Esa risa de Diógenes
Ya hablaré de Catulo. Ahora de Diógenes. Ayer lo vi. Sigue con su lámpara de queroseno encendida de día. Busco honrados y leales. Es redundancia, le digo. No siempre, me responde. Y sonríe chimuelo. Ya es viejo. Viene desde Matusalén pasando por Arabia. Y no se diga Atenas Grecia, donde lo registran los cronistas. Busca personas honradas alumbrando en pleno sol. Los hay, le digo. Lo sé, no inventas nada. Una vez lo vi frente a un hipermercado y reía. Mucha energía se gasta para iluminar baratijas, externó. Y nada de ello necesito. Lo dejo solo, en sus ensoñaciones. Yo busco una lámpara para imitarlo. Lejos ya, nada hay. Lámpara no tengo. Y trato de ayudarme con luciérnaga.
Comentarios
Publicar un comentario