Esquema para charla en la Normal y algunos textos para su lectura
Tema La lectura libre
Objetivo general: Reconocer la importancia de la lectura libre en el proceso del aprendizaje a pensar en la educación básica
1
Mi presentación.
2
Mi familia
2
Mi escuela Normal, los maestros
3
Herramientas para cada trabajo.
4
Herramientas de los maestros: teatro, danza, música, el lenguaje.
5
Mi inicio con las lecturas en la familia, en la escuela y con los amigos.
6
La lectura. Los distintos tipos de lectura.
7
En específico la lectura libre. Los orígenes. La prehistoria y la historia. El libro. El invento de la imprenta. El internet.
8
Enseñar a pensar. Las cuatro prácticas esenciales para el desarrollo del pensamiento.
9
La narrativa y la poesía.
10
Sobre qué escribir. Los tantos temas.
11
Lectura de algunos poemas y cuentos breves.
Lecturas
Ernesto Cardenal
Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.
Como latas de cerveza vacías y colillas
de cigarrillos apagados, han sido mis días.
Como figuras que pasan por una pantalla de televión
y desaparecen, así ha pasado mi vida.
Como automóviles que pasaban rápidos por las carreteras
con risas de muchachas y músicas de radios...
Y la belleza pasó rápida, como el modelo de los autos
y las canciones de los radios que pasaron de moda.
Y no ha quedado nada de aquellos días, nada,
más que latas vacías y colillas apagadas,
risas en fotos marchitas, boletos rotos,
y el aserrín con que al amanecer barrieron los bares.
Pablo Neruda
Poema 20, de Pablo Neruda
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Walt Whitman
"Una hoja de hierba"
Creo que una hoja de hierba, no es menos
que el día de trabajo de las estrellas,
y que una hormiga es perfecta,
y un grano de arena,
y el huevo del régulo,
son igualmente perfectos,
y que la rana es una obra maestra,
digna de los señalados,
y que la zarzamora podría adornar,
los salones del paraíso,
y que la articulación más pequeña de mi mano,
avergüenza a las máquinas,
y que la vaca que pasta, con su cabeza gacha,
supera todas las estatuas,
y que un ratón es milagro suficiente,
como para hacer dudar,
a seis trillones de infieles.
Descubro que en mí,
se incorporaron, el gneis y el carbón,
el musgo de largos filamentos, frutas, granos y raíces.
Que estoy estucado totalmente
con los cuadrúpedos y los pájaros,
que hubo motivos para lo que he dejado allá lejos
y que puedo hacerlo volver atrás,
y hacia mí, cuando quiera.
Es vano acelerar la vergüenza,
es vano que las plutónicas rocas,
me envíen su calor al acercarme,
es vano que el mastodonte se retrase,
y se oculte detrás del polvo de sus huesos,
es vano que se alejen los objetos muchas leguas
y asuman formas multitudinales,
es vano que el océano esculpa calaveras
y se oculten en ellas los monstruos marinos,
es vano que el aguilucho
use de morada el cielo,
es vano que la serpiente se deslice
entre lianas y troncos,
es vano que el reno huya
refugiándose en lo recóndito del bosque,
es vano que las morsas se dirijan al norte
al Labrador.
Yo les sigo velozmente, yo asciendo hasta el nido
en la fisura del peñasco.
Feliz cumpleaños
El matrimonio ya tenía veinte años de casados. El único hijo ya se había casado y vivía lejos. Ese día del que les cuento era el cumpleaños de el esposo. Así que ella le dijo: “marido, hoy en la tarde me gustaría que fuéramos a tomar una copa y charlar a un restaurante bar con motivo de tu cumpleaños”. Él se rascó la cabeza y dijo que estaba de acuerdo. Así que a las cuatro de la tarde salieron, bien arreglados, como de fiesta. Fueron al lugar seleccionado. Escogieron una mesa lejos de la entrada. Pidieron ambos una copa. “Medias de seda”, dijo ella. “Whisky en las rocas”. Había música suave de fondo. Brindaron por la salud, por los veinte años de matrimonio. Cada quien dijo unas palabras alusivas. Ella radiante, feliz, toda sonrisas. Él correspondía, y por sobre la mesa le alcanzaba una de sus manos y le rosaba la punta de los dedos. Miraba las argollas de matrimonio. Y reía también. Levemente él se ponía serio, pero se daba cuenta y al instante volvía a la charla y a la risa. Pidieron la segunda copa. Ella miraba disimuladamente su reloj pulsera para asomarse a la hora y saber del tiempo transcurrido y por transcurrir. Habían pasado dos horas. No tenían prisa. Les habían servido de botana queso y aceitunas. Ella se volvía a asomar al reloj con el mismo fin. Ya estaba por oscurecer cuando pidieron la cuenta, pagaron. Y se regresaron a su casa. En el trayecto de minutos oscureció completamente. Un foco alumbraba el frente. El interior de la casa estaba completamente oscuro, se adivinaba por las ventanas. Ella sonriente, feliz, con un tralalá de canción de amor caminaba delante de él con la llave lista para abrir la puerta. Él casi sin notarlo iba atrás de ella apenas un paso. Hacía frío, cada uno llevaba un abrigo grueso, propio de esos lugares de invierno, donde las temperaturas rondan el cero grados centígrados. Ella introdue la llave y la gira, y es en ese preciso momento que recibe un muy fuerte golpe de hacha en la cabeza por parte del marido, que con la mano ezquierda le rodea la cintura para sostenerla, y con la otra mano empuja la puerta, para luego apretar el botón de encendido de la luz, y mira al interior cuando un grupo de invitados a la fiesta sorpresa gritan: ¡Feliz cumpleaños!
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