Neblina y poesía

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Cuando amanece con neblina, y si es muy cerrada, con mayor razón, la imagino como un símil, la vida sin conocimientos formales que se estudian en los planteles escolares en sus distintos niveles. Porque asimismo  hay días en los que amanece con distintos niveles de neblina. La luz trata de colarse entre la humedad suspendida. Solo que se le dificulta. Y por tanto, no hay visibilidad suficiente. 

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Lo contrario: entre más luz del sol, mejor se ve en nuestro camino hacia adelante (o hacia atrás). Entre más conocimientos realmente aprendidos, como luz, mejor se percibe la realidad humana, y se puede transitar una vida mejor iluminada. No por nada, se le llama oscurantismo cuando prevalece el fanatismo. En aquella época así llamada igualnque medievo, donde prevalecía la oscuridad, se refiere a que se consideraba que el sol giraba sobre la tierra, el 99 por ciento de la población no sabía leer ni escribir y se consideraba el conocimiento como cosa diabólica, asunto de brujas y se les quemaba en la hoguera. Posterior viene la etapa del renacentismo, como de luz, en la que florecen arte y ciencia.

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Palabra del poeta  Czeslaw Milosz: "Grande es el dolor pero vendrá más sufrimiento./ La noche oscura se hará aun más sombría/ Dichosos los que vivieron y murieron a tiempo./ No temas a los afanes del hombre, corazón mío./ El destino fue recto y será torcido./ El agua clara se volverá tormentosa./ Quien alcanzó la sabiduría será malquerido/ y por no ser feliz sufrirá el necio./ A la estrella que nace la muerte ya lo espera./ Los años pasarán en esperanza vana./ Quedará la ceniza entre las ruinas./ La belleza terrestre sabrá amarga. "

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Precisamente en estos tiempos estamos viviendo un tipo de neooscurantismo. Existe un alto porcentaje de analfabetismo funcional. Y este se refiere a que sabiendo leer no se lee, sabiendo escribir no se escribe, sabiendo hablar no se habla con coherencia y lógica y solo asuntos banales, y sabiendo estar callado, no se escucha a quien habla. En esas andamos. Entonces, en esta etapa del neoscurntismo, la tanta información, las tantas distracciones digitales, la vacuidad de temas tratados en canciones y libros comerciales, revistas de chismes y notas rosas -o rojas- vienen representando la neblina que no nos deja ver la realidad sufrible, multifacética y cambiante.

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Esto nos sucede porque no relacionamos una cosa con otra, o solo las más cercanas. Miramos consecuencias pero no las relacionamos con las causas. Miramos hechos y no los vinculamos con sus antecedentes. Creemos que unas cosas no influyen en otras, y que lo que sucede es por el destino, porque así tenía que suceder. Solo que en ocasiones nos toca a nosotros, o a alguien muy cercano, el daño de un hecho, y es entonces que nos preguntamos ¿por qué a mí? Con la neblina tenemos que avanzar, pero vamos muy lento. En la vida tenemos que avanzar, aunque no la disfrutamos, ni sepamos las razones por las que estamos, y vivimos al día, sin mayores preocupaciones que el alimento y el techo. Con la neblina si no nos movemos con cautela, podemos ser causa de un accidente o avanzar en otro camino que no es el deseado. Lo mismo nos sucede en la vida: avanzamos sin rumbo, sin ruta, sin brújula. Vamos hacia donde nos lleven las circunstancias.

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Y podemos pasarnos la vida quejándonos. Cuando yo daba clase les decía a mis alumnos de telesecundaria que a partir de los 15 años ya no podemos echarle la culpa a nuestros padres de la manera como vivimos. Que está bien, que nacimos en una familia muy pobre. Pero que tenemos hacia adelante la razón con cada vez más conocimientos, y una visión de cómo queremos vernos en el futuro, para esforzarnos y salir adelante. Puede parecer retórica, pero no hay de otra. De poco o nada sirve estudiar secundaria, sin que se nos aliente para imponernos metas para alcanzar, y lograrlas mediante el estudio y la disciplina. Lo otro es decirles que no hay salida, que hay que cruzarnos de brazos. Sartré, el filósofo francés, lo decía así: la vida es lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros.

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¿Es imperativo que todos nuestros alumnos lleguen a ser profesionistas? No. Lo importante es que sean mejores seres humanos, con valores que le muevan a ser buenas personas, dedicados, esmerados, disciplinados y dispuestos a vivir de modo pacífico. De  nada le sirve a la sociedad un profesionista que lucre con la necesidad y el dolor de los demás. O que ingrese al gobierno y piense en salir rico luego de tres o seis años, en los respectivos periodos de gobierno municipal o estatal.

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Para una mejora sustancial de la educación en el país, para formar buenos ciudadanos, se requiere hacer un alto y poner en la misma sintonía a la mayoría de agentes que inciden en la educación de nuestros niños y niñas, de nuestros jóvenes. Como cuando un carro está en el fango, si lo van a sacar se requiere que las personas que fueren, diez digamos, empujen hacia la misma dirección, y no cinco empujando de la parte de atrás, y en contraposición, cinco empujando de la parte de adelante.

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Hace como 20 años lo comentaba con un funcionario amigo -no escribo nombre-. ¿Qué hacer?, era la pregunta, y nos referíamos al asunto educativo. Y su respuesta fue tajante: "se debe declarar emergencia nacional". Lo dijo entre serio y sonriente, esperanzador. Yo me quedé pensando en la respuesta. Yo sabía que él tenía razón, porque a diario estaba metido en temas educativos, fuera en análisis, fuera en visitas a centros escolares, y metidos estábamos en lecturas sobre resultados. Y concluíamos, una, que la mejor evaluación de la educación era mirar hacia dónde nos dirigíamos en lo cotidiano, tanto en el centro como en la periferia, tanto de las ciudades, como del país mismo.

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Ayer vi la película "Grito". Trata el peregrinar de Julia (Julieta Gurrola), una madre de familia en la búsqueda de su hija Ger (Gertrudis) desaparecida y una periodista que le ayuda en la búsqueda. El burocratismo e indiferencia de los trabajadores de investigación. Y termina... No, no, diré el final. Solo que la realidad supera con creces los temas tratados en el cine. La película se queda corta, insinúa, muestra. Pero la realidad es mucho más terrorífica, escalofriante, en situaciones de feminicidios. 

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La neblina allí está. Cerrada a la luz del amanecer. Y poco a poco cede. Así en la vida, poco a poco, hagamos ceder la neblina de lo oscuro, de lo fatal.









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