Más sobre chicos "malos"

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"Te tocó el peor grupo", me dijeron los compañeros en el último año que trabajé como docente. Era 2o grado "D", de telesecundaria. "Ah, gracias por avisarme, por alertarme", respondí a sus buenas intenciones en la información. Había 3 grupos sobrecargados, se peticionó la autorización del cuarto grupo, lo autorizaron. Y cada docente seleccionó a los 10 alumnos identificados por mala conducta, bajas calificaciones y dificultades de aprendizaje, No querían batallar en el año escolar. Y aún peor: ese grupo iría a una bodega habilitada como aula.
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Sé lo importante que son los primeros diez minutos frente a un grupo nuevo, y los cinco minutos en una conferencia, para atrapar la atención. En el caso del nuevo grupo los alumnos ya están muy atentos calibrando su manera de ser a como van midiendo a su nuevo maestro, para ver por donde se cuelan en lo cotidiano sus maneras de ser en la vida y el maestro viéndolos a los ojos y haciendo uso de un discurso que no lo es en el sentido de la oratoria, sino de atractivo mensaje para que ellos vislumbran que se la pueden pasar bien con el nuevo maestro. Ellos están a la expectativa como si estuvieran ante un mago que debe sacar un conejo. Y saben que el maestro debe ser mago de las palabras y de las ideas.
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El asunto es que la mayoría de magos sí sacan el conejo de la chistera donde no había nada (o una paloma mensajera), y así también es casi normal que la mayoría de maestros también sean magos de la palabra y las ideas no comunes, sobretodo cuando son lectores habituales, afectos al teatro (dar clases es de alguna manera actuar), practicante de la comunicación (los educadores son comunicadores), les gusta la música, etc. Sí, es cierto que se requieren manejo de muchas herramientas. No basta saber del tema en la que soy especialista. Sino que se requiere tener elementos de la didáctica y de la teoría pedgógica. Y algo de cuentacuentos y de lo que llaman stand up (algo de humor en la plática). Sí que la tienen difícil nuestros maestros, por los tantos distractores que siempre ha habido, pero ahora parece que están multiplicados.
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Vamos a algunas noticias recientes: "Un niño de diez años es encadenado, mientras su madre y padrastro salen". Lo descubren los vecinos. Llaman a la policía. Estos por protocolo no pueden entrar. Los vecinos rompen los candados y liberan al niño. Las autoridades aún hoy buscan a sus padres". "Un estudiante de secundaria técnica se suicida en un parque de la ciudad". "Muere una señor a la que rociaron de gasolina y le prendieron fuego". "Un hombre tira en un cazo de aceite hirviendo a un perro, por diferencias con el dueño de una carnicería". "Vuelca trailer con libros y no los rapiñan". "Vuelca trailer con pollo y lo rapiñan". Y así podríamos seguirle.
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Pues esos adultos que cometen atrocidades fueron niños que pasaron por las aulas escolares, aunque nos pese hacer esa relación. No es echar culpas a nadie, sino a manera de análisis y reflexión de la importancia de observar mejor a los hijos en casa por parte de sus padres y a sus alumnos por parte de los y las maestras. Es quizá más fácil cuando es trabajo de jornada, como en preescolar, primaria, telesecundaria y telebachillerato. Y más difícil en las secundarias y preparatorias generales donde el maestro atiende a aproximadamente 300 alumnos por cada jornada laboral.
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Esa ocasión del grupo de segundo grado que recibí en el 2019, ya había pasado el primer grado, en las condiciones que mencioné. Lo primero que hice fue conseguir el libro "Poema pedagógico", de Anton Makarenko, para darme una idea de lo que enfrentó ese pedagogo ruso cuando fue nombrado director de la Colonia Gorki, una especie de reformatorio para adolescentes hombres y mujeres infractores. No por el paralelismo con la situación, que no hay puntos e comparación, pero sí con el fin de encontrar la manera con la que el educador ruso iba resolviendo los asuntos que se pue presentaban en lo cotidiano. Y ante ello sintetiza tres elementos fundamentales: trabajo, deporte y arte. Además de hablar con franqueza, comprenderlos y escucharlos. Pero ser antetodo firme y seguro en lo que se hace.
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En ese grupo que comento, y que fue el penúltimo grupo oficial con el que trabajé (trabajé de septiembre a enero con otro antes de jubilarme, y ya escribiré sobre ese último en otra ocasión), me la pasé muy bien. A un niño que era percusionista, y se la pasaba golpeando la paleta del pupitre a toda hora, siguiendo una melodía que estaba en su mente, tocando el ritmo de esa melodía, le regalé un par de baquetas profesionales. Y eso porque lo aprendí viendo un video en internet, donde un músico profesional cuenta que ese fue su caso cuando niño: todos los maestros lo mandaban a la dirección porque sus manos no se detenían ante nada, hasta que un nuevo profesor le regaló unas baquetas. 
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Hicimos un jardín botánico atrás de esa bodega jaula. Claro qu eso lo escribí en mi plan de trabajo. Cada equipo llevaba tres plantas medicinales. Las plantamos. Y un alumno de cada equipo las regaba cada dos días. Investigaron con sus padres y abuelos su uso y modo de aplicarse a los pacientes. Y así. Siempre es muy conveniente que en cada grupo haya un cine club. Y que estas películas sean seleccionadas a nivel zona o sector o estado, por docentes lectores y cinéticos que integren de acuerdo al programa, o a las semanas de la ciencia y de la inclusión, películas que traten de ese tema. Ese año vimos como cinco películas (trabajé con ese grupo de enero a junio), entre ellas "Los campeones", con tema de la inclusión. "Gaza", con tema de historia. Y así otras, estrictamente con tema que viene en el Programa del grado.
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Ese grupo con el que trabajé estuvo confinado dos años en esa bodega (j)aula). Cuando lo propio en justicia es que el nuevo grupo de primero pasara por esa experiencia, lamentable experiencia, pero no había de otra. Y les dije: de mi cuenta corre que en el tercero ustedes estén en un salón normal. Aún con la animadversión que eso genera entre algunos colegas o directivos. Trabajamos también en la parte artística con teatro, coros. Y claro que formamos un círculo de lectura, con libros que fueran con ellos a sus casas, y no por obligación. Y esta actividad de préstamo de libros se extendió de manera informal a alumnos de otros grupos que se acercaban a ver la mesa donde se acomodaban los libros a la hora del recreo. había cuatro jugadores de futbol extraordinarios. Cuatro muy buenos dibujantes. Otros actores que cuando tocó clase de "Mimo", lo hicieron genial. Etc. Para mi ego comento que a la semana los chicos a quienes otros consideran malos o conflictivos, iban corriendo a recibirme cuando veían que llegaba y me ayudaban con el portafolio, cañón , libros que llevaba.  
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Reitero. No hay fórmulas. Y ni mi experiencia es la mejor. Y ni  descubrí el hilo negro ni inventé el agua tibia. Pero algo le pueda servir a otros docentes mi experiencia. Reitero: estamos viviendo tiempos muy difíciles para el magisterio. Por nuestro trabajo estaremos casi 200 días con un grupo (o 300 alumnos en las secundarias generales). Hagamos lo que esté de nuestra parte e invitemos a los alumnos a realizar actividades educativas de aprendizaje, donde ellos se sientan mejor. No es fácil, pero hay que intentarlo. Lo que sí estoy seguro y lo afirmo es que en todos los grupos hay entre seis y diez alumnos, que son tachados de conflictos, y son ellos quienes más necesitan de un buen maestro, y no de un profesor que solo los etiqueta, enfrenta, regaña, castiga, expulsa.
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El cantautor español Joan Manuel Serrat lo dijo en una canción, esto en función de los hijos: ..."Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma/ Nuestros rencores y nuestro porvenir/ Por eso nos parece que son de goma/ Y que les bastan nuestros cuentos
Para dormir.../ Nos empeñamos en dirigir sus vidas/ Sin saber el oficio y sin vocación/ Les vamos trasmitiendo nuestras /frustraciones/ Con la leche templada/ Y en cada canción... Niño Deja ya de joder con la pelota/ Niño, que eso no se dice/ Que eso no se hace/ Que eso no se toca." Pues lo mismo, llegan a la escuela y muchos hacemos y decimos lo mismo a nuestros alumnos. Ah, y disciplina no es silencio infértil.


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