Mi capitán, oh, mi capitán



1
Miro el meme en el que está puesto y encendido el asador por el Día del Padre. Y en la parrilla se ven pescuezos, espinazos y patas. Y felicidades. Y felices quienes participan. Lo importante no es lo que se consume, sino el cariño. Porque hay otro meme en el que dos niños llevan regalos. Uno carga una cajita bien adornada. El otro un huacal de madera vacío (ese contenedor para frutas y legumbres). Y ambos lo entregan. El del huacal lo utilizó para subirse a él y alcanzar cara a cara al padre y darle el abrazo.

2
Cada uno en la relación que tuvo con él. Y ni cómo juzgar. En esa niñez de alegrías inocentes, en la que no se sabe que se es pobre, a mi madre a veces le alcanzaba para hacer de comer sopa de fideos acompañada con pescuezos y espinazos de pollo, muy sabrosa y en armonía tal que nosotros disfrutábamos gozosos, como si fuera (porque lo era) el mayor festín del mundo. Pobres viandas en armonía son manjares; ricas viandas en odio y gritos es el platillo más triste que puede haber. Y siempre había para cuando regresaba mi padre del trabajo y lo comía con la mayor alegría del mundo.

3
Para eso alcanzaba. Y nosotros andábamos como héroes en los juegos, que a veces era de policías y ladrones, e intercambiábamos el papel en el juego. Entonces nuestro héroe asomaba por el callejón (vivíamos a media cuadra de la esquina) y lo veíamos venir con una bolsa de papel estraza en la mano, casi siempre. Y allí traía pan de dulce, dos piezas para cada quien. Y en otras ocasiones eran manzana, peras o plátanos. 

4
Yo lo acompañaba en vacaciones a su "tabaco". Me quedó ese apodo porque a los 3, 4 y 5 años yo me le colgaba llorando a grito abierto a sus piernas en las mañanas, y los gritos consistían en decir que "yo quiero ir al tabaco". A su trabajo. Y algunos compañeros de él se reían, hasta que me lograban convencer de quedarme con la promesa de traerme algo ya en la tarde, quizá pan, quizá fruta, quizá un juguete. Así que ya a mis veinte años que pasaban esos mismos amigos -de él- miraban al niño del tabaco que ya había crecido, casi volando, y él orgulloso decía: "miren este es el del tabaco".

5
Mañanitas tradicionales en cama por el día. El abrazo y las felicitaciones. El quitarse las lagañas. Y acariciar el día. "¿Qué quieres de comer, papá?", me dicen. Nada especial. Me acordé del meme de las patas y pescuezos de pollo. No lo dije, porque son capaces de cumplirme ese deseo de juego. A veces les platico que en armonía fue nuestra comida en sopa dos o tres veces a la semana. "¿Y de regalo?" Que estén bien de salud es mi mejor regalo. A veces pienso decirles que sí, que me compren desodorantes, rastrillos, un libro de Ezra Pound (Cantos); la Divina comedia ilustrada, un reloj de arena. O cosas así tan sencillas. Pero no cambio nada de eso por su salud, por su armonía.

6
La figura del padre, se sabe que en muchos casos la cubrió un abuelo, un hermano mayor, un tío o un padrastro. Por eso bien se acomoda que padre no es el que engendra, sino el que cuida y educa. El día de celebración es lo mismo. Es a la figura paterna. Padre es la comida, también y padre el libro. En mi caso que vine a Tabasco a los 19 años y 11 meses, en mi trayecto tabasqueño (que es más que el tamaulipeco), he tenido figuras paternas, personas mayores a quienes recurrí por consejo, abrazo, oído, charla y sonrisas recíprocas: Miguel López Cervera, maestro de piano y escritor; Guillermo Morelos García, oftalmólogo, luchador social; y a Don Rodolfo Lara Lagunas. Los primeros dos ya partieron y los abrazo por donde anden. El maestro Lara sigue muy activo, escribiendo, leyendo, dando cátedra. Los tres, de los imprescindibles, de los que luchan toda la vida, como dijera Silvio.

7
Todos los padres son o fueron luces y sombras, Claro. No hay padres perfectos. Cada uno vive o vivió su circunstancia. Explotado, capataz, luchador social o explotador. Solo que en la figura de padre, las más de las veces para el hijo son lo mejor. Y digo las más de las veces porque ya se sabe o se supone lo que no escribo. ¿Que parte me toca a mí en autoreflexión y crítica? Por ejemplo: mi padre, como jardinero se encontraba un reloj o pulso de oro en el jardín donde le tocaba cortarlo. Y él lo levantaba, tocaba la puerta de la casa y lo entrega religiosamente a sus patrones. O cuando de niño escuché su discurso recriminativo a mis hermanos mayores: "Si caen a la cárcel por pleitos, yo pongo mi cara y los saco. Pero si caen por ladrones, hagan de cuenta que no tienen padre." 

8
A las 5 de la mañana salía de casa. Se iba a la Plaza Allende de Matamoros, tomaba café con pan en la Jarochita, que estaba enfrente. Y luego se quedaba a platicar una media hora en la plaza con amigos para luego irse cada uno al trabajo propio del día. Era como un ritual de hacer comunidad. De allí se iba caminando unas veinte cuadras para llegar a su área de trabajo. Muy conocido en esa colonia como Don Juanito. "Me pasó a saludar tu novia", me decía algunas veces por la tarde. Y agregaba algo más sobre la descripción de ella, destacando la sencillez, la empatía. Cuando niño, dejaba cerca de mi cabecera pan de dulce para que lo alcanzara yo semidormido. Y de madrugada se me escuchaba el masticar el pan. Y me llevaba al cine Popular una vez por semana.

9
"Es un gran tipo mi viejo", dice la canción de Piero. Yo cuando me miro al espejo, lo miro a él. Cuando me pongo mis zapatos me digo: estos son tus zapatos, Juan. Y a veces lo sueños. Siempre en paz y tranquilidad, satisfecho del deber cumplido. En esos sueños vamos caminando por la colonia donde trabajaba. Me abraza. Nos abrazamos. Y vamos platicando sin destino fijo, en la ruta de la camaradería. Y cuando estoy platicando con mi hermano en la sala de la casa de la infancia, y de pronto él se levanta para acomodar mejor la televisión, parece que a quien miro es a mi padre. Vamos siendo los mismos. Yo estoy más grande de la edad que él tenía cuando yo era niño. Esto lo escribo como ejemplo de lo que somos en este peregrinar, transitar y vivir la vida.

10
Es la mañana del 13 de abril. Son las 9 de la mañana. Es 2016. Recibo una llamada desde Holland, Michigan. Una sobrina: "Parece que atropellaron al abuelo. ¿Qué sabes, tío?", me dice. Yo no sabía nada. Así que traté de comunicarme a Matamoros. No entró la llamada. "No ha de ser grave", me dije tratando de convencerme. Me ocupé en el trabajo esa mañana. Al mediodía me confirmaron lo del accidente. Y que había muerto en el hospital. Tenía 87 años. Luego de cumplir su misión, voló a su morada de armonía y de paz. 

11
"¡Oh capitán, mi capitán!/ Levántate y escucha las campanas,/ Levántate, para ti flamea la bandera,
Para ti suena el clarín,/ Para ti los ramilletes y guirnaldas engalanadas,/ Para ti la multitud se agolpa en la playa,/ A ti llama la gente del pueblo,/ A ti vuelven sus rostros anhelantes,/ ¡Oh capitán, padre querido!
¡Que tu cabeza descanse en mi brazo!/ Esto es sólo un sueño: en la cubierta/ Yaces muerto y frío./ Mi capitán no responde,/ Sus labios están pálidos e inmóviles,
Mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad,/ El navío ha anclado sano y salvo;/ Nuestro viaje, acabado y concluido,/ Del horrible viaje el navío victorioso llega con su trofeo,/ ¡Exultad, oh playas, y sonad, oh campanas!/ Mas yo, con pasos fúnebres,
Recorreré la cubierta donde mi capitán/ Yace muerto y frío." (Fragmento del poema Mi capitán, de Walt Whitman).


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