Para Natalie Wood
“No
me esperes”, me dijiste en sueños. Estabas en la ruta señalada por el destino. Natalie
bella. Olor de madera. Poética en tu canto. Esplendente y fulgurante. Permitidme
esta retórica corta sobre tu belleza. Rebelde con causa del amor. Dijiste, “mi
corazón es dable por cierto”. Y echaste el clavado a ese mar de máscaras
duales. Las luces estaban sintetizadas en tu mente. Lograbas artificial tus
sueños. Y al bajar sabías de la nueva sed de todo.
Natalie.
Donde estés. Te esperaré cuando te vayas. Y sabré de tus razones para las
nubes. De vuelo en vuelo. Mariposa atrapada en red de la araña. Y sí, al final
era lo que esperabas. Belleza esplendente.
Ángel
elevado al agua por el polvo. Gioconda
de los ángeles, aquí estamos ahora. En el sueño de la vida misma como sueño. Otro
sueño. Natalie.
Permite que hable Wordsworth: “Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello,
que me deslumbraba. Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la
hierba de la gloria en las flores, no hay que afligirse, porque la belleza
siempre subsiste en el recuerdo".
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