Hasta pronto Gerardo Rivera

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A los amigos se les recuerda vivos o muertos. Se les sigue queriendo en cualquiera de sus condiciones. Con existencia plena o ya de plano en el otro plano. Porque siguen acompañándonos cuando nuestros breves triunfos y en las reiteradas derrotas. Si publicamos algo, ellos leen y hacen correcciones aunque no nos la digan, y sugieren, si se da el caso. Porque los enemigos eso si acaso te leen te critican y se alegran si está mal el texto, y si está bien no te lo reconocen, en cambio los amigos sí, como Gerardo Rivera

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Y es que ayer nos congregamos en memoria de Gerardo Rivera. A iniciativa de Tres Soles, estuvimos en Café Parissi un grupo de amigos y amigas del extinto Gerardo, para derrochar melancolía y nostalgia, por él, que físicamente más no está con nosotros, pero que muchos espacios de la ciudad nos lo recuerda, por sus andanzas, sus decires, su risa, y sus anécdotas que derrochaba en pláticas interminables, en las charlas de café, en las charlas con cerveza, y en las veladas culturales, en las que siempre tenía espacio destinado para Gerardo Rivera, llegara o no.

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Rosy Pérez fungió, de manera brillante, como conductora de la mesa. La primera se integró con Érika Rodríguez y Delia Cantoral. Recuerdos y poemas. Propios y del autor homenajeado. Y como el día 25 del mes coincide con la lucha contra la violencia hacia la mujer, que debe ser todos los días, se hizo alusión al tema lacerante de las relaciones sociales. Anécdotas de Delia en la amistad con Gerardo Rivera, y lectura de poemas. Y Érika declamó un poema sobre la violencia de género, en específico hacia la mujer y trajo a Alfonsina Stormi, casi literal, casi, para que declamara, con el tono expresivo que corresponde, el conocido poema, "tú me quieres blanca".

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Luego leí el texto que publiqué en memoria de Gerardo. Hago referencia a su sencillez y disponibilidad de colaborar. Y Jaime Ruiz, hizo memoria de los pasos de Gerardo en esta ciudad calurosa en extremo, entre el pavimento y los adoquines, con café o cerveza. Recordó asimismo de la vez que no dejó dormir al barbón amigo en un espacio de la Casa de la cultura de la Ujat cuando hizo, Jaime, ruido al moler el chicharrón, mientras Gerardo cerca de allí dormitaba. "Este muchacho no me dejó dormir con su ruido", respondió Gerardo cuando le preguntaron sobre si había descansado.

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Cariño al hombre, amor al hombre, por su bonhomia, por su disponibilidad, por dejarse querer, por contribuir a la armonía y a los buenos ambientes, por ser de fácil risa, de inteligencia creativa, de respuestas lógicas. Los congregados a convocatoria de Rosy Pérez y Mario Ávila, se miraban entre sí, alegres de acompañarse, de celebrar la vida, concientes de saberse efímeros, estrellas fugaces, se reconocían, se recordaban, luego de varios meses o años de no verse. Por allí estaba al pendiente Chucho Pérez, uno de los vendedores de libros viejos emblemático de la ciudad; qué gusto saludarlo. Café Parissi, la sede y marco. Un zompantli de fondo. Las calaveras en este noviembre que derrochan muerte, pero que celebran vida.

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Y hacía años quizá, ya atravesada la pandemia Covid dejamos de vernos varios, y me dio gusto saludar a Martha Esquinca, siempre muy activa en publicaciones y encuentros de escritores. Me comentó de sus proyectos de crear talleres literarios, con novedosas variantes de actividades. Ella integró la siguiente mesa junto con la actriz y escritora Glenda Jasso, a quien igual no miraba y con Eli Austria, presidente de los escritores tabasqueños. Lo mismo, anécdotas y poemas de Gerardo Rivera.

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Antes del inicio del evento, miro a Rosy Pérez que viene de lugar en lugar presentando a un muchacho. Supuse que era familiar de ella. Y no caí en cuenta hasta que me tocó el turno de presentación. Mario Antonio Rivera, hijo menor de Gerardo, y en ese momento único representante de la familia. Lo cual explicó: mi madre y hermano están en la misa que se está celebrando en memoria de mi padre". Platiqué breve con él. De edad unos 23 años, aproximadamente. Rasgos inconfundibles de su padre. Mirada vivaz. Sencillez y claridad en sus comentarios. Comenta breve de los últimos meses acompañando a su padre.

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Canta con el corazón, dije. Me escuchó y respindió: con las vísceras. Reímos. Lo cierto es que intercaladas con las mesas o viceversa, la escritora María Reyes cantó cinco canciones, todas ellas con la temática del amor y el desamor, esa mezcla muy humana de las relaciones de pareja. Se escuchaban gritos del tipo:  "Me estás oyendo..." "Se vale llorar..." "qué regrese, pero lo que se llevó el condenado". Y yo me imaginaba - parecía verlo- a Gerardo riendo, y lo mismo gritando algo por el ambiente festivo, y por las canciones que mueven a nostalgia, recuerdos.

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Mario Ávila convocó a seguir con este tipo de actividades desde la ciudadanía. A hacer lo que institucional no se hace. A reunirse y leer, declamar, exponer, actuar. A hacer equipo para ser más fuertes. Mario -artista plástico- codirige junto con Rosy Pérez, escritora, el grupo cultural Tres Soles, con actividades de carácter local, nacional e internacional, siendo la exposición Solsticio de verano, donde conjuntan poetas con pintores, el más relevante, además de lecturas, charlas,  talleres y exposiciones.

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Mario Antonio Rivera agradeció a nombre de la familia. Conmocionado por las muestras de cariño a su padre, poeta salvadoreño radicado en Tabasco desde los años 80s, leyó un texto que dijo escribió en los momentos aciagos del velatorio... "me siento más niño que nunca, y más hombre que siempre. Niño porque no puedo evitar pensar en ti. Y hombre porque me toca ponerme los pantalones de grande, limpiarme las lágrimas y seguir adelante. Gracias por enseñarme las lecciones más grandes de mi vida: perdonar y amar..." 

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Antes del final llegó la esposa y el hijo mayor de la familia. Recordemos que ellos estaban en la misa por la.memoria del poeta. Agradecieron las muestras de cariño hacia Gerardo Rivera, y aplaudieron junto con todos los presentes por la vida y memoria de nuestro amigo y hermano, Gerardo Rivera.


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Diga unas palabras finales, me empujaron. Y ahora qué digo, si ya lo dije. En aprietos para improvisar. Me dije: dejaré que hable mi corazón. "Este acto es un abrazo amoroso para Gerardo Rivera. Un hombre bueno y creativo. Nos toca irnos. Él se adelanta, cierto aunque sea expresión común. Luego seguiremos nosotros. Y luego otros. Nadie nos engañó de que estaríamos por siempre en la vida. Es el destino de los seres vivos. Aunque nos duela cuando le toca a un ser muy querido. Nuestra sociedad sería diferente si todos sus integrantes fueran buenas personas. ¡Hasta pronto, Gerardo!."


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