De madrugada
Ha llegado la madrugada. Otra vez más. Con su bruma y luna brillante y lejana. Con sus algoritmos perfectos de sueños y vigilia. Aquí se escucha el ruidoso tren hacia la última estación. No hay por ahora el canto monótono del grillo que tengo siempre en la cabeza. Cierro los ojos y la lechuza y el búho se miran con sus grandes ojos bellos y se habitan en sombras del conocido azul. La lejanía no es menor entre dado y dardo. Destino y avatares de la vida. He soñado dormido y despierto. Chinches sacan sangre al hombre y forman globos pequeños y medianos como uvas. Las revienta desesperado. Y aparecen otras y otras más. Es la esencia del sistema económico, dijo lacónico Carlos, de la academia. Buenas noches.
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