Para Lauren Bacall

Lauren, Lauren, Lauren. Tu nombre evoca risas y nostalgia. Los recuerdos bien fincados en el sueño, de nuestras historias. En otras vidas anduvimos sonrientes y felices comiendo zarzamoras. Mas tu timidez ahora, cuando más se necesita la osadía, fue ayuda para tu triunfo. esa mirada de soslayo. Traslúcido tu corazón anhelante. Esas tardes en el parque con palabras interminables como cuentos de las mil y una noches. Te escribo ahora cuando menos te lo esperas. Y es desde el sueño donde te nombro y celebro los años fieles de tus andares. Discreta y amorosa. Sabías más del mundo, las calles y aceras, la vida de los gatos y los amaneceres. Las tardes en las heladerías fueron nuestras con lecturas de historias y poemas. Y nuestros sueños de futuro. Mas cuando la tarde cayó, fuiste a tu destino, que venía de pasarelas hacia set cinematográfico, a donde anidaste anécdotas y creaste escenas de estrella de verdad. Lauren, por donde andes, en esa gloria que a pulso alcanzaste,  recuerda la palabra que te dije una tarde de invierno abrazados: sed feliz es el destino de los hombres y mujeres libres. Y así fue el tuyo. En sueños vuelves muchacha de 18, tímida, bella. De radiante luz. Bienaventurada en tu larga y fructífera vida. Seremos polvo, a pesar de la perra fama, dijiste serena. Y fue tu vida final una mar en calma.

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