Sentir que es un soplo la vida

1

Todos los maestros de escuela tenemos nuestras historias de vida en relación a nuestros centros laborales. Y abarcan de todo. Desde los traslados de casa a la escuela, pasando por gestoría, relación con directivos, con los compañeros, padres de familia, con los distintos alumnos, hasta el quedarnos a vivir en la comunidad de lunes a viernes cuando los centros de trabajo están lejos. Y la manera como resolvimos los retos diarios. Asimismo las que pasamos cuando tardaron meses para pagarnos nuestro primer sueldo.

2

Ayer que recorrí caminos de Nacajuca, por lugares donde trabajé hace 27 años, tecordé el tango Volver. Que dice así: "Volver con la frente marchita las nieves del tiempo platearon mi sien. Sentir que es un soplo la vida. Que 20 (27) años no es nada, que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra.Vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez..."

3

Y me acordé porque en el año 95 me dieron cambio de adscripción y trabajé de 1995 a 2001 en dos telesecundarias. La Niños Héroes, del ejido Chicozapote. Y la Revolución, de la ranchería Guácimo. Y sí, fuern años laborales felices, de mucho aprendizaje laboral, de gestoría para que las escuelas estuvieran bien. 

4

Por partes, cuento que la Niños héroes estaba en su segundo años de creación, me tocaba segundo grado, y trabajaba manera provisional en la escuela primaria del lugar, de nombre Gregorio Méndez. Y solo teníamos un aula facilitada por el director. Así que nos vimos en la necesidad de dividir el aula en dos con una raya de gis en el suelo (por decirlo así). Alumnos de un grado hacia una pared, los de segundo hacia la contraria.  Mi compañero era José Luis Cobos, mi amigo. Así estuvimos por una semana, cuando llegó de visita el supervisor escolar Victor Aparicio, y sonriendo nos ordenó que nos fuéramos a ocupar el terreno que ya tenía nuestra escuela, que comprendía 3 hectáreas de terreno y una palapa bien hecha. Y que nos daba una semana de plazo. Lo comenté con el presidente de los Padres de familia. Y ese fin de semana levantaron otra palapa, aunque más frágil que la otra. Tan pronto estuvo lista hicimos el traslado de pupitres y pizarrones. 

5

Tres lindas hectáreas de terreno, no cualquiera las tiene. La hectárea de enfrente sería a futuro donde se construiría el edificio escolar. La del fondo era un campo de futbol, con sus porterías de palos no muy rectos. ¿Y la de en medio? Me responde José Luis Cobos: "aquí voy a sembrar árboles frutales para un huerto escolar. Ya lo estoy viendo a futuro" Qué bien, le dije. Y ya me la estaba imaginando yo también. Desde la primera semana ya estaba haciendo su proyecto, comentándolo con los alumnos y padres, y en los primeros meses ya tenía los arbolitos sembrados, entre cítricos y de otro tipo. Y por mi parte me dediqué en el tiempo correspondiente a hacer mi gestoría para la construcción correspondiente a la primera etapa. Fructificó mi manera de gestionar. Al año y medio me construyeron dos aulas, la dirección con sus baños y un laboratorio. Las obras me las entregaron en mayo. Y para disfrutarlas el año escolar siguiente, no pedí mi cambio de adscripción a una escuela más cercana.

6

Cuando pasó la fecha límite de registro de solicitudes de cambios, me visitó el supervisor para preguntarme la razones que no metí mi solicitud. Y se lo dije: "quiero disfrutar el nuevo edificio". "No puede ser. Hazme el favor de meter solicitud aunque sea extemporánea. La telesecundaria Revolución, de El Guácimo requiere gestoría como la que tu haces. Es escuela vieja con 25 años y no tiene dirección, baños ni laboratorio". Me convenció. Metí la solicitud. Y dejé mi anhelo guajiro de disfrutar el edificio nuevo de la Niños Héroes, por empezar de nuevo la gestoría en la Revolución.

