiertos, con la mente más despierta.  Y miraba a los amigos, compañeros del trabajo, sin esas expresiones de cansancio, riendo con la cara muy expresiva, contando chistes a todo pulmón, como si nada. Y llegaban las 12 del sábado, y era la hora del amigo, para las chelas. Y yo me iba con ellos. Y nunca, nunca se habló de un cuento, una novela, un poema. Y uno se va sintiendo más solo. ¿Leer? No no me arrepiento. Solo que son los gajes del oficio del ser lector: andar más solo, acompañado de uno mismo. 

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Te huyen los que no leen. Te tienen miedo y envidia. Te aislan  lo más que pueden. Hasta que ya no pueden. Las mujeres se intimidan, porque no tienen de qué hablarte. O cómo contestarte. De cien, noventa y cinco no querrán ni mucho menos acercarse. Yo me he dado cuenta de todo eso en mi trayecto. ¿Que si me arrepiento de ser lector? No, por supuesto. Aunque cuando miro a la mayoría en un punto medio, y aplaudiendo a ciegas, me dan ganas breves de sumarme a ellos. Quizá tan solo por la compañía.  Mas luego despierto del sueño de ser como ellos y despierto aterrorizado.

pd
Con ese título de No leer, me encontré el libro de Alejandro Zambra, escritor chileno. Y me dije: "ya la hice, con esto dejo de leer". Y para mi decepción lo leí completo, sin encontrar consejos para no leer, lo cual considero un verdadero fraude. Con sus artículos, que el libro es una recopilación de ellos, llegué sin querer a dos autores  Pedro Mairel ("Pornosonetos") y Pedro Lemebel (Adiós Mariquita linda). Y estoy leyendo esos libros. Así que si están tratando de dejar de leer o no iniciarse en la lectura, no lean el libro de Alejandro que se llama precisamente "No leer".

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