La divina garza

Para Enrique González Martínez
Aflora su rosa sensual ante los hechos. Se aloja en el aire en el vuelo y baja cada noche a dormir los sueños. Los justos sueños. Meditabunda busca los porqué de incertidumbre. Cenicienta con hada. Y se tranquiliza al saber que las plumas valen como si fueran las mismas alas. Y lo divino no se pierde en el pantano aún en el peor momento. Irradia la luz. La garza divina está lista para el sueño malabar. La divina garza busca el poema en el ojal del botón. Y en el canto del ruiseñor. Sí. También en el crepúsculo. El día transcurre en mayo o noviembre. Para decir salud con el agua transparente. La divina garza mira el espejo y este le responde como a todos en automático pothoshop. Algarabía de los dientes blancos como propaganda de pasta dental. En el poniente o Sur. El libro. La vela. De auto grande a pequeño, luego bicicleta o autobús. El helado. Son temas para dilucidar en las tardes de ocio. A la divina garza, poesía de la grácil belleza, con palabras sin alma ni corazón, le ha sido torcido el cuello, de la divina razón.

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