7

No me detendré mucho. De la telesecundaria Revolución, recuerdo que antes de llegar por primera vez, entré a una tienda de la ranchería, pedí un refresco. Pregunté por la ubicación de la telesecundaria. La señora tendera me dio las indicaciones."¿Y a qué va?", preguntó, si se puede saber. "Soy el nuevo director", le respondí ufano, sonriente. Y ella: "uy, difícil trabajo, ya la deben cerrar. Ya nadie la quiere en esta comunidad". Y le lancé mi reto: "en un año voy a pasar de nuevo y le voy a preguntar sobre lo que piensan ahora de la escuela y si hay diferencia". No Y claro. al año volví. Tan pronto entré analicé la situación laboral, las condiciones físicas e hice mi plan. Tenía tres aulas viejas, un baño antiguo, de los construidos por los padres, una bodega polvorienta y con telarañas y un pozo de agua repleto de basura.

8

La escuela era de tres grupos. El de primero ya solo tenía 14 alumnos, de 30 que egresaban de la primaria. La mitad de los padres decidían mandarlos a otras telesecundarias cercanas o hasta mismo Villahermosa, distante 18 kilómetros. En el recreo, en un grupito de alumnas les lancé un augurio: "En un año van a estar construidos el laboratorio, la dirección y los baños". Recordando que quien tiene las llaves tiene la verdadera responsabilidad, me di cuenta que las tenían los alumnos. Se las quité. Me cuentan que en una asamblea de padres, varios meses antes, con el fin de promover la puntualidad se acordó que se se le pondría candado al portón de entrada exactamente a las 8:00 (hora de entrada). Y que fueron los maestros quienes se quedaron afuera, y que estuvieron tocando el claxon para que les abrieran los alumnos que celebrabsn lo anecdótico del hecho.

9

El primer viernes les avisé que el sábado yo iría con un sobrino a pintar la bodega. Mis alumnos me dijeron que "por qué un sobrino", que ellos la querían pintar. Y así lo hicieron ese sábado. Se reacomodaron las cosas. Y se le puso un letrero afuera que decía "Dirección". Puse adentro un escritorio con silla, además de dos sillas para los padres. Y colgué dos cuadros de pinturas artísticas. Y lo mismo sobre el pozo de agua. Eso como al mes. Les pregunté a mis alumnos que si conocían una persona de la comunidad que lo limpiara."Nosotros lo hacemos", dijeron contentos. "Pero sus padres se van a enojar", les dije rechazando su ofrecimiento. "Pero si en eso trabajamos los fines de semana", me respondieron. Solo que traigan permiso firmado por sus padres", me protegí. Y si. El sábado correspondiente sacaron del pozo mochilas podridas, botellas, un rin de bicicleta, botellas, y más, incluyendo el agua podrida. Ya cuando estaba listo, les pedí que sacaran una cubeta con agua. Lo hicieron, me la entregaron, y delante de ellos, subí la cubeta arriba de mi altura y dejé caer delante de ellos un poco, contra la ubicación del sol, para que brillara más. Y les dije: Miren esta agua transparente se debe gracias a ustedes. Y en sus rostros se notaba la satisfacción de hacer cosas de bien.

10

Por supuesto que mi estancia laboral en tales escuelas merece un espacio propio para contar situaciones por las que pasé. En el ejido Chicozapote la amistad con varias familias, entre ellas la de Chilo Osorio. En la telesecundaria El Guácimo, la promoción con el trabajo que hicimos en lo deportivo, lo artístico, para motivar a los alumnos de sexto que se inscribieran en la escuela de su comunidad. Y cómo pasamos de 14 alumnos en el grupo de primero  que recibí en mi llegada, a 25 en el nuevo grupo del año siguiente. Todo eso quede pendiente. Solo decir que ayer pasé por esos lugares, y sentí la nostalgia: "... Pero el viajero que huye/ tarde o temprano detiene su andar/ Y aunque el olvido, que todo destruye/ haya matado mi vieja ilusión/ guardo escondida una esperanza humilde/ que es toda la fortuna de mi corazón/ Volver con la frente marchita/ las nieves del tiempo platearon mi sien/ Sentir que es un soplo la vida..." Ah, la nostalgia. 

Pd. Por cierto el diseño empírico de las letras de la telesecundaria Revolución es mío. La "n" final está al revés. Dice una amiga que cuando pasaba por allí, su sobrina de 8 años está pendiente: "tía, esa es la escuela que tiene una letra al revés".

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam