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Mostrando entradas de junio, 2016

Este viernes

Este viernes tiene, como todos, su dosis de presente. Que al instante mismo de nombrarse ya no lo es. Y queda en la memoria la gracia que causó. O las penas. Y como inicio del fin, tiene otros rostros, que para nada se confunden con los del lunes o martes. Por eso brindis por el he vivido. He soñado. Y he lanzado más allá mis sueños de futuro. No lo sé. No es fácil ni difícil. Hemos navegado entre los dos océanos. Y los tantos mares de los archipiélagos. Lo real es que no estamos. Y la lámpara de Diógenes ya no tiene kerosene. Pero es viernes. Y la página en blanco del cuaderno, pide nuesvas oportunidades. Es  que sabe, no me viene bien el tono azul del saco.

Formalidad

Extraña formalidad, dijo. Era cierto. Saltos como niño. O con camisas al revés. Comía papel por las noches. Bebía palabras. Y todo se resolvía a base de besos fríos. Y abrazos tibios. O a veces viceversa. Las canciones eran de otro tiempo. Cantadas con emoción. A veces con saco sin corbata. Y al fondo la luna de miel. Y las cortinas bajadas. Extraña formalidad. La lluvia por todas partes. Y comimos uvas agridulces. Nomás por sufrir sabor. Cruzábamos negro por donde andaban gatos. Y soñamos un mundo mejor. La paloma dibujé cien mil veces. Y al unicornio azul lo pinté de café. Solo por no dejar de reír. Es extraña la canción. Una y diez años o veces recorrimos la avenida que nos llevaba al panteón. Y allí escribimos versos al por mayor. Y escuchamos voces de muertos, eso lo puedo jurar, aunque no sea verdad. Que extraña formalidad. Cantamos el Quizás-quizás, con otra letra. Siempre que le preguntaba que cómo, cuando y dónde. Ella me respondía, así, ahora y aquí. Y nos poníamos a reír. Yo...

Nieve entre los labios

Cuando digo primavera aparece invierno. Es un conjuro donde no respondo. No sea que se alcance lo contrario. Y si nombro al miedo, aparece valor cuyo precio es mucho. Cuando nombro lluvia, alerones mueve el viento. mas aparece el arcoiris con colores saturados. Todos ríen cuando nombro a la tristeza. Algo sucede en esta lucha de contrarios. No es común que esto suceda. A veces nombro pasado, y ya está el futuro haciéndose presente. Cuando al fin nombré en arribo -ejemplo- en las derrotas, se fue orquestando de manera natural el triunfo. Lo que se persigue no se alcanza, incluyendo al amor. Lo que no se busca es lo que se encuentra. Por eso digo. Y ahora nombro invierno, y se presenta primavera. Y es entonces que la nieve se derrite entre los labios.

Absurdo

Eres absurdo, dijo. Yo no escuché bien con eso de los zumbidos martinetes que aparecen de pronto en mis oídos. Creí que dijo zurdo. Y respondí rápido: ¡derecho! ¡Soy derecho!. Pero bien se refería a absurdo. Fue un golpe que nos dimos entre risas. Yo había elegido el Baile de los cisnes, como belleza del ballet. Ella dijo no sé que cosa, echando por la borda la buena imagen que tenía. La moda, refería como mandato de la biología. Algo compulsivo. Lo cual era por supuesto absurdo. Y habló de historias entre sueños, cenicientas con personalidades difusas. Y delirios de cruce con imágenes como de  pesadillas. Mas reía como santa o ángel. Yo pensé que estaba soñando. Y me pellizcaba un brazo. Leí dos o tres poemas, como conjuro contra las malas vibras. Los dos polos aparecían en la personalidad irreconciliables. Absurdo, gritaba y reía a la vez. Y me abrazó por la espalda. Y me dejó marcado como alambre ardiente con las huellas de por la señal de la cruz. Me horroricé de pronto ante el...

Cuando enciendes el candil

Cuando enciendes el candil de tu casa o de tu cara. Todo es distinto. Porque has encendido antes el de la calle. Y también activas el de tu corazón. El de tus manos. El de piel. El candil de tu mirada. Todo se alumbra. Para envidia del sol y de los pequeños de espíritu. Y de todos los que se sientan a esperar luz sin darla. Porque de nada sirve encendido el sol y el candil interior apagado. De tantos, de muchos. Refulga una luz interna. Alumbre alrededor como un conjunto de luciérnagas. Cuando enciendes el candil de tu corazón, entonces alumbran las palabras. la oscuridad no es palabra que espante. A fin de cuentas luego amanece. Después de la tormenta viene la calma. Y estamos en la calma o cama. La felicidad pasa en tiempo.  Un cerillo con fricción hace fuego. Dios llama. La caverna se alumbra. Entras a casa.

He encendido el candil

He encendido el candil de la calle. Nomás para que nos alumbre entre tanto gris. Lo he encendido con el afán del vértigo por las ausencias. Las tantas noches en vela. Los días sin esperar nada a cambio. La luz del candil aclara mucho en la borrasca. No fuimos nunca  a la deriva. Tuvimos la brújula en la mano. Y la palabra precisa para cada ocasión y circunstancia. He cumplido mi tiempo. Este candil apagado lo llevo conmigo. Con fuego y petróleo. Por si se ocupa, de ser necesario sí. Dejo a cuenta el adelanto de la vida. La noche de martes grita con sonoridad presente. Como burlándose de nuestro adiós. Y abracadabra para el día. Mas la madrugada es también instante de tiempo. Sírveme de nuevo ese tu té que da la fuerza necesaria. Ya amanecerá en unas horas más. Y sacar a pasear a la sonrisa. De este miércoles para un buen y mejor día.

A pesar del desaire de la muerte

A pesar del desaire de la muerte. Esperada en cada esquina. Con la ruleta rusa, A pesar del tiempo que se aleja. Y del suspiro que no recuerda nombres. A pesar de las verdades del espejo. Que nunca engaña a nadie. A pesar de las canciones del recuerdo. De las medias verdades y mentiras completas. A pesar que ya aprendiste a escribir niño desde esos seis años: ahora redactas de manera aceptable. Y a no mirar al rey sol de frente porque quema la retina. A pesar de los poemas abajo de la cama. Y el postre de cianuro. A pesar del agua del olvidada en el estanque. Y de las monedas a cambio del destino. Del confort. De las alas rotas. A pesar del olvido o del recuerdo sin nombre con rostros diluidos. A pesar de los pesares del silencio de este teléfono que ya no sirve.  La vida maravillosa se muestra en la flor de un poema, botón que se abre. Libro libre.

Y en martes

El tiempo presente tiene distintos nombres. Sucede que es martes. Y conjugaciones de verbos. Como activo fijo el corazón. Pendiente los chequeos. Una burbujita en la pecera. Un canto señorial de ave. Un libro iniciado por leer. Recordando a Los versos del Capitán. Y la nostalgia por lo que sigue, lo no sucedido.  ¿Cómo develar lo que no se sabe? Solo que el ajedrez como el azar tienen jugadas infinitas. Y mientras tanto escribo que escribo. Y que no hay mal que por bien no venga. Y en la radio La chancla que se tira. la guitarra a la espera de esas mismas canciones que te cantas al espejo, de Usted es la culpable. Y sueltas risa a carcajadas. Sin esa ayuda del potoshop. Ni del agua bendita destilada. Y es martes. Como decir otro nombre del tiempo presente. Y que debe ser un buen día, dice la canción cien mil veces repetida. Martes, ni te embarques. Que suele suceder también.

Suele suceder en lunes

Suele suceder en lunes. Un mensaje. Un buenos días con sonrisa imprevisto. Un café como si nada. Y música sugerente de jazz. Amaneció de sol. Y mensajes. El hola consabido. Yo corrí entre penumbras antes del amanecer. Busqué a oscuras una bujía, brújula y el libro de siempre. No estás. Luego amaneció y más claro todo me di cuenta la bujía, brújula y el libro iban -van- conmigo. Yo quería un café de casa. No había casa ni café ni agua. Y di de gritos hacia el cielo. Estoy dormido acaso y entonces. Pedí el café. Mesitas y sillas negras. Y me sirvieron aromático café. Ya es tarde. Y lunes sólo lunes.

Inmortales

Los tantos instantes transformados. Es que somos inmortales. Es la suma de todo ello. Sin distinción. A menos que todo haya sido falso. Conjunto de mentiras. La vida misma como sueño. Mas hubo discursos de vida. Eternidad de lo efímero. Peces abisales o de pecera. Inmortales por los recuerdos grabados como en piedra. No os preocupéis. Todo lo que brinca cae en el lugar. El piso del tiempo sigue estando parejo.

Vino rosado

Tengo alondra tarde del domingo. Para una noche con vino rosado. Y escapar con notas especiales. La tarde del ayer estuvo en los instantes. Donde la palabras y la risa acercaron las distancias. Un guiño de neón. Un guiño con chocolate garapiñado. No se acepta mastercard, dijo el dueño de la tienda. Apenas habíamos entrado. Y mirábamos bufandas. Para luego dispuestos a salir. Con la risa de por medio. Y un rosado en la cabeza. Como para estar hablantín. Entonces tarde, preparando la noche. Salimos sin decir nada. El domingo había sido febril. Entre charlas sobre libros y las ideas de libertad que siempre se acomodan. Es la moda, dijo, señalando pasarela. Yo le hablé de inanición y esa delgadez extrema en los cromos vista. Y rió a carcajada suelta. No sabes. No sabes, repitió. Sobre lo plástico y los galenos especialistas. Yo escribía en casa una introducción. Y preveía nuevas rutas sobre textos. Saca el rosado, ordenó suave. Ya iba por la mirad. Otra copa, en fin. No rompas el encanto, ...

Castillo en el aire

Castillo en el aire. Ensueños, sueños, divagaciones. Allí radicará el odio y el amor, amarraditos de un pie, para mejorar su relación. Meteré a la nostalgia también, tiempo hace que se ha quedado atrás. Se esconde, cantarina de blues y jazz. Y con  la memoria y olvido haré una mezcla. Dejaré fuera el universo personal. El yo que rompe diques de hermandad. Y el nosotros, aún en soledad, tiene más valor. El castillo en el aire no es imaginación ni afán terco de algo que no es o será. Es aferrarse a los clavos del vivir. Un nuevo día, agua transparente y pan. Tu circunstancia es mi coincidir en forma, tiempo y geografía. Toda la música aquí. Todos los libros. Los buenos deseos. Sin que se confunda con el Arca de Noé. Este castillo es la formidable manera de vislumbrar el deseo para el presente. Y el futuro que cada segundo está en forma de cruz. Un abrazo viene bien. Y las pastillas para no soñar, Sabina, también.

Hoy domingo

Intuyo en lo bajo el sonido marcial de una banda. Oh, caracol bajo el sol. Y cambia a Moncayo de pronto. Una fuerza audaz. Para este domingo de ensueño. Suben y bajan, entran y salen al escenario que es nuestra vida, sonidos de tantos instrumentos. Para la lucha por la paz y razón. ¿Qué es eso de extrañar? Mueva montañas la fe. Ese ritmo del Huapango. Fiesta del sentir al por mayor. Allí estás, asomándote a la ventana, para saber de la vida exterior. Se apaga y prende la luz. La poderosa luz. Y la armonía de sonidos. Este domingo, es fuerza de vida. Como cada día. Sueña el caimán. Siempre, al despertar. Nuestra raíz. No la olvides nunca.

Declaración de amor

Llegué a este mundo con las palabras. No antes ni después. Fue un tramo de aprendizaje previo. Mucho oír. Poco hablar. Luego en la escuela una hada me enseñó a leer. Y pude comprender la importancia de las palabras para la vida. Saber decir un te quiero a la sirena que canta. Un ¿por qué?. Un por favor. Como el suspiro nada es sin el aire. Hubo juegos malabares. Imágenes para cultivar la imaginación. Distancias recorridas. Y vislumbre del porvenir. Me quemaron el fuego y el frío por igual. Caí y me levanté. Y siempre las palabras fueron conmigo. Breves, tibias, simpáticas, sistemáticas. Apocalípticas y jubilosas, las palabras le fueron dando sentido a mi andar. En ese peregrinar de un día al otro, de este a otro lugar. En pieles para borde del canto. Intentando aprender el esperanto, para con todos charlar. Y me puse a escuchar las aves. Y las palabras con sal y limón, también. Corrosivas. Y seguí mi ruta, con frutas por comer. Y desprecié el oro (apreciad la figura, tan solo). Me inte...

Es verdad

Son verdad el canto y el vuelo de la mariposa. Verdad los mitos del origen. Las historias a semejanza de Romeo y Julieta. Verdad el agua estancada y la corriente que baja de la montaña. El crimen atroz y el amor sublime. El acantilado y el vacío. Verdad la palabra callada, la pronunciada e imaginada. Verdad la palabra que queda entre dientes. Las del poema. La que nombran paloma. Verdad el alto vuelo y el arrastre. Verdad cuando estás en la cima o sima. Arriba o abajo. Rueda de la fortuna y del infortunio. Verdad el encuentro y el desencuentro. Verdad el unicornio ayer muerto. Y el elefante rosa. Verdad las cartas de amor tiradas al olvido. Y las cartas al mar que llegan a ninguna parte. Es verdad la mentira del amor que se anuncia jubiloso y eterno.

Es mentira

Son mentiras el recuerdo y el olvido. Traficamos palabras para afilar anzuelos en ruta al pez. No solo por eso. O precisamente. Buscamos entonces un estanque. Y practicamos con pecesillos. Son mentiras la luz y la sombra. Apenas reflejos de lo que es o fue. Peces de colores, me refiero. Y el brillo del oro, grita en repetido el loro de la conciencia o coincidencia. Son mentiras la vida y muerte. Una, la ilusión, el sueño. Otra el amor sublime, de  poco en poco. Son mentiras el cuento de las manzanas y el de las novelas rosas. Mentiras el ensueño y la imaginación. Mentira la juventud, burdo engaño. Y la soledad. Los juegos a escondidas. El brebaje nocturno. El celofán para los libros. Mentiras la libertad y el sometimiento. Los encomiables celos, y la tijera con filo. Yo buco un ratón para la compu. Y me atengo a la ouija del teclado. Y escribo Es mentira. Verdad solo las palabras que en cenizas quedaron. Todo lo demás.

La radio

La radio. Socarrona. De estación en estación. Cambia. De qué será de ti. A quen pompó.

Dócil tomo avenita

Lo veía acostado y cansado, a veces algo enfermo. Estaba casi sordo. Teníamos complicidad en el viejo chiste: "¿Quieres avenita, papá?" Él levantaba la cabeza, luego medio cuerpo, y preguntaba socarrón y riendo: "¿pos cuántos años tiene la muchacha?" Y reíamos todos. Incluyendo a mi madre. Ahora recuerdo la anécdota que mi hija sabe de memoria, porque la vivió con su abuelo. Luego de prepararla me pregunta si quiero avenita. Y riendo le respondo: "sí, sí la quiero". Y me la sirve calientita. Y dócil la tomo.

Estrella

La estrella que brilla más en el hoy es la que explotó años luz de distancia. Corresponde al pasado, el viejo truco del big bang. Mas la imagen nos llega fiel.

Filtro luz

Me da por las tardes el jugar con la luz. Atrapo un poco con mis manos. Y la llevo a un cuarto pleno de oscuridad. Y suelto el haz, como luciérnaga. O pongo un espejo para reflejarla y la mando a una pared y la muevo de un lado a otro, a mi plena voluntad. De niños con espejo aprendimos a elaborar el fuego con espejo, luz y hoja seca. Y muchas noches lo intentamos con la luz de luna que yo quiero. La sonrisa es luz donde la oscuridad de la tristeza  acampa como matriarca de gran postín.

Volver a otra edad que no es la nuestra

Volver a otra edad. Por los instantes de la felicidad efímera. Los recuerdos vuelven a toda prisa. Hubo un tiempo de color afín.  Un tiempo del primer beso, la bienvenida y el adiós. De las promesas de amor eterno. El tiempo del volar en la imaginación. De los juegos infantiles. El tiempo de ver llover sin mojarse y de bailar con lluvia pertinaz. Un tiempo de leche con arroz y dulces de melón. Y de viajes en autobús o ferrocarril. Volver a esa edad donde el día se acababa rápido por jugar. Tiempo de los sueños. Del miedo al futuro que bien aterrizó. Volver a la edad de pensar el porvenir. En los tiempos combinados. El ayer del qué dirán. Al amor que nos dejó. Y al que está por llegar. El tiempo del disco aquel que nos hizo bailar. Y el poema subrayado, suspirar. El tiempo del aquí estoy, por donde vas.

Este es el día

Este es el día. Cantan golondrinas y canarios. Gris o con claridad. Pastel por la luz. La esperada luz. El día del ave Fénix con su canción. Del saturado color. El día de la tinta nueva para las renovadas palabras. Es el día del rocío  en la flor. De la música de cámara. Recordáis el violín o piano y el lugar. Día del paseo en la plaza del centro de la ciudad. Día de reflexionar y de accionar. Es poco el día si es para reír. Mucho el tiempo de hoy si es para quejarse o llorar. Hoy es el día mejor, cualquier lugar es el mejor lugar. Este es el día en el que se vale jugar, brincar, cantar. El día de la mejor sonrisa, la mejor palabra, le mejor plegaria. Día del beso, del abrazo, de la solidaridad. Día del guiño. Decidle al espejo la verdad. El espejo corresponderá. No hay tiempo mejor que el hoy. Por suspirar.

Hoy es la noche

Hoy es la noche de las risas, de las carreras, de las carreteras. La noche de la amargura dulce, de la alegría ensimismada. La noche de las manzanas. De las bellotas para cebar gansos o divinas garzas. Del poema en el que se escriben los versos más tristes, Neruda. De los suspiros. De los recuerdos. La noche de las alabanzas por lo que es, por lo que será. Es la noche de los grillos, de los silencios, de los no me acuerdo. La noche fiel donde nos escondemos para guardar silencio. Oscuridad plena propicia para dar nacimiento a la luz. No hay noche en la que no se goce de la oscuridad como luminiscencia de lo que viene: el crepúsculo del amanecer para el nuevo día. Digo que si no:  esperanza por el mejor de los buenos días.

A veces hace frío

No es la soledad. No. Porque no es lo mismo estar solo a sentirse solo. Sucede que a veces hace frío. Y se entume la piel a pesar de la música. Una manzana viene bien. Y una pelìcula. Pararase a caminar. Un poco de yoga. Acaso. Pero se siente el frío. Esto a pesar de la temperatura ambiente de andar en los 35 grados en la sombra. Y no es la soledad. Porque hay un concierto siempre de palabras. Un olor a sándalo que llega de pronto. Y ennoblece. Y un caudal de música para atemperar la nostalgia. Recuerdo por ejemplo las largas caminatas por la sexta. Luego los viajes en carretera y la charla interminable transmutada en risas cantarinas. O el regalo aquel del verso en libro. O las palomitas de papel al vuelo. A veces hace frío y caliento agua con palabras cariñosas. Y de nuevo lo tibio se siente.

Si el azar

El azar juega. Hace su parte. Y esos dados lanzados por Dios son una jugada distinta. Cada suceso es una posibilidad entre millones. Un acto cívico o centro comercial. Un cine o centro deportivo. O en la librería. O en un lugar nocturno de distracción. No es casualidad. El azar hace su jugada. En el ajedrez  las piezas se mueven a  nombre del destino. Si fue en la iglesia o en un centro de propaganda. Es sin querer. Casualidad con causa. O quizá unas palabras lanzadas al viento. Un suspiro acaso. O el pensamiento fugaz que viene y va. O los sueños, punto de coincidencia, a veces. O el hospital, que suele suceder en visita de amigos. Fiesta en circunstancia inevitable. Dejemos que el azar haga su juego mientras tanto. Las estaciones de radio confabulan con canciones como al azar. Emociones parecidas de generación en generación. De adioses y bienvenidas. Si por azar del destino, escribo.

Si por azar del destino

Nos sentamos a la orilla del río. Vislumbramos el futuro. Marcamos con palabras la arena. Era la despedida. La muerte junto a mí. Paciente y dicharachera. ¿Y si por azar del destino nos encontramos en el futuro? Habremos de ser sinceros. No estaremos más. Lo nuestro fue solo un sueño con bostezo. Hemos sido referencia. Tiro a cuenta. Ha caído el telón. Para iniciar de nuevo luego de la tercera llamada. Hemos comenzado. Azar y circunstancia.

Colibrí

Hay un fuego en la selva. Corren todos los animales despavoridos. Y para su sorpresa miran que el colibrí se acerca peligrosamente al fuego en lugar de huir. ¿Qué haces?, le pregunta el poderoso y rugiente león  ¿Estás loco? Y responde el suave y tierno colibrí a este: voy a echar una gota de agua al fuego para apagarlo.

A cuento

Traigo a cuenta la nostalgia. De un pasado que está allí haciendo señas. Pero que ya no existe para el presente. A veces la tarde gris, la lluvia, traen a la memoria material para el olvido: leños secos o ceniza que en otro tiempo fue llaga, fuego, efímero paraíso. Y entonces acaricio a la nostalgia. La que viene a cuento. Y nos consolamos ambos entre la terca memoria y el no menos terco olvido

Me sorprendo

Me sorprendo a mí mismo. Reviso  mis bolsillos de camisa y pantalón. Y encuentro papeles viejos y nuevos, muchos papeles con datos y apuntes varios. Esbozo de una historia. Apunte para un verso. Un número de teléfono con un nombre que ya no me acuerdo de quién. Miro en el recuerdo a mi padre. Lo miro revisando sus bolsillos de camisa y de pantalón y sacando sus papeles de viejo. En ellos alguna nota. Alguna tarjeta de presentación. Un recorte de periódico. Me sorprendo a mi mismo. Y miro a mi hija que me mira sorprendida revisando mis bolsillos.

Si me tardo no me esperes

Si me tardo no me esperes. Fui por higos y duraznos al mercado. Y seguí la ruta del destino. Una calle larga larga, que llevaba a la falda de la montaña. Y encontré un viento suave, un perfume de flor silvestre. Y unas nubes con dibujos de almendra y barba blanca de los dioses. La lluvia motivó a quedarme fuera. Agua fresca y transparente. Y había sonrisas por todos lados. Gente alegre con palabras cargadas de futuro.

Misterio

Misterio cuando se da y quita. Cuando se va mientras se vuelve. Cuando se vive y se muere. Y sucede un día al otro. Rayos en el interior. Y estalla el universo, en uno mismo. Misterio la sensación del verso y del beso. El camino que lleva a todas partes. La cabra que come el pasto y rompe el laberinto. El Concierto de Aranjuez. Los platos rotos y el amor sublime. Misterio el mensaje en la mirada. Misterio la fuerza de  gravedad. El soliloquio. Las cartas de amor guardadas. Misterio la célula y su reproducción. El libro, cofre de sueños y anhelos. Crónicas de la imaginación. Misterio la rosa y su olor.

Carta para Juan Solís Romero

Juan: anoche toqué tu hombro en sueños. Y volteaste y sonreíste con tu sonrisa apacible de muerto. Qué difícil palabra para todos, en cualquier circunstancia, y más cuando toca a un cercano. Sonreíste con esa tranquilidad que alcanzaste en vida. Y yo sentí que era real tocarte y tu sonrisa, y fue real hasta que desperté. Ya sabes, en los sueños los recuerdos se presentan de cien mil maneras. Hay nexos de imágenes que nos desconciertan. Mas soñarte, tocar tu hombro y que me abrazaras todo con esa sonrisa tan tuya, me dio la tranquilidad que anhelo, y que a veces pierdo, como cuando la noticia de tu partida. Ahora el Día me pone nostálgico. De esa nostalgia que apachurra el alma. Y refiero a los sentimientos encontrados desde el 13 de abril próximo pasado: ya descansas, qué bien, más el apego punza el interior. Como un golpe rudo en el vientre. El apego que se construyó en cien mil uno momentos de nuestras vidas. Me llevas de la mano por primera vez a la escuela primaria. Orgulloso tú, ...

A esos rostros de 1978

A esos rostros de muchachos y muchachas que cabalgaban en el brioso potro del futuro. Torbellinos y huracanes dominaban con bagaje de palabras y poemas que iban conjuntando. Para disparar palabras de aliento y esperanza. A esos rostros hoy bendigo. Porque dieron ruta a un presente. Y vislumbraron una luz invisible e indivisible que  mueve a utopías ahora -dice el cantautor- perseguida por lebreles. A esos rostros en la página 16 de un anuario normalista. Gracias por ese regalo Celso. Allí está el que fui. Y sigo siendo con algunos dolores del alma crónicos. El sueño de un mejor futuro se mantiene vivo. Las cenizas de los recuerdos no hacen mella. Y recuerdo nuestras charlas sobre Julio Antonio Mella. A esos rostros. Corresponden otros rostros ahora. Empuje de las generaciones. Bufanda gris en invierno. Y apretando el cuello a la rutina. Aquí seguimos. Aún ahora. Cuando Joel riendo afirmaba que era eterno. Y aseguró demostrarlo, sigue por gracia dictando palabras y sonriendo a carca...

Te vi

Te vi. Fruta a punto de madurar. Un rayo de luz se cuela por la rendija de la puerta. Luego apareció un colibrí, batiendo aire por sobre una flor. Te vi. Los botones empezaron a florecer. Había rocío en las flores, matinal. Una oropéndola pasó. Los niños iban contentos a la escuela. Voló un libro y vino hacia mí. He encontrado la sonrisa en el espejo. La máscara regalé. He aprendido nuevas palabras. Un guiño, por ejemplo dice más. Me sirvieron en la copa del destino una bebida para soñar. Y soñé. Te vi. Corrías por la calle para hacer la revolución. Gritabas consignas contra el imperio español. Las librerías habían cerrado. Te vi, mientras adentro quedé. Las nubes. Un niño elevando su cometa. Los abuelos en el parque. Una hoja al caer.  Luego al paso de los años tallé madera para hacer un ajedrez. Y te vi. Al centro de la primera fila. Blancas y negras. Cuando la primera vez. Era un salón de banquete. Dictaba su cátedra Platón. Soñé. Te vi.

En mi verso soy libre

En mi verso soy libre, en mi verso de mar, de amar. En mi verso de luchar por lo que se quiere. Para andar por los caminos. Para navegar. Perdonadme Dulce María Loynaz. A veces camino en sueños por campos de arroz en un lugar. Sol sin sombra. Y me han tocado naufragios. Agüita de mar en la vida, como si dijéramos llorar. Mas fue humo en los ojos. En mi verso me escondo, me escudo o vuelo. Soy libre para con las palabras jugar. Abracadabra. Sonrisas. Y pim pam pum. La feria viene a acampar. Payasos, magos y faquires, aquí están ya. No traen ahora animales. Ellos mismos participan del mejor modo y hasta saben cantar.

Diga nombre y domicilio

Diga nombre y domicilio. Me ordenaron de pronto. Parecía una investigación criminalística. ¿Donde estuvo usted el día aquel cuando la lluvia? Yo buscaba referencias. Imaginaba rostros. En el pozo de los tantos recuerdos: un dato, una señal, un lunar, una cicatriz. Buscaba la distinción entre los iris diferentes. Una luminosidad o la sonrisa. Un filtro de amor. Una póliza de seguro. Repercutía en mí la iridiscencia del recuerdo de la luna a cucharadas. Dónde estés, Sabines, pedonadme. Yo sonreía en el sueño enfrascado en contestar. Y quise escribir en el sueño una historia con un final diferente como de película rosa. Diga nombre y domicilio, repitieron màs fuerte. Y no pude acordarme de uno solo. O de un punto geográfico específico. Perdón por esta fallida memoria

Flores

Flores distintas y cercanas. De pétalos con forma distinta. Colores. Matices. Tamaños. Flores para estrechar las relaciones. De fortalecer la amistad. De regar el amor. De entibiar el amor. De acariciar el amor. He aquí las flores. Para la solapa. Para el cabello. Adorno como luz de sol. El botón fue. Más no lo es. Bella, esplendente y primorosa: la flor. Mañana iré a dejar flores a la tumba de mi madre y padre. Pasado mañana irá mi hijo. Y usted que mira de soslayo.

Memoria y olvido

Heme aquí diseccionando los recuerdos. Valorándolos. Unos para el olvido. Otros para el recuerdo. Ninguno borrado. Todos forman parte del devenir en pasado. Y me esperan otros por el porvenir. Las palabras sentidas. Las presentidas. Las dichas. Las calladas. Las pronuciadas. Las gritadas. Entre oraciones, plegarias y blasfemaciones. Todas conforman un anhelo. Una dicha. El universo personal por donde transitamos con júbilo. Caminito que el tiempo ahora borra. Veredita alegre que recorrimos. Mar ígneo de la piel más palabras adheridas.

Cuando llegue el adiós

Cuando llegue la muerte, la que me corresponde. Oh, pero no corráis, amo la vida. Digo, cuando llegue, me iré satisfecho de haber vivido esta mi vida. Con esas pendientes y subidas. Decid con sus rosas y espinas es un lugar común, pero en efecto, así. Recorreré en el último minuto mis desvelos y alegrías. Los besos tronados de lechuga romanita y algunos rostros, benevolentes, humildes, sencillos. Musitaré entre labios En Paz, de Nervo. Y diré una última palabra, quizá gracias. No me arrepiento de nada. Cada instante lo respiré para la felicidad. Nunca para la delación o traición. Cuando llegue la muerte, la mía, la recibiré con una sonrisa y un fuerte abrazo. Y nos iremos juntos, si nos dejan, a vivir la otra vida, plena. He soñado vida. Y sueños son, diría el Poeta. Y finalmente el adiós.

Monotonía

Me gustaba sentir la monotonía sentado frente a la montaña. Había álamos por todas partes. Chaparral de plantas. Y chicharras puestas para ambientar con su sonido. Animalillos silvestres cruzaban el camino. Y vientos suaves pasaban junto a mí en ruta a estrellarse con la ladera del enorme promontorio. Yo entrecerraba los ojos. la ocasión se vestía de tintas. Y yo murmuraba palabras solo para sentirme vivo en armonía con la naturaleza. No llevé equipo para escuchar música de fondo. Ni tronaba los dedos para seguir un ritmo que solo yo escuchaba. Pájaros. Sí, había pájaros. Y cantaban indiferentes a mi presencia. Hormigas iban y venían. Al encontrarse se decían algo y seguían su ruta en contrario. Yo soñaba. Ah, y los recuerdos de los que no escribo, estuvieron en todo momento presentes.

No sería lo mismo

No. No sería lo mismo. Pasa el tiempo como maquinaria que tritura. Lenta y constante. Las palabras tienen otras cargas. Las imágenes son ahora de otro tiempo. Del abuelo y padres, solo recuerdos. Los títulos nobiliarios han quedado en el olvido. Los búfalos pasaron por aquí levantando polvareda. La caverna es una referencia a donde asirnos. El juglar cuenta  historias de otros rostros, otras primaveras.  Solo el libro subrayado es el mismo, aunque amarillento. No. No sería lo mismo. Y esa es la maravilla. Hay un cuento del necesario olvido.

Rostros

Cada mañana la oportunidad de un nuevo rostro, siendo el mismo. Ocupo el tiempo ante el espejo para mirarme distinto. Y encuentro una mirada lánguida por el tiempo que se escapa, por los tiempos que conjuran para nuevos vientos. Cada mañana me miro distinto. Listo para acometer el día de manera diferente. Y acuño frases publicitarias. Y ensayo por supuesto la sonrisa. Y el espejo me regresa un rostro que ya no es el mío. Tristeza en la mirada sin luna. Eco sin sonido la voz. Palabras sin poesía. Y un hueco hondo en el alma por la vida. Y le afirmo fuerte a esa imagen que la vida es bella. Un niño, el que fui, ha quedado con la mirada fija al sol. Por si las dudas. Sueño.

Otra tarde

Otra tarde que prende el tiempo. Para la sonrisa después de una breve lectura. De datos etcétera como el de usted también puede, todos podemos. Y francamente es cierto. Pero leamos lo absurdo en todo caso. Otros caminos se abren. Como el botón para flor. Y recordad siempre que la frontera entre lo sublime y lo ridículo se mueve mucho. Ya luego nos damos cuenta. Y borramos la huella dejada con palabras. No me lea, ordeno al hada. O léame. Es exactamente lo mismo porque otra tarde se va. Ramplona como muchas veces. En las que se extraña la luz, esa música. Y la negritud del disco de vinilo. Donde el vals. Ese vals. Solo ese. El de la vida a brincos de júbilo.

No blasfemo, Borges

No blasfemo, Borges. Porque me ha tocado en dicha la prodigiosa vida, esta, que me mueve a pronunciar palabras y escribir pretextos. Porque estoy contento con el agua de la cascada y río. Y porque el viento me acaricia por las tardes. No blasfemo porque tengo la mirada. Y en ella el conjunto de imágenes que pueblan mi universo. Porque confío en la lealtad del enemigo. Porque he heredado el universo y el abecedario. Por el conjunto de canciones que me mueven a valses del recue rdo. Y la guitarra que me alegra por las tardes cuando la melancolía y nostalgia me visitan. No blasfemo porque huelo las maderas preciosas. Y porque me espera por las tardes un parque, un libro y un recuerdo. Y porque la rosa se ofrendó una vez conmigo. Y a veces repetimos parte de la historia. Por esos ángeles que me has dado, entre familiares y amigos. Y completo es mi sueño, con el conjunto de tus luminosos textos.

Yo blasfemo, Borges

Yo blasfemo, por esa imposibilidad, Borges, de conocer lo infinito. Por la razón de no poder conocer lo eterno, que se conjugan en asuntos de amor. Por todos esos caminos que nos llevan a todas partes y ninguno. Porque no es cierto que todos los caminos nos lleven a Roma. Porque en el acuario, con un simple pez, uno solo, está la interpretación del origen del universo. Recolecto polen. Lo cuido a contracorriente. Contra viento y marea le hago sombra, le busco luz, humedad y humus. Y solo el destino sabe si aparecerá la vida en su esplendor del vegetal del que es parte de la fórmula. Yo miro una gota de sangre. Y quiero ver lo iridiscente de todas las claves que tiene el cerebro para la luz, los cien mil olores, el sonido gutural, el movimiento. Blasfemo por esta imposibilidad de transgredir con el conocimiento la frontera de vida y muerte. Y encontrar en las nebulosas otras claves escritas en otro idioma del universo. Blasfemo por la imposibilidad de crear el agua, detener el tiempo. B...

Amaneceres

Pronuncio nadie nombre cuando me gratifico cielos en amaneceres. Y una luz se cuela por la rendija del universo. Un trueno suave se expande. Y sueño en lo posible e imposible, en los que quito espinas a nopales y deshojo margaritas. Y además nadie nombro. E interpreto muy de mañana con rocío sobre flores cada uno de los signos. Humus. Lombrices.

La niñez (2)

Cuando escuché por primera vez que infancia es destino, no lo relacionaba con la pobreza o con el grado de estudios de los padres. Era vaga la idea y nunca me preocupé por profundizar. Mas bien me di cuenta que mi infancia fue pobreza, juegos, estudios y trabajo. Mas siempre valoré la amistad con algunos compañeros y compañeras de escuela y barrio. Me sentí protegido con el grupo, con el valor de la lealtad y de compartir lo poco que teníamos que a veces era nada. Cooperábamos para pan y leche, por ejemplo y nos dividíamos por igual. O dulces. Mas siempre quedaba en mí, al final del día, la satisfacción por haber cumplido mi parte con el grupo. Mi padre sabía leer muy poco. Mi madre nada. Y nunca los vi pelearse, hablar mal de los demás, o más de lo debido. Nunca los pillé tratar de quedarse con algo que no fuera de ellos, o ganado por ellos. Nunca los escuché con lamentaciones por la vida que les había tocado. Y sus sueños iban unidos al querer un mejor destino para sus hijos, aunque ...

Niñez

Fue entonces que salimos al mundo. Estuvimos unos años dentro del perímetro de la casa. Con los juegos infantiles. Mas hubo un día en que nos sacaron a la escuela. Ya antes para ser precisos salíamos a las tiendas cercanas. y a las clases de catecismo. Mas lo que nos impactó fue la entrada a la escuela. Un lugar ya percibido por las pláticas de los hermanos. Anhelado para estar también allí. Y quedamos al fin dentro. El bullicio de tantos niños como yo y más grandes juntos en los patios. La algarabía por las formaciones de grupo. la entrada a un salón de clase. Y atentos con las pláticas primeras del maestro de grupo. Desde el mismo día la entrega de los libros nuevecitos. y la curiosidad para hojearlos y asomarnos a sus dibujos maravillosos. Entre juegos y canciones. Entre cuentos y adivinanzas. Fuimos conducidos a un modo de descubrir un mundo nuevo: el del conocimiento científico. Por el que habríamos de transitar durante varios años, para saber que la realidad existe fuera de nosot...

La infancia

Era un patio nuestro universo. Hicimos canaletes para conducir el agua que serviría en nuestras grandes construcciones. Teníamos carritos, revolvedoras y trailers. Palas y picos teníamos. Y nuestros sueños interrumpidos solo por el grito de mamá para no ensuciar la ropa o que fuéramos a un mandado. O era el juego de las escondidas. Tras árboles o detrás o dentro de unos cuartos de bodega, o bajo las camas. El patio tenía árboles prodigiosos de frutas. Higos. Plátanos y peras. Y una bugambilia lila que se acomodó como enredadera para sombra sobre una estructura vieja. Allí nos acomodábamos para jugar lotería los sábados por la tarde o los domingos. Tenía guardadas unas cuantas canicas por si se ofrecía. Y un cometa con forma de mariposa que se me fue una tarde de verano para seguir la infancia.

En agua

Llegó y se fue en agua, liquidez en esencia. Esquirlas como gotas rotas. Mas como llegó era una humedad permanente. Acuoso el sentimiento. Y acuosas las perspectivas. Como al decir lluvia de oro. Matinal la lluvia con el sol resplandeciente. Arcoiris como adorno para fotografía. Y las palabras generosas abrazando alas de ángel y canciones de otros tiempos para la nostalgia. Me preguntan si la he visto. Oscuridad de plano. Refiere la pregunta al agua. Y yo me remonto precisamente al agua, caverna de todos los tiempos. Oscuridad donde resplandece la luz húmeda. Y esto es cierto. Góndolas por la ciudad que identifican agua en sus calles. Canales de resurrección.

Oh!!!

La transformación del alumno mediante la educación, la motivación diaria y la actitud de perseverancia. (estas lineas son el tema general para charla en el Colegio Latinoamericano, a a lumnos de preparatoria). Ya y bien el pasado viernes. Gracias, por la invitación.

Juventud

Juventud. tesoro de la vida. Tuve unos discos de vinilo. Y un balón de basquetbol. Con ellos hice una mezcla de ensoñaciones. Luego tuve una guitarra y una playera con la efigie del Ché. Nos tomamos el mar de un solo buche. Y recorrimos el país como recorrer el universo. Viajamos sobre camiones que transportaban naranjas, de noche, mirando la luna y las estrellas. Caminamos por sobre veredas de polvo anunciando las buenas nuevas con una manzana en la mano. Y soñamos el mejor mundo posible para todos los organismos vivientes. Y llegaron las flores, los libros y los ojos negros rutilantes. Estos acompañados de una sonrisa fresca como la mañana. Y trazamos una ruta descubriendo lunares. Y el bosque de los paisajes naturales. La infancia y juventud me acompañaron con una buena bolsa de dulces en las posadas. Como niño con caballete nuevo. Y surcamos el mar una tarde de verano. Era nuestra imaginación en un cuarto oscuro donde había la demasiada luz de la vida. Albricias.

Infancia

La infancia trae a recuerdo un lápiz, el primer libro y el primer beso. No llegaron juntos, porque antes eran las palabras y las sonrisas. Y un llanto indefinido por el porvenir. Había lodo espeso sin chocolate cuando los inviernos con lluvia. Y un frío sentido hasta en los huesos. Heidi fue el primer beso, una novela infantil y besar las páginas, amoroso. Y sentir lo tibio en la piel  a causa de la lectura. No era en sí como el amor que dicen viene después. Era solo una ternura por la historia. En los libros aparecieron las primeras llamaradas de los versos. En esos libros de texto que siempre amé encontré historias, adivinanzas, todos hechos reales en las páginas e imaginación. Hubo una iglesia cerca, escuelas una por cada nivel, cafetería. Y unas miradas que siempre sentí emocionantes. Hubo un papalote. Al elevarlo sentí siempre que allí iba viajando en ruta de las nubes o el cielo. Ya no me acuerdo bien.

Entonces

Entonces la mañana, y un sol deslumbrante. Una nube para foto. Y un viento suave que mueve el follaje. Yo pienso en el libro abierto. En los subrayados de aquellas tardes. Los versos. Los cursis versos a la deriva. El encanto de los poemas. Los viajes en camión por las carreteras. la mirada siempre en el futuro. Apenas reconociendo el tiempo presente, como algarabía de la vida. Luego vino de pronto la nostalgia. El hastío. Las largas horas de pensar en lo que sigue. El azul de carnaval. Como presagio y preludio de los tiempos por venir. Entonces fue el quiebre. La noche del no hay regreso. Y en las madrugadas a la espera del amanecer. Que al final vino. Entonces esto era la vida. coincidencia plena y total de los hechos. Los hechos cotidianos.

Teatrino

Me escribieron un guión para mi nombre y destino. No habrá ensayo, me dijeron. Debe salir a la primera. Y desde entonces salgo a escena. Las circunstancias van escritas. Y todo en escena de lo necesario. Cuando reí, no era el momento. Y a veces callé o hablé, cuando era preciso hacer lo contrario. Y al levantarme miraba la risa de los asistentes. Había invierno. Hambre. Y hubo de robar un saco verde y un pan. Disfruté en casa el arroz con leche y las tortas de camarón. Nunca por cierto me daba a pesar del temor ganas de salir de escena. Lo menos que hacía era esconderme en mi habitación y dormir para soñar. Cambiaban las estaciones. Y el pronóstico del tiempo nunca fue el adecuado a la escena. En fin que un día pareció permanente la primavera. Lo saturado del verde en el follaje. Y supe de los besos en los besos mismos. Y del amor como algo esplendoroso. Y escuché los aplausos como si representara bien este papel que en destino me ha tocado. Quisiera representar el papel de actor. Comp...

No claudiques

No claudiques. De eso se trata. No claudiques. Independientemente del reto que tengas al frente. O luego de la caída libre. Un durazno llegará. Ese olor. El tema aparecerá de pronto y fluirán las palabras. La pasta dental se acabó pero hay otras. La imagen que reflejas en el espejo es igual al mito de la caverna. Los libros mojados habrán de secarse. La noche pasa. El día lo mismo. Pusiste todo el peso de la vida en una metáfora. A ras de vuelo. No hubo tapete mágico, pero sí la infancia. Y el cometa andaluz sigue en lo alto como el poder de todo lo imaginable. No claudiques. Esa pared está en tu imaginación. Las llamadas perdidas no existen. Trata de recordar el nombre de esa flor del olvido. Las imágenes se renuevan, como el brote para las nuevas hojas. No claudiques con la vida, me dice ardorosa la muerte.

Un tema

Debajo de las piedras, por el jardín o sobre un tapete mágico. Con un poco de esfuerzo uno obtiene el tema para escribir. A veces es al azar. Soltar, por ejemplo, los dados sobre la mesa. E imaginarse a Dios, divertido y pleno. Otras veces puede ser escuchar una canción e imaginar al compositor por las noches en las juergas, cansado ya de tanto dolor por la ausencia. O acaso el devenir del tiempo o las Montañas rocosas. En fin. Un pajarito se cuelga a un alambre. Yo vislumbro un rayo, y es la mirada en el pasillo del avión. Escucho una vendedora de de dulce de melocotón. Y de inmediato imagino frutas, las toronjas. Un tema puede ser la nostalgia del beso, o Los Churumbeles de España, por eso de recordar las canciones que gustaban a mamá. No es que no vuelva. Solo que no hay retorno. He quemado las naves, por eso del canto de sirenas.

Sigo sin encontrar tema

La luz de la tarde, oblicua, se difumina poco a poco entre las hojas de los árboles. Las satura de color para la foto, y el color verde aparece en plenitud. Sigo sin encontrar