La invencible Cristina Rivera Garza
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Vamos hacia donde Cristina, y llegamos. Llovía a las 6 en punto. Los truenos retumbaban como primera y segunda llamada mientras nosotros estábamos guarecidos en el Centro Cultural Villahermosa. 24 de junio, el mero Día de San Juan. Esperábamos la palabra, la sonrisa de ella, de la escritora, investigadora y traductora Cristina Rivera Garza.
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Miro a la niña Cristina en viajes largos con su familia, Liliana pequeña y sus padres. Varias horas en las rectas carreteras de Matamoros a Chihuahua. Y con esa vieja manda tradicional de no dormirse. Entonces no queda más que buscar “en qué ocupar la cabeza”, aparte de mirar los árboles que cruzan hacia atrás con velocidad media correspondiete a la de un volkswagen. Y el salvamento fueron los libros. Pero junto a eso le habían tocado buenos maestros en la primaria que alentaban a ella como a todos los niños de la escuela pública.
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Y la miro atento de muchacha en Toluca, asistiendo a una preparatoria y deseosa que empiece la clase de literatura, donde su maestro, recién egresado de alguna escuela de letras, les ha inducido con el entusiasmo y la emoción propia de los maestros lectores, a leer, como una manera de divertirse, lo cual no es fácil en general, pero los maestros lectores saben o inventan cómo hacerle. De allí recuerda la novela Ana Karenina, de Leon Tolstoi.
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Estoy escuchando a mi paisana, la escritora matamorense Cristina Rivera. Que llegó a esta festiva ciudad procedente de la ciudad de México donde presentó su último libro, en el que reúne toda su poesía publicada a la fecha: "Me llamo cuerpo que no está". Y está platicando con el público que atento escucha a quien ha desarrollado una amplia y brillante carrera en letras.
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Multipremiada, ha ganado diversos galardones nacionales e internacionales: Premio nacional de cuento de San Luis Potosí; el de novela José Rubén Romero; el Roger Callois, que otorga el Pen Club de Francia; el iberoamericano José Donoso; el Xavier Villaurrutia de novela; el Anna Seghers; el Shhirley Jackson y la Beca MacArthur. Y días previos se anunció su merecido ingreso al Colegio Nacional.
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Previo a su participación, la escritora e investigadora Sara Poot Herrera, su amiga y comadre, hizo gala de un estilo lúdico y certero -inteligente- en la manera de presentarla, proyectó fotos de cada uno de los libros que Cristina ha publicado, haciendo referencia breve de ellos, y la circunstancia en que se escribieron, intercalando una anécdota.
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El libro en el que se centró la conferencia -no de manera planeada- y las participaciones, fue "El invencible verano de Liliana", donde la escritora da cuenta mediante una investigación dolorosa del feminicidio de su hermana Liliana de 20 años, estudiante de arquitectura. Platica sin amargura sobre la impunidad, la burocracia, y que el "presunto" asesino huyó a los Estados Unidos, y se cambió el nombre, y al parecer, falleció en 2020. Denuncia asimismo sobre el hecho que es una costumbre periodística y literaria centrar los relatos y notas sobre el asesino, y dejan muda -solo como el cuerpo del delito- a la persona asesinada. Y que eso le reclamó disfrazado de crítica precisamente Felipe Garrido, conocido promotor de la lectura. Y para Ripley lo dijo Garrido en la ceremonia de entrega del premio Xavier Villaurrutia por la novela. Muestra Garrido en esa intervención su atracción mórbica por las motivaciones del asesino. Y además se da el lujo de sugerir tres obras relacionadas sobre esos abominables actos, como ejemplo de la buena literatura que el lector disfruta. Como si los asesinos fueran por generación espontanea, inteligentes y genios en la maldad. Y no. Son personas simples y comunes, parte de una estructura de avasallamiento. Como decir: patriarcado no es el padre individual, sino es el sistema -con todo su entramado- mismo de ventajas para ellos, y desventajas para las mujeres.
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La editorial Penguin le hizo un gran regalo amoroso a Cristina en el diseño de la novela sobre Liliana. Previo el regalo de un amigo de su hermana, diseñador de profesión, quien diseñó una tipografía digital que cercanamente igualaba el estilo de escribir de Liliana. Para ello tomó foto de las letras y números manuscritos para diseñar sobre las características que les distingue. La escritora lo recibió con mucha alegría y lo presentó a la editorial. La sorpresa fue que el libro publicado apareció con la letra de Liliana en las partes donde se presentan sus recados y apuntes.
