Coleccionista

1
Coleccionaba muertos. No cadáveres putrefactos que van en ruta al polvo. Eso cualquiera. Bueno, no precisamente cualquiera. Pero el caso es que de esos muertos no. Sino recuerdos de personas cercanas ya fallecidas. A les que tenía afecto, aprecio. Y algunas amor recóndito, imperturbable. Todo mundo le recriminaba. Le decía que debía coleccionar recuerdos de vivos. Era cuando él dudaba. Y se pasaba algunas tardes sentado en el patio trasero y alcanzaba a ver un conjunto de lomas que recortaban el horizonte. Y repasaba su colección, activando con el nombre los recuerdos solo de una persona. Y se pasaba así varias horas. Quienes lo llegaron a ver parecía que estaba ido. Dicen que hablaba solo.
2
Peor no hablaba solo. Sucedía que se transportaba en alma al mundo donde estaba esa persona con nombre concreto ya en el confín de los muertos. Y platicaba en realidad con él o ella. Tenía esa capacidad que pocos. Por eso los demás trataban de no platicar con ellos sobre ese tema. Y él tampoco buscaba decirles, porque sabía que se lo tomarían a mal, acusándolo de brujo o loco. Pero sí, era su modo de pasarse algunas tardes dialogando con los miembros de su colección.

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