Aquí estoy

Aquí estoy, en los puntos suspensivos, escribiendo carta nada para nadie. Estoy en el icberg sumergido y en la hoja por el otoño desprendida. Aquí, donde ni ángeles ni demonios hablan lenguajes de sirena, caminan mentiras como si fueran calles de promesas vacuas. Aquí donde el polvo es polvo y el oro es oro, valores entendidos, palabras cimentadas en la dicha sugerida, esbozada. Mostrar el cobre es enunciar lo que no se es, hasta que queda carne desnuda en el trayecto, víceras, solo, honrar la muerte, el cinismo, el cálculo, no la vida. Aquí estoy donde  libros eternos como sueños a mi alrededor descansan lo justo y reclaman el olvido. Estoy con planos para salir del laberinto sin salida. Ayer caminé y pasé frente al hotel Aurora. Recordé el suicidio de Manuel Barbosa en el 85, joven de 25 años, escritor en ciernes, vamos Marx escribió en el espejo con tinta de su sangre. Y de allí me fui a una taquería tradicional de Peredo, ya no saben tan bien esos tacos. Y luego tomé un café oro aromático y cremoso cerca de allí. No escribas ya más, no más. Y recuerdo en mí la humedad confundida con deseo, la humedad confundida con alimento. Aquí estoy. Valemos solo el tiempo, que se va como la arena en el reloj. Vale, tiempo, vida.

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