Apuntes del rencoroso (en memoria a J.J. Arreola)

La paz que no conozco, maldigo, así como a  la espina bendigo y no a la flor, a la que asimismo odio. Rencor hacia la lluvia, esa humedad malsana que me circunda sin nadie cerca. Y rencor por los besos dados y acodados al olvido. Rencor a la mano que me absuelve en el trabajo. Rencor por los besos que nunca más vendrán. Escupo al destino. Rencor por la malva y selva. Por los callejones de lo oscuro, donde la vida se pierde. Rencor por la sangre derramada, por las lápidas con nombre, porque alguien puso atención en el detalle. Rencor por los pájaros que cantan, y por el libro ese que me dictan desde lejos. Rencor al odio que me alimenta como vidrio. Rencor al pescador que la pescó con la carnada de la fama.  Rencor a la cicatriz que viene desde el sueño. Rencor a la moneda por la que han muerto tantos. Rencor al pacifista por mostrar el sueño de la espera. Rencor al odio, a la esquina, a la alquimia, al agua turbia y transparente. Rencor al amor interesado. Tanto amor que tengo invertido en la esperanza de cambiar desde mi mismo. Despierto y escribo. Odio la vanidad, al ego y a la cara piedra. Odio al retoque en las fotos, porque es inútil el olvido. Odio a lo mustio, a la traición y a lo mezquino. Odio al puñal que desde la historia se le entierra a los amigos. Y por supuesto a la mano que la empuña. Y al que tira la primera piedra desde lo anónimo.

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