Don Juan

Don Juan
Vine a ver a Don Juan. Mi viejo. Somos el mismo. Pasado y futuro. El soy yo. Unos años después. Yo soy él. Unos años antes. Tiene el ánimo de la plática como siempre. Se ríe. No escucha. Tiene dañado al noventa por ciento su sentido del oído. Le hago señas. Y levanto la voz. Lo de avenita, le digo. Ríe. ¿¿Cuantos años tiene la muchacha? ¿15 o 16.?  Yo recorro el patio de la casa. Mi árbol viejo en una esquina. El huizache. El naranjero.  La guayaba. Y huelo el infantil aroma de la higuera. Don Juan me abraza y ríe. Mi muchacho, dice. Hacemos recuento de algunas historias. La vida se va, pero se vive, me dice. Nos abrazamos cada vez que queremos. Ya nadie me visita. Reclama amigable. Te esperé el domingo. No llegaste. No. No había llegado a la ciudad, justifico. Tomamos refresco de naranja agria. Le vi comer. Alegre por la visita del mismo que es en este juego de los tiempos.

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