El hilo negro y el pensamiento

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Una casa o edificio cuando se construye se inicia con los cimientos. Estos deben de ser de acuerdo a la altura que va a tener la construcción. A mayor altura, más resistencia en los materiales para que la construcción no se dañe o caiga. Uno de los ejemplos cuando los terremotos en la Ciudad de México es la Torre Latinoamericana, que con sus 52 pisos no se h dañado con los temblores conocidos que han dañado buena parte de las construcciones en esa mítica ciudad de los palacios y del smog. No, no es el descubrimiento del hilo negro ni del agua tibia. Solo que es necesaria la referencia utilizada para relacionar ese ejemplo con la construcción de nuestro pensamiento.

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Relacionándolo con el pensamiento humano como la gran construcción (que lo es), la educación formal e informal es la que lo construye en el individuo. Y precisamente requiere de buenos cimientos que son los valores de casa  y a lo que se les llama competencias básicas (y si molesta lo de competencias por ser término neoliberal, entonces digamos simplemente "lo básico". Esto de lo básico es "saber leer", "saber escribir", "saber hablar" y "saber escuchar". Los cuatro van estrechamente vinculados. Sin estos cuatro elementos es prácticamente un fracaso la construcción del pensamiento que requiere el ser humano para si simple convivencia; por eso es que tenemos tantos problemas en la sociedad porque este edificio del pensamiento no tiene su base bien construida. Como si la base -del ejemplo- en la construcción no llevara grava o más grave, no llevara varillas.

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Aqui les hablaré de Antonio Ponce Rivas. Llegó una vez allá por los años 90 contratado por la Secretaría de Educación de Tabasco para dar capacitación a maestros de español y asesores educativos (entre ellos yo). Fue una semana intensa. Sus temas eran dos: Leer y escribir. Ya estábamos todos en el aula, creo que fue en el Tecnológico de Villahermosa. No vimos cañón para exponer. Solo él y su sombra y sonrisa. Ah, y su palabra, bien hilada, con lógica, adecuada, y con la tibieza del afecto por hablar en público. 

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"Va a ser aburrido solo con la voz", yo pensé, y luego lo comenté con las compañeras cercanas. "Lo mismo pensé", me dijeron. Y sería una semana. Antonio Rivas exponía sobre el tema, se movía entre las filas de pupitres que ocupábamos. Había aire acondicionado. Y en un extremo galletitas y café. El primer temed los dos, fue "Escribir". Y me sorprendió cuando nos habló sobre los enunciados y su estructura. "Sujeto, verbo y complemento". "Esto es de primaria", pensé. "Pero ni modo, a aguantar, si es nuestro trabajo, y por estar aquí me pagan", me consolé. 

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El maestro seguía entusiasmado. Con sabiduría. Se detenía en su exposición. Y hacía dos o tres preguntas. Eran sobre conocimientos básicos sobre el escribir, sobre la redacción, y sobre cómo andaban nuestros alumnos de primaria. Y las respuestas de nosotros eran generales, sobre que los niños no saben redactar y llegábamos al lugar común de "que no comprenden lo que leen", y que ese es el grave problema de la educación. cada uno hacía gala del conocimiento que da la experiencia en las aulas. Ni saben redactar, tienen muy mala ortografía en lo general. Y no saben expresarse en público, decíamos de una manera u otra. Y regresábamos a que no comprenden lo que leen. Y así, pues cómo.

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Hasta que finamente una de las maestras, con la sonrisa a flor de labios, de manera muy prudente, y ya en la confianza que había en el grupo, preguntó en el segundo día: "Oiga maestro, ¿y usted por qué n usa diapositivas en su exposición? Y el maestro Antonio Rivas sonrió. Y de manera paciente expuso que redactar solo se logra en la práctica y hablar en público solo se logra en la práctica y que leer solo se logra asimismo en la práctica. "Lo más fácil sería hacer veinte o treinta diapositivas y ponerme a explicar lo que dice, pero ustedes sabrían un poco más sobre la importancia de leer y escribir, pero no percibirían la importancia de practicar esas actividades básicas para la formación del pensamiento de los alumnos".

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Ya saldada esa duda de por qué no usaba diapositivas, todo fluyó mejor. Nos dijo que muchos textos de los alumnos, incluyendo de la universidad tienen muchas fallas de coherencia y de lógica, porque el verbo no aparece por ningún lado, o está muy a lo último del párrafo. No es casual que en las clases de redacción de periodismo en el primer párrafo de la nota se debe responder a las preguntas básicas de quién, qué, cuándo y cómo. Sujeto, qué hace, cuando lo hace y cómo lo hace. Y sobretodo el concepto de competencia básica, no en el sentido de competir, sino en el sentido de saber, de tener el dominio de, de ser competente en lo básico. Y lo básico para comprender lo que se lee, y saber escribir con coherencia, claridad y lógica, es la práctica constante, que permita adquirir un dominio cada vez mayor del lenguaje.

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El otro tema de Don Antonio Rivas, filósofo y escritor, fue el leer, y nos llevó por las maravillas de los textos griegos, entre ellos sobre las características de la Iliana y la Odisea de Homero (Toño Rivas es helenista), y algunos pasajes de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, no con la obligación de leer la magna y voluminosa obra de Cervantes (o sí). Sino que Cervantes había logrado en la novela hacer concurrir dos hechos a la misma vez, de manera simultánea en la redacción: "Y a la vez que el Hidalgo  levantaba la espada, hacía tal y cual otra cosa", perdón el ejemplo. 

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Supongamos. Solo Supongamos, que la casa la hicimos con cimientos para una planta y al paso de los años, digamos al final de seis años (fin de primaria) le queremos poner otra planta. Suele suceder. ¿Y por qué no le ponemos una tercer planta? (fin de secundaria). Pero recordemos que solo la hicimos con cimientos base para una planta. O sin ser exagerados, para dos plantas. Entonces con cimientos básicos para una planta andamos construyendo edificios de 4 plantas y más plantas. Es un decir. Es un suponer en lo general.

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Y las bases fundamentales son saber leer, y tenerlo como hábito; saber escribir, con dominio pleno de lógica, claridad, coherencia, etc; expresarse en público, sin redundancias y ocupandon el tiempo necesario en lo breve; y saber escuchar con atención para construir un diálogo, no escuchar para responder al bote pronto. Cabe la aclaración que saber cuándo hablar y cuándo callar es muy importante, que en boca cerrada no entra mosca. 

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Antonio Ponce Rivas, sobrino de Antonieta Rivas Mercado, es maestro y filósofo. Es autor de varios libros, entre ellos "Una Victoria alada. Ella me espera"; "Aladas palabras o Nebrija levanta las columnas del lenguaje"; "Sócrates y Jantipa (Tragedia en tres actos) y muchos otros. Y es especialista en la cultura griega.  Y en su estadía aquí en Villahermosa realizaba reuniones a las que se llamaamaba "Café helénico", con cómplices maestros. Con él aprendi el concepto de las palabras preñadas, porque cada una tiene tanto dentro de sí, para hacer nacer una o muchas ideas; sobre la palabra como contenedor, porque contiene dentro de sí tanto. Etc. Donde quiera que esté, le envío un fuerte abrazo y siempre mi agradecimiento.



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