La rotunda muerte
Poco escribo de la muerte. La primera referencia que tengo de ella es cuando murió mi hermanita Yolandita a los 3 meses de nacida. Yo tendría como 6. Y a duras penas muy poco se comprende, la desaparición física del cuerpo, de ese cuerpecito de niña. Un angelito. Mi madre estaba inconsolable. Mi padre tenía una cara de tristeza. "Ya estaría de Dios", dijo cabizbajo. La velaron en una cajita blanca de cartón. Llegaron los familiares y vecinos. De todo eso poco supe yo. Nosotros a nuestra edad jugábamos entre los asistentes y los rezos. El papá de Raúl murió cuando estábamos en la Normal. No supe mucho de él. Mas bien nada. Solo que era su padre. Y Raúl mi amigo, de esos que caminan contigo en las buenas y en las peores. Una noche estaba ya el funeral. Y allí estuvimos sus amigos y compañeros. Las pláticas estaban como siempre. Y las risas lo mismo a causa de los chistes. Raúl se quitaba y volvía. Resignado en ese instante. Luego pasó todo. Y seguimos nuestra ruta de actividad