Cada uno tiene su historia personal. Muy particular y específica. Así que mientras yo me levanto y me pongo a escribir hoy sábado ante esta computadora, cada quien tiene su movimiento en las circunstancias por las que vive y a lo que se dedica. Y entre afanes por hacer, prisas, caminos y calles por recorrer, traslados a su centro de trabajo o escuela, en horarios diferentes, tráfico por superar, heme aquí yo, arrastrando el lápiz o tecleando algunas palabras. Otros a esta hora haciendo ejercicio, otros a sumar otro día buscando trabajo, y siendo como es, por los horarios distintos, otros van terminando su jornada, porque trabajan de noche, y se trasladan a sus casas, para descansar.

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En el caso de quienes vivimos en estos usos horarios de la tierra, está por iniciar la jornada del día, con su salida del sol, el alejamiento de la oscuridad, el ocultarse la luna -que por cierto, la de este mes es más hermosa-, los motores se encienden con su ruido habitual, el quitarse las lagañas y el amodorramiento con un baño. Solo que alguien ya no despertó, o lo enterraron ayer, o lo van a enterrar hoy. No estoy diciendo algo que usted no sabe. Solo que poco nos ponemos a pensar en ello. Y menos a escribir.

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Algunos despiertan en el hospital, sea como paciente o familiar de ellos. otros se despiertan en la cárcel, culpables o inocentes. Y otros tenemos la dicha de despertarnos con salud y libertad. Y esto como lo tenemos poco la valoramos ya, lo damos como tan natural. Para otros les cambió la vida tan de repente, accidente o algo natural, de ayer a hoy. Y cuando despertaron quisieran que la vida fuera una película que se le pudiera regresar para manipular que no sucediera lo del accidente.


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