De la comida también nace el amor


1
Una "costumbre" que uno no pierde ni olvida, es el comer y de preferencia el buen comer. Es la pregunta más letal tres veces al día. ¿Qué vamos a desayunar, comer, cenar? Preocupación por resolver, porque de ello depende que la barriga ande llena y por lo tanto el corazón contento. Se dice que se debe desayunar como rey, comer como príncipe y cenar como mendigo. Es un decir, como sugerencia para la salud. Solo escribo sobre lo que se dice y la experiencia que tengo en el comer. Desde muy chiquito, es verdad.
2
A veces algún maestro pregunta: "¿Cuál creen que es el platillo más antiguo preparado?" Y uno se pellizca el cerebro para buscar por inferencia la respuesta correcta. Y yo que soy norteño de ombligo dejado por allá, escucho que luego de varias respuestas equivocadas, que si el mole, que si el caldo de res, que los tacos de tripa o la moronga, el maestro dice: "Es la carne asada". Y luego comenta sobre el descubrimiento del fuego allá por los años mucho antes de la existencia de una tal María Castaña.
3
O un historiador o sociólogo o quizá el psicólogo, según el tema por donde anden, o el objetivo de encontrar traumas y síndromes, pregunta sobre cuál es el lugar más importante de la casa. Y andamos buscando respuestas de acuerdo a nuestras aficiones: que si la sala porque es el espacio para la charla y recibir visitas; que si la cama porque allí se engendra y se sublima en la fricción y los abrazos, que si esto y lo otro. Y la respuesta viene como un rayo de luz: " es la cocina". Y claro que junto a esa respuesta vienen las explicaciones del profesionista que hizo la pregunta. Es la cocina como el centro de mando, la oficina del poder familiar. No hay quien pueda permanecer indiferente a lo que allí sucede y debe suceder para la vida.
4
A mi me preguntan tan pronto termino de desayunar: "¿Y qué sugieres para comer hoy?" Y aún como me siento "lleno", pues no sé decir ni sugerir porque tengo bloqueado el interés por algo especial, adormecidas las papilas gustativas, precisamente porque acabo de desayunar. "No sé". "Ah, claro, me dejas toda la responsabilidad". Pero bueno, ya en media hora o una hora puedo hacer una sugerencia. Y a la hora: "¿Y?" Mi respuesta: "unas carnes asadas, en brochetas, o algo así". Porque es instintivo, y de lo más primitivo, no fácil es el hacerlas y menos cuando hay exceso de calor por la temperatura alta.
5
Dicen que estaba el presidente de un municipio cercano en una comida. Había de todo, y él era de buen diente, como dicen. Probó y comió de todo: que si lechón, cabrito, quesadillas gratinadas, costillas a la barbiquiu, etc. Y le preguntan que si quería algo más. Y él, muy propio dijo y lo dijo fuerte, tenía un vozarrón: "Ya no, gracias, estoy muy lleno". Y todos se asomaron a él, y efectivamente se le veía al doble de lo natural la barriga. En eso se le acercó uno de sus ayudantes, o el asesor, y le dijo, corrigiéndolo: "Señor presidente: no se dice lleno, se dice "satisfecho". El presidente escuchó, y dijo fuerte: "Muchas gracias, estoy muy satisfecho". Y claro, se refería a que había comido mucho. Ya luego el fin de semana iba a uno de sus ranchos y se dio cuenta que necesitaba gasolina para su vehículo. Fue a la gasolinera. Acomodó su auto frente a la bomba. Se le acercó la chica bombera y le preguntó: "¿Cuánto, señor?" "Tanque satisfecho, señorita". Que es de mala educación decir lleno, le había instruido el asesor.
6
Me gusta comer pollo con fideo. Y que vaya de piezas (presas, les dicen acá en Tabasco) la pierna y la ala, y que lleve el hígado. Disfruto esa comida con su limoncito y su chile habanero picado. Y que haya calor alto para que se sienta mucho mejor. Y en una ocasión fui a la Ciudad de México, en uno de esos camiones guajoloteros, creo que era mitin en el zócalo del PRD o reunión nacional de Coordinadora donde mi participación era hablar sobre lectura libre. Antes paramos en un restaurant de barrio. Leí la carta y encontré una promisoria "Sopa de hígado", además de pollo rostizado, a la plancha, etc. Y me decidí por una sopa de hígado. "Me voy a dar un festín", me dije dentro de mí, además tenía mucha hambre ("Hungría", digo yo, por lo de hungry, hambre en inglés). Y me van sirviendo un platonón como con cien hígados. Y no pude. Solo comí tres y pedí retiraran mi plato.
