Asombro

Es el asombro ahora por los días. Por la noche. Todo sucede en este lapso. De calor a frío. De lluvia a intenso sol. Y las palabras mientras tanto juegan a humedad, a eternidad. Ayer por ejemplo cada loco en el tema de su brillo por el interés. Y a empujones mientras tanto en la venta del fin del mundo lotes en la atmósfera baratos. Nos reímos por lo bajo mientras el disertador movía los músculos de la cara con gesticulaciones precisas. Recordé la oscuridad en esquinas placenteras. Susurros a la distancia. Di el céntimo que pedía. Y dijimos loco no tanto. Asombro por el vuelo nuevamente. El péndulo. Arrancamos máscaras. Era el sueño, por supuesto. El había una vez suena distinto. La búsqueda de saber el final del cuento. En el sueño el barullo que difumina percepciones. Tema para rato. Recordar a Delfos con su oráculo preciso. Yo jugaba el tema. No hay opciones en la vida. Es el camino que nos toca. Y quemaban incienso los vecinos. Hablé de Edipo. La gitana en el asombro: matará a su padre y cohabitará con su madre. Y la historia conocida de buscar derroteros distintos y al final el beso en el sueño. Solamente y lo preciso. Preguntas por qué sobre las estrellas de cine. Escribir no lleva nombre, ni ocurrencia de ajenos. Una botella de ajenjo. Y viene la risa, sonora. Es mañana nos atrae. El presente solo finge que propone dos caminos. Y es el que escogimos, el único posible. Dado en esta ciudad. En esta fecha precisa. Ah, decía del beso. Decía del sueño.

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