Para Vivien Leigh

Vivien, aquí. Transitando la memoria. Nuestra memoria. Aquellos años de sueños duraderos. De las palabras que rosaban eternidad mientras la pantalla era la misma siempre. Incluidas palomitas de maíz. Y la vida como en la caverna pasaba de espaldas a la luz, pero tú eras luz. Recuerdo la primera vez que te vi. Viví. Era el nuevo technicolor. Y allí tú en esas películas de cuando uno en la infancia buscaba asomarse atrás del vinil en la pared, para saber cómo era el mecanismo del movimiento. Y yo estiraba la mano para tocar tu rostro desde mi infancia. Belleza celestial, mágica. "Dulce y profesional", de ti decían tus compañeras. Y tu mundo azul continuaba en derroche de triunfos como consecuencia de tu dedicación, tu entrega. En mis sueños me dijiste: "el teatro, no el cine es mi vida". Y aún así conseguiste triunfar en películas para ejemplo de cuando Scarlet O´Hara en Lo que el viento se llevó. Y en efecto llevó tu nombre a los cuernos de la luna. Y te vi satelital y terrena. De pronto cambiabas de la sonrisa a la melancolía. Y eran enfrentamientos, sueños rotos, platos contra la pared. Y los vaivenes de la vida, y los descuidos te condujeron joven hacia tu muerte. El sueño final donde queda vanidad y orgullo. Aquí transito en la memoria. Mi padre me llevaba al cine Popular. Era a cielo abierto y bancas largas como de iglesia. Y estabas allí, Vivien, diva, estrella verdadera. Rompiste corazones como quebrar la copa del brindis en caída accidental. Mas tu belleza y talento quedan en el corazón de quienes acudimos al llamado del viento. Esos años. Cuando la felicidad era una hoja al caer; tomar las manos, un beso, solo. Nombres dentro de un corazón dibujado. O los copos de nieve. Bienaventurada, Vivien Leigh.

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