A mis amigos

El divino encanto de la amistad. La sutil sonrisa de aprobación. La sonora carcajada por el botín solar. Y el motín de poco tiraje en la distancia para soñar. El pájaro de medianoche, al alba, por la buena fortuna de recordar. Los momentos aquellos de los caminos con polvo y canto con la guitarra. Y las piedras que fuimos arrojando a las estatuas. Dame una oportunidad creí escuchar desde la película. Desesperados en la libertad de poder ir a cualquier parte sin poder hacerlo. Y en el delirio con llanto, el delirio de volar sobre nubes verdes y azules. Y el montar la yegua aquella para las carreras del aniversario del pueblo. Y el salobre sabor de los pétalos de la orquídea real en plenitud del despertar. Y aquella voz de las noches calladas. Y contar sobre el beso prematuro. Y el rojo rostro de encontrarla desnuda con ropa toda. Y sin saber qué hacer, mas que cerrar los ojos. Y el escalpelo en el cuello. El disco de Serrat. Mas como amigos. La luna bien portada con llama nocturna. Todo eso convoca en la humedad que le nombra. Y en la carrera a campo traviesa. Y la cabeza sumergida en el agua para ver si ahora sí va siendo la despedida. Tuvimos una edad que nos convoca. Y esta edad que nos grita un nada te llevarás. Mas que los sonados versos del escriba. Y la mirada de aquella muchacha, socia nuestra en la jornada completa de la adolescencia. A mis amigos les debo esta raíz que echa flores de corazón desde la tierra.

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