Flor de tristeza

Bajo la piedra, o en la rendija de cemento, nace la flor de tristeza. Y crece ensoñación, aunque soliloquio en la luz o penumbra. Tiene de todo aún en esas circunstancias. Vino tinto para la bohemia. Y la flor reclama su espacio. Rebelde sigue su ruta. Colores en pétalos saturados. Humedad retiene por si se requiere en la sequía. Y florece en plenitud por las tardes de nostalgia. Tocan tambor en la casa junto de la encina. Aullidos y susurros amarillos y celestes. Cantos donde la monotonía despierta atardeceres. Yo cuento de la existencia breve. Algunos datos. Yo planteo rutas alternas para desaparecer el tedio. Mas tocan la campana de la iglesia para el llamado. Whitman reposa en huesos como versos. Alza su portento de voz americana. Y desnuda cuerpos sin alma. Pound por ejemplo da latigazos bellos a la usura. Monstruo de  las mil cabezas para ocupar las mil máscaras del alfabeto y asfalto. Turne el caso al árbol de las siete rosas adheridas como estampas. El tranvía, Bogar. La última estación, Antonio. Y cada quien con un ramo grande de flores de tristeza apretados al pecho, del lado del corazón. Y sonríen como bocanada de oxígeno.

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