La rotunda muerte

Poco escribo de la muerte. La primera referencia que tengo de ella es cuando murió mi hermanita Yolandita a los 3 meses de nacida. Yo tendría como 6. Y a duras penas muy poco se comprende, la desaparición física del cuerpo, de ese cuerpecito de niña. Un angelito. Mi madre estaba inconsolable. Mi padre tenía una cara de tristeza. "Ya estaría de Dios", dijo cabizbajo. La velaron en una cajita blanca de cartón. Llegaron los familiares y vecinos. De todo eso poco supe yo. Nosotros a nuestra edad jugábamos entre los asistentes y los rezos.
El papá de Raúl murió cuando estábamos en la Normal. No supe mucho de él. Mas bien nada. Solo que era su padre. Y Raúl mi amigo, de esos que caminan contigo en las buenas y en las peores. Una noche estaba ya el funeral. Y allí estuvimos sus amigos y compañeros. Las pláticas estaban como siempre. Y las risas lo mismo a causa de los chistes. Raúl se quitaba y volvía. Resignado en ese instante. Luego pasó todo. Y seguimos nuestra ruta de actividades. Cada quien a lo suyo. Y poco a poco me fui olvidando el funeral. Como que la muerte en otras familias nos es ajena. Aún que sabemos que el amigo resiente la pérdida, como era el caso de Raúl.
El maestro Manuel Costilla, fue director de nuestra escuela Normal. Moreno alto. Del centro del país. Había llegado luego de que salió de director de una Normal de Jalisco. Su modo de dirigir la escuela entre la suavidad y la dureza.Luego salí de la Normal. Y nos fuimos a trabajar diseminados en la geografía nacional. Él tenía en su oficina de la dirección una fotografía grande de la Rondalla de la que formé parte. Y me sentía orgulloso de ello.
La muchacha de veinte años, vecina
Rafael Burelo
El vecino
Licho del casablanca
Mamá
Papá
Lenin
El general que no murió
Marcela
El Yuma
El niño vecino que murió ahogado
Carlos Irán
El papá de Katia
Isaías, mi alumno


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