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Cristina Rivera Garza en algún momento tomó conciencia de qué estudiar, sobretodo pensando en su carrera jalonada por la literaratura. Como decir en su reflexión que "libros de literatura los leeré por gusto, no porque un programa de estudios diga qué leer". Así que se decidió por la Sociología en la UNAM, y por un doctorado en Historia latinoamericana en la Universidad de Houston, lo cual le dio una perspectiva de creación más completa. De hecho en Houston ella creó el Doctorado en escritura creativa, lo cual muestra no solo su interés por el desarrollo de su carrera, sino el compromiso de seguir creando comunidad de especialistas. “Comunidad”, refiere reunirse con amigos y amigas afines en los temas y los talleres literarios.
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Los archivos oficiales han sido una de sus fuentes, y da cuenta de su experiencia en los documentos de La Castañeda, centro de reclusión para enfermos mentales, de la cual escribió "Nadie me verá llorar", que obtuvo el premio nacional de novela José Rubén Romero, el IMPAC de Dublín y el Sor Juana Inés De la Cruz. Y precisamente en la novela de "El invencible verano de Liliana", encontró la pieza del rompecabezas en el concepto de archivos cuando afirma que aparte de los oficiales, que dan cuenta de personas de la vida pública, y personas en instituciones públicas, hay un archivo "emocional", de lo que la persona escribe para dar testimonio de su paso por la vida. Y que es en ese archivo donde conoció más a su hermana Liliana, que por diferencias en la edad compartían poco, y que fue precisamente en la natación donde más convivieron. Precisamente las dos portadas del libro, la correspondiente a la edición en español y al inglés, siendo diferentes con el mismo hecho, las portadas dan cuenta de ello. En la primera una foto de Liliana en plenitud con una sonrisa adolescente que solo la felicidad puede provocarla, y en la segunda, una nadadora descendiendo de clavado en el agua.
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Excelente la conferencia por partida doble. La presentación brillante que hace Sara Poot Herrera sobre la paisana Cristina Rivera Garza, no es obra de la casualidad. Es un estilo creado por la dedicación al estudio, a la investigación y a la lectura. Originaria de Yucatán, Sara es parte de la Academia Mexicana de la Lengua. Y es especialista en Sor Juana Inés y en Juan José Arreola. Maestra de primaria, egresada de la Normal de Atequiza, Jalisco, Sara responde a mi comentario de su estilo para presentar, chispeante e inteligente: "así somos los maestros". Le pido una foto en autofoto. La mira y dice: "Salimos muy bien".
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A Cristina Rivera la vi al momento de entrar al Centro Cultural. Estaba platicando con el escritor y Director de Cultura Luis Acopa y con Sara Poot. Yo iba con Cristel e Isaías, talleristas. Muy amable su saludo, muy cortés, como si no fuera la estrella de la literatura que es. "Somos paisanos", le dije. "Que bien", me respondió con gracia y sencillez. Afortunado Villahermosa este pasado 24 de junio, con la presencia de Cristina Rivera Garza con el fluir fresco, tibio y luminoso de la palabra (como el agua cristalina del río -no del Bravo), interminable, por el interés de los asistentes, y por su disponibilidad generosa, por su sencillez inteligente. La conferencia formó parte del programa de Aniversario 459 de esta bella y siempre joven ciudad de Villahermosa.
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Cristina es feminista, pero no de confrontación con la contraparte, no de división con los amigos, hermanos, compañeros, primos, vecinos. Sino de entendimiento, comprensión y empatía. Parte de la obra de la matamorense Cristina Rivera Garza: Me llamo cuerpo que no está", 2023; Autobiografía del algodón, 2022; El invencible verano de Liliana, 2021; Había mucha neblina o humo o no sé qué, 2016; Los muertos indóciles,2013; La frontera más distante, 2013; El mal de la taiga, 2012; La Castañeda, 2010; La muerte me da, 2008; La cresta de Ilión, 2004; Lo anterior, 2004; Ningún reloj cuenta esto, 2002; Verde Shanghai, 2001; Nadie me verá llorar.
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