¨Para Ingrid Bergman

Los gatos, Ingrid. Son felinos. Solo que el tiempo nos acomoda ahora. Te escribí apenas ayer como respuesta a tu carta. El tiempo ha pasado. Y te recuerdo bien. "Gatos, no". Fue tu respuesta. Y bien mientras rondabas los escenarios. Caminamos entre sombras. Las tardes oscurecían muy temprano en la tarde. Y nos gustaba platicar de eventos, rutas, poesía y libros en general. Las palabras eran nuestro refugio, garantía de tener nuestro espacio libre. Nada sabíamos de ambos. Yo tejía mis sueños en los sueños mismos. Y una tarde de diciembre, exacto quizá el 10, dibujaba animales. Y una amiga me miraba de soslayo. Y se acerca. Una película, dice, Veremos, te invito. Y era Casablanca. Nos fuimos a la parte oscura. Y con palomitas a bordo del barco y un refresco de cola miramos la película. Tan pronto te vi, supe, de los sueños verdaderos. No era propio todo destacar sobre la historia. Solo supe del amor en la pantalla. Belleza del renacimiento. Manos suaves para la caricia. Y todo el mundo a tu paso volteaba a verte. Se traslucen sus sentimientos, decían. Así que luego de Casablanca. Mi afecto a Sam y Bogart. Esos truculentos de escena. Vitoreamos. Yo solo vi tu inmenso amor. Y la salida. No estaremos nunca, Ingrid. Te dije. Y guardaste silencio con las cartas en la mano. las no enviadas. Yo detuve mi camino. Y me puse a recorrer tiendas donde venden carteles de cine. Y te miro eterna con esa pose de mujer común, siendo la diva que siempre fuiste. (Borrador)

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