Nicholas Winton, un gigante de corazón noble

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El número 669 por sí solo, sin alguna referencia no dice nada. La combinación en dos de las tres cifras quizá sí. Pero estará frío quien trate de adivinar. Adelanto un nombre y su origen: Nicholas Winton, judío inglés.

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La Segunda Guerra Mundial tiene muchas historias y una de ellas es sobre la que refiero y escribo ahora. Debido a la persecución de judíos por los nazis, muchos niños estaban destinados a los campos de concentración, a los ghetos, y a su asesinato en masa en las cámaras de gas. Hubo muchos héroes, cómo no recodar a Óscar Shindler y su lista, que supimos y vimos en una pelicula. Solo que hubo asimismo otros héroes anónimos, como Nicholas Winton, inglés, quien era corredor de bolsa. Estando él de vacaciones en Suiza, lugar ideal para el esquí, recibió una llamada e invitación de un amigo para trasladarse a Praga por un asunto que le quería comentar. Era el proyecto de salvar niños judíos, ante la inminente invasión nazi que ya se vislumbraba. No lo pensó dos veces. Tomó el proyecto como motivo de vida. En Praga pronto se corrió la noticia de sus blancas intenciones. Y decenas de familias acudieron a él, para que incluyera a sus hijos. Al principio atendía en su habitación de hotel. Pero eran tantas las solicitudes que tuvo que rentar un local especial.

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El caso es que, para el fin deseado, entabló relaciones con representantes de varios países, siendo Suecia el único papis que aceptó de manera directa recibir dichos niños. Las autoridades de Londres le pusieron la condición de que primero buscara las familias que recibirían a cada infante y que por cada uno pagara de fianza 50 libras para asegurar el pasaje de regreso en caso de ser necesario. Y así lo hizo. Era el año de 1938. Así que empezaron a llegar los trenes con la carga especial a la estación de Liverpool, a donde las familias solidarias ya los estaban esperando. Se dice que el último traslado ya no fue posible, a causa de que Alemania invadió Checoslovaquia y cerraron las fronteras. Nunca se supo más de ese traslado con 250 niños más, que seguramente murieron en las cámaras de gas junto con miles y miles de judíos.

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Imagino las peripecias, los obstáculos a sortear. Imagino el inmenso amor. Imagino la mirada de ese hombre en el trayecto de ir a un lado, a otro, gestionando, rellenando un documento, comprando alimentos, preparándolos junto con su esposa y amigos, inclusive. Imagino las escenas. Pero todo termina allí, o parece terminar. Punto. 669 niños salvados.

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Nunca dijo nada. El secreto iba a su futura tumba. Solo que Greta, su esposa, muchos años después, revisando en el desván de los cachivaches, encontró un maletín, entre cientos de cosas que se suelen guardar allí. Y en su interior estaba un cuaderno con la relación completa de los 669 niños y niñas, con sus nombres, fotografías, cartas de los padres, y algún otro dato registrado, quizá de edad, estatura y peso, color de piel y ojos. Los datos agregados al nombre de cada uno de ellos, es lo de menos. El asunto es que allí estaba la descripción del tan humano y divino gesto y hechos. Y Doña Greta tuvo una idea.

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Era 1988, cincuenta año después de los sucesos,  y contactó a una historiadora, esta a una amiga periodista y publicaron dicho reportaje en uno de los principales diarios londinenses. A tal grado que una periodista de la BBC se interesó para invitar a su programa, a Don Nicholas Winton, quien para este caso era ya una celebridad. Idearon una sorpresa: lo invitaron, como uno más, al programa, que por cierto era en vivo. Y este gustoso acudió. Y, para su sorpresa, los invitados al programa en vivo  eran aproximadamente 300 personas, ya asultos, de aquellos 669 niños rescatados. Y para una sorpresa mayor aún, la presentadora empezó a contar los hechos de salvamento de aquellos niños. Y dio un nombre, como al azar. Era una mujer sentada en primera fila. Ella levantó la mano para indicar que era ella. Y le dijo: "a tu lado está sentado el señor que te salvó cuando eras niña". Volteó a verlo y lo abrazó. Don Nicholas se enjugó una o más lágrimas, de la emoción. Y  al otro lado otra persona, lo mismo.

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Era el momento cumbre de lo planeado. La presentadora pidió al público que se pararan las personas que habían sido esos niños salvados 50 años antes, y se pararon todos, para sorpresa grata de Don Nicholas, sentado en medio de la primera fila. Jamás le había pasado por la cabeza que hubieran ideado y logrado reunir a la mayor cantidad posible de esos niños. Se precisa que en ese año de 1938, los niños no fueron dados en adopción, porque sus padres estaban vivos. Sino en calidad de protegidos en tanto terminaba en conflicto bélico. La adopsción vino despues. Y solo muy pocos padres lograron sobrevivir y se reunieron de nuevo con sus hijos, de lo que supo luego él. 

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A raíz de hacerse público ese singular hecho, Don Nicholas pasó, del anonimato, satisfecho por haber hecho lo correcto en el preciso momento en que se necesitó, a la fama no buscada. La reina Isabel II lo condecoró en 1993 Miembro del Imperio Británico; en 2002 como Caballero por los servicios a la humanidad. El gobierno checo, presidido por el actor Vaclav Havel, lo condecoró con el título de Liberador de la ciudad de Praga y la Orden de Tomás. G. Mazarick.  Además de muchas otras distinciones. 

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Hay varias películas, libros y documentales sobre este hecho realizado por Nicholas Winton (no solo, por supuesto, contó con el apoyo de muchas personas directas e indirectamente). Pero el héroe es él, sin duda alguna. Y si lo viera usted en entrevistas ya en sus últimos años, sencillo, humilde, como con un decir "no fue mucho", "fue algo tan normal para mí", y cosas así. Hasta tímido se nota, pero eso sí, con una conciencia muy clara del deber ser. "Temo que no les va a gustar lo que voy a decir. Me siento muy pesimista. Si consideramos todo lo que está ocurriendo y las lecciones que el mundo debiera haber extraído, se ha aprendido muy poco. Hemos vivido  una centena de años con las mejores invenciones que la humanidad pudo haber conocido. Y ahora nos encontramos en una situación más grave y peligrosa en la que el mundo jamás haya estado. Hemos hecho todas esas invenciones maravillosas, y sin embargo el mundo es un caos. No sé lo que ocurre. Vuestra generación debe saber más que yo. la situación no es muy feliz en estos momentos...

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...Hay tantas gentes que van a diferentes iglesias. Y conozco a varios que podría preguntarles si hacen esto o el otro. Pero muy pocas de ellas cree realmente en Dios y sin embargo van a la iglesia. o a la sinagoga, o a muchos otros sitios. Pero hay algo que podrá reunir a todo el mundo: son los principios fundamentales que existen. Olviden por un momento que aprecio la religión. Si todos viviéramos según Los principios de bondad,  gentileza, dignidad, honor y amor, el mundo sería diferente". 


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