7
A mi madre a veces le alcanzaba para hacer de comer sopa de fideos acompañada con pescuezos y espinazos de pollo, muy sabrosa y en armonía tal que nosotros disfrutábamos gozosos, como si fuera (porque lo era) el mayor festín del mundo. Pobres viandas en armonía son manjares; ricas viandas en odio y gritos es el platillo más triste que puede haber. Y siempre había para cuando regresaba mi padre del trabajo y lo comía con la mayor alegría del mundo.
8
Fernando del Paso, mexicano, de los mejores escritores de Latinoamérica, gustaba del buen vestir con combinaciones de artista (pantalón naranja, calcetines rojos y camisa azul eléctrico) y del buen comer. Junto con su esposa escribieron un libro sobre recetas de cocina: "La cocina mexicana de Socorro y Fernando Del Paso". En él vienen de lo mejor en tradición culinaria de todas las regiones de nuestro país, con recetas fáciles de hacer, por lo bien redactadas de las instrucciones del maestro de la narrativa. Ese libro lo perdí en uno de esos préstamos que les hace uno a sus alumnas. Antes de terminar el año escolar se casó. Se llamaba Martha. Y les dice a sus amigas y amigos que ese libro le ha servio de mucho. De algo sirva. Recordemos que la comida Mexicana fue reconocida en 2010 por la UNESCO como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
9
Yo que venía de la tradición culinaria norteña, mezcla de todas las regiones del país, porque la frontera Norte se pobló y sigue poblando con migrantes de todo el país, cuando llegué a Tabasco empecé a conocer de los platillos tabasqueños, donde se mezcla lo dulce con lo salado (hay tacos de dulce, huevo con longaniza y plátano macho frito, este mismo plátano con shis de chicharrón de cerdo, etc), se comía tortuga en rojo, en verde, asada; se prepara el uliche, de la tradición prehispánica; lenteja supersabrosa con plátano, huevo cocido, tocino y pedazos pequeños de chuleta; un puchero de lo mejor (caldo de res), y comerlo en temperatura ambiente de 45 grados a la sombra. Pues en efecto que uno se va quedando con todos esos sabores que llegaron a uno a través de la tradición culinaria del sureste. Se hace buen mole tradicional donde para su mezcla de chiles hasta se le ponen galletas de animalitos.
10
Doña Carmita Hernández De Castillo, madre de Jorge y Manolo (además de otros hijos) siempre nos ponía para desayunar una especie de bufett. Los fines de semana me invitaba Jorge a quedarme en su casa (trabajábamos de maestros en Benito Juárez 2a, Jalpa, en 1979). Yo apenas llegado de Tamaulipas. Y me parecía maravilloso y espectacular mirar tantas cosas para el desayuno e ir agarrando una y otra, hasta estar "satisfecho": huevo, longaniza frita, buti
farra, moronga, frijolitos con queso, tostones de plátano, etc. "No olvides contar lo de las castañas", siempre me dicen cuando cuento de esos días. Yo no las conocía. Así que sentados ya a la mesa Jorge+, Manolo+, Lupe Vázquez + y yo, las vi ya en la mesa entre tanto, y agarré una y la mastiqué y comí, así como tres. Y Jorge y Manolo se dieron cuenta y soltaron la carcajada. "No las conoces, verdad. Se llaman castañas y para comerlas se les quita la cáscara". Yo me sumé a la risa, pero de pena.
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Usted me envenena con capirotada, tortas de camarón y puerco con calabaza. Las hacía mi madre. Las dos primeras para Semana Santa, infaltable. Y la tercera una vez al mes. Y hacía suficiente dentro de la pobreza para que repitiéramos platillo. Así que por acá me quedé y hace apenas unos cinco años, dos amigas me invitaron comer (Patricia Olivas y Nery Maribel) por mi cumpleaños. "La Finca" es el restaurant, de nuestro amigo el doctor Toño Medina Reynés quien falleció en la pandemia. Y se pusieron de acuerdo con él para servirme de postre capirotada, ni más ni menos. Y sí, entró humo en los ojos por acordarme de la que hacía mi madre en aquellos años de la niñez y adolescencia. 








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