Para Marilyn Monroe

Yo hago la parte que me toca. Y todos hacemos la propia, Marilyn. Consentida y tan acompañada por tantos, mas en tu interior sola, inmensamente sola. En esa ruta del glamur a donde iba y venía tu templo que fue en síntesis tu cuerpo. Esa belleza sorprendente, en sus inicios,  sin ayuda del cosmético. Esa sensación de nube, de disponible el beso y la piel como imagen. Esa manera de enfrentar al mundo tan solo con el futuro polvo embellecido. En la jungla del asfalto, Marilyn, estaba tu cumbre y caída. Tu destino. Y allí te encaminaste, consciente. A diario compaginaste como Eva al desnudo, que es como realmente te querían las miradas. Y cruzaste cien mil veces la frontera de lo lícito, así como demostrarte lucidez en tu entrega a la lectura y a la literatura, que pocos de ti conocen. Eres bella porque eres de las pocas que pasaron en la vida sin tiempo. Yo te sueño y pido por ti mejores momentos quizá en otra vida. Para ti, aclaro. Las pantallas te muestran como eres. Y nunca habrá pantalla que refleje el infierno que viviste desde niña. El infierno que vivió tu madre. De la casa de abuelos al orfanatorio. Bienvenida seas a este club de Los Ángeles, California. De donde partiste para siempre. Estrella fugaz de la mirada y ensoñación. Musa de canciones y poemas. Diva perfecta. El ícono en que te convertiste, era al final tu destino. Era tu camino. Y un buen momento lo descubriste. Cuando te encontraron al final tú, la que fuiste, ya no eras. Reconocieron al polvo en que te convertirías, como todos al final de los finales. La vez que me llamaste, en sueños, Marilyn, perdón, mi teléfono estaba ocupado. La tercer llamada es, ya, Marilyn. te espero en la pantalla, en el set, en el escenario. Y no llegas a esta cita donde todos lo de tu club de fans, te quieren. Porque aún joven cumpliste otra cita. Como todos.

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