Todos los niños y niñas tienen imaginación y creatividad

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Todo ser humano tiene imaginación y creatividad. Es innata su curiosidad. Con una de ellas soñó mundos que no existen. Con otra hizo cosas nuevas a partir de lo conocido. Inventos y descubrimientos, se les llama. Así tenemos la rueda, la lanza, el filo, el fuego, la palanca, la pinza, la polea, entre tanto. Y eso es lo lejano. Y cada vez que inventaba o descubría algo, su vida iba cambiando para bien ( o mal). Tenemos la agricultura, la domesticación de animales. 

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Tenemos la escritura, y de que un cambio radical. Para bien o para mal inventó la propiedad privada, el matrimonio, la herencia. La pólvora. Creó la imprenta. Inventó el motor. Las vacunas. El teléfono de casa. Los autos. El avión. La cinematografía. El teléfono. Y actualmente tenemos la internet a todo lo que da. Las redes sociales. La información en el momento que sucede. Las videollamadas. Las transmisiones personales de asuntos importantes y asimismo de lo vacío, lo inocuo, la vanidad.

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La imaginación y creatividad hace la diferencia de lo humano entre todas las especies. Acaso nos asomamos un poco a las hormigas y termitas y su compleja organización social. O a las abejas con su también organización social para la producción de miel en colmenas. O vemos los perfectos y aveces extraños nidos de los pájaros. O el movimiento instintivo de las cucarachas cuando las perseguimos para matarlas. O la rapidez de la mosca para escapar de la muerte aplastadas bajo el periodicazo.

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Yo me maravillo al mirar a la gaviota o al martín pescador cuando caen en picada para atrapar al pez. O al águila que con su mirada telescópica mira a su futura presa y cae para atraparla en una fracción de segundo, que la presa no tiene ni tiempo para que su instinto la salve.

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Miro los altos y bellos edificios levantados en poco tiempo. Subo en elevadores. A veces se me da la oportunidad de viajar en avión y trato de sentarme hacia la ventanilla para admirar ese deslizamiento entre el aire, a cientos de metros de la superficie que habitamos. Y admiro el solo hecho, aparentemente fácil, de elevarse y aterrizar con saldo blanco, para fortuna. Y me sorprendo enterarme de los viajes espaciales. O del poder de las ráfagas de ametralladora o el poder destructivo de las bombas. Cada vez más y más el poder de las ondas desatadas con la explosión. Átomos que desatan otros átomos. Y muertes y más muertes, caídas de edificios. La radioactividad queda en kilómetros alrededor.

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Leo un poema o conjunto de poemas. O una novela donde se habla del amor, de la prisión, de la amistad o pasión. De la ambición, locura, o lo absurdo de la vida. Leo a veces exposiciones descritas de ideas que tratan de descubrir algo más de lo que nos está vedado porque aún no es tiempo de que se sepa, o nunca se sabrá el qué de la vida, o la fórmula de la asociación de átomos, o decía el poeta en alguno de sus versos que quizá nunca veamos el plano original del universo. Me horrorizan los feminicidios, el daño en general a otros, las desapariciones de niños, jóvenes y personas adultas.

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Miro la sonrisa de los niños, los abrazos de película. Me maravillan los actos solidarios en el dar y me impactan hasta el dolor del alma las lágrimas de quienes sufren. Me maravilla el despertar mediante el conocimiento. Hay amaneceres que deslumbran. Hay noches tan oscuras que no alcanzamos a ver en un metro de distancia siguiente. Nos maravillan las piezas musicales interpretadas por orquestas sinfónicas, y pensamos en el proceso de creación del compositor. Nos impresionan las imágenes de algo tan lejano que ni nos imaginamos lo que significa en distancia ni tiempo, años luz, dicen, es la magnitud, y se refieren a miles de esa medida. Y lo tan pequeño donde se descubren galaxias en el nanoespacio de lo más pequeño que solo microscopios poderosos nos dan una vaga idea.

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No iré a ver la capilla sixtina en el Vaticano. Pero hay una réplica, me dicen, mejor que la original. Así me dijeron. Y la vi, digamos como de casualidad. Aunque todo tiene su causa. Andaba en Puebla capital. Hace unos cuatro años. Y al levantarme salí a caminar. Hacía frío. Me maravillan las construcciones. Y vi los anuncios de "Hoy, la Capilla Sixtina en tal lugar, entrada gratis, trámite por internet". Le mandé un mensaje a una de mis hijas. Al rato me contestó: 11:30. Listo. Y al poco rato ya estábamos entrando, como entrar a una máquina del tiempo. Y ver maravillados que los milagros de la creación existen. La creatividad humana en todo su esplendor. La magna obra de Miguel Ángel y sus ayudantes.

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Y me maravilla el funcionamiento perfecto del cuerpo de todo ser vivo, pero digamos del humano: desde su concepción, desarrollo dentro de la madre, nacimiento, alimentación para el crecimiento, el aprendizaje del lenguaje que escucha, su tracción de aprender a caminar y correr. Las motivaciones que le mueven. Los gustos que le hacen preferir unas cosas a diferencia de otras. Los cinco sentidos que se coordinan para ver, oír, palpar, hablar, gustar. La manera como se estructura el pensamiento y las palabras e ideas. Sus luchas utópicas o conformismo ya de joven y adulto. Y finalmente la vuelta al origen mediante la transformación de la carne y huesos en polvo.

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Los niños tienen tanta imaginación y creatividad, pero las van perdiendo en el camino. Sea por culpa de casa. Si lograron sobrevivir a esta, la escuela se encargará de minimizarlas, de atrofiarlas. Si logran sobrevivir o coinciden con maestros que saben lo que eso significa para la humanidad, esencia del ser humano, entonces se dan las condiciones para las grandes obras artísticas, en todas sus manifestaciones en la música, las artes plásticas, el teatro, la literatura, el cine, la danza. Recordemos las pinturas rupestres, está demás de decir el recorrido de esos pinceles primitivos a los actuales. Pero asimismo los descubrimientos e inventos en la ciencia. maravilla de maravillas.

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