¿Quien mató al Comendador?

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Y para dar cierre a mis cuarenta años en educación, cinco meses trabajé con un primer grado de telesecundaria en 2019. "Si no me hace caso ya va a venir mi mamá a platicar con usted para regañarlo", amenazaba una alumna. Se refería a que cada rato ella se quejaba de sus compañeras y que ella no tenía culpa, en su percepción. Luego en pláticas me comentaba que su mamá había logrado sacar de la primaria a una maestra. Yo nadamás la escuchaba. No le daba consejos, solo que no se metiera en problemas. "Es que son ellas las que me hacen", me refutaba. Que la miraban mal. Que se reían de ella. Y que todas estaban confabuladas para hacerla quedar mal. Esos fueron mis primeros días. Yo no conocía al grupo, pero lo iba conociendo. Hasta eso, no era un grupo muy numeroso, con 25 estudiantes entre 12 y 13 años. Era una maravilla de grupo.

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Es muy importante la libreta con el registro de incidencias del grupo. No sabe uno de la que nos salva en caso de tener un padre o madre de familia así, que constantemente amenaza de que se va a quejar ante el mismísimo Secretario de Educación. Y no digo que en ocasiones no tengan razón, pero creo que la mayoría de las veces no la tienen. Todo esta vinculado: la educación familiar se refleja en la escuela; y la que se recibe en la escuela debe reflejarse igual en la casa. De eso se trata. Siempre he conceptualizado que la escuela, con sus múltiples interacciones, es el espejo de la sociedad.

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Como paréntesis comento que hace pocos días se efectuó un concurso de declamación, y que al conocer los resultados para sacar a los finalistas, un padre de familia no estuvo conforme que su hijo no apareciera, entonces esperó el final del concurso, encaró a los integrantes del jurado, los acusó de ignorantes y vendidos, y que su hijo merecía ganar el primer lugar. El hijo había pasado a recoger su diploma de participación, y al ver que su padre reclamaba, entonces el hijo rompió delante de todos dicho documento. Lo comento como ejemplo de la reproducción de formas de padres a hijos. Y es allí donde entra la función de la escuela, como institución educadora y formadora en la educación básica.

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Volviendo a mis últimos meses como docente oficial. En la libreta iba registrando mediante acta cada uno de los incidentes (confrontación verbal entre la alumna a la que me refiero con otras). Las actas yo les ponía un número como folio. La alumna referida y una distinta aparecían en cada acta. Redacté la 6a acta. Le comenté del folio y lo que significa. Y le dije: "mira, si ya no te metes en problemas con tus compañeras, esta acta sin folio la invalido. Ella comprendió efectivamente mi mensaje, porque yo no la regañaba, solo quería que no fuera causa ni motivo de pleitos (o más bien diferencias) con sus compañeras. Y mandar llamar a su mamá implicaría confrontación directa, porque yo mandaría llamar a otras madres. Me la jugué en ese sentido. Y a partir de allí la niña ya no se metió en problemas. Recordemos que ella les decía a sus compañeras: "si el maestro no me hace caso (que ella tendría la razón) mi mamá lo saca de la escuela, si ya en la primaria sacó a una maestra".

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A partir de febrero de 2020 me dieron mi salida oficial. Así que solo trabajé la parte de agosto hasta dic7embrendle 19 y el enero siguiente. En el último día de clases de enero me despedí del grupo y de todos los maestros. Salí, solitario, en mi auto. Habían terminado 40 años de un trayecto con sus más altas que bajas. Y sin una reunión general de alumnos como despedida, algunas palabras. No la hago de melodrama. Pero esa fue la sensación. Solitario y atrás quedaba la algarabía y ambiente de la escuela y de todo mivtrayecto laboral. Lo que no sabía es que quince días después me invitarían a ir a la escuela. Y la sorpresa fue una cultural como mi despedida. Participaron todos los grupos con un número artístico. Y palabras de la directora. De la presidenta de padres. De un alumno de mi ex grupo. Y de manera imprevista la alumna a la que aludo en los primeros párrafos habló igual con bellas y emotivas palabras.

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Pero esto no para allí. Yo había bloqueado del teléfono a su mamá, porque un mes antes me había gritado por teléfono, y le dije: "señora, le voy a colgar porque mi número no lo dí para que me griten. Cuando guste venga a la escuela y hablamos en la dirección escolar". Bloqueé su número. A los dos días fue a hablar conmigo. Muy atenta, muy cordial, sin mirarme a los ojos. Le dije: "vamos a la dirección para platicar delante de la directora". "No maestro. Yo no tengo problemas con usted. Y le agradezco las atenciones que tiene con mi hija. Ella me dijo que viniera pero no a pelear con usted". Y así quedó. Pero a los pocos días que estaba yo oficialmente jubilado...

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Recibí una llamada de un número desconocido. Yo había bloqueado su número. Y era ella, la mamá de mi alumna que aludo. Para reclamarme el por qué me había jubilado. Que iba a ir a la Secretaría de Educación y hasta con el mismo gobernador para que me regresaran "por los pelos" a mi escuela. Porque habían mandado "un maestro de contrato, no de plaza". así dijo ella. Me dieron ganas de reír, pero no lo hice. "Le agradezco sus palabras, señora. me dio mucho gusto. Pero yo ya estoy dado de baja por jubilación".

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No fue desagradable esa situación con la hija -minalumna- en lo cotidiano para mí. No me quitó el sueño. Solo me puso en alerta sobre que uno tiene que estar muy atento con los alumnos. Reitero: estamos viviendo tiempos difíciles para el magisterio. Muchas pueden ser las causas. Pero uno tiene que estar muy atento del grupo en general y de cada uno de los alumnos en particular. Si solo comentara este asunto de la alumna y su madre, no haría justicia al grupo. Lo destaco como alerta a los colegas en activo. Y yo lo resolví de esa manera.

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Allí en ese grupo estaba Alberto. "Yo ya leí el Quijote", me dijo ufano. Me lo dijo a mí que ¡yo no he pasado de la página 200 de esa novelona! "A ver, Alberto, y ¿de qué trata?" Y se puso a contarme de las peripecias de un hombre viejo que se volvió loco de tanto leer novelas de caballerías, y salió a deshacer entuertos, defender derechos de los que no se pueden defender, y se enamoró de Dulcinea del Toboso". Sí la había leído.  Yo, que tenía como tres ejemplares de El Quijote, porque el gobierno federal regaló un ejemplar el día del maestro en el 2004 a cada maestro, y varios, como diez, me la regalaron porque no la iban a leer, le regalé un ejemplar a Alberto, para enojo de otros alumnos: "Ah, ya vimos quién es su referido". Cabe destacar que Luis Alberto era un alumno muy pobre y con cicatriz de quemadura cara y un brazo. Y sabía jugar ajedrez.

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Y había tres alumnos que cuando había feria de los Experimentos, donde cada equipo presentaba uno, ellos pedía permiso para hacer otros experimentos que habían visto en Youtube, y miraban programas de Discovery Chanel y de National Geographic. Exponían temas como Agujeros negros y Agujeros de gusano, y temas de física cuántica con los que no estoy muy relacionado, pero algo aprendi con ellos. Me compré quince flautas dulces (estaban muy baratas, creo en veinte pesos en una librería por el mercado Pino Suárez). Y allí andábamos sacándoles notas. No era obligatorio para los alumnos. Solo para los que quisieran. Había cinco niños y niñas que buscaban tutoriales en Youtube, y ensayaban. A los pocos días tocaban "El cóndor pasa", "Titanic", "vals de los bosques de Viena". Claro, no la tocaban como profesionales. Y yo sé poco de música. Pero son vías de atracción para los alumnos. Y sin duda alguna la lectura libre siguió siendo mi afán. Lo mismo con dos guitarras hice algo con algunos de ellos. La estrategia nacional era trabajar con clubes.

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Decía yo ayer (no importa cuándo fue ese ayer) que todos los adultos de hoy, hace años pasaron por escuelas primaria y secundaria, mínimo, y otros más en bachilleres y universidad. Ahora son padres de familia y abuelos. Estuvieron con nosotros de niños y adolescentes. Por si hicimos bien, muy bien o algo mal. Si los escuchamos o no. Si los detectamos o no. Si los motivamos y alentamos o no. No es asunto de echarle la culpa a la escuela (lejos estoy de eso). Y tampoco a los padres. Sino es un coctel de situaciones que llevan a los niños y adolescentes a tomar decisiones extremas. Aquí en Tabasco sucedieron tres suicidios en un mes: un niño de 13 años de secundaria técnica. Una adolescente de un Cetis, y una niña de primaria en Buergos, Macuspana. ¿Quien es el culpable? ¿Quien mató al Comendador? Diríamos como en la obra de Lope de Vega: "Fuenteovejuna, señor. Todos a una".  Toda la sociedad lo es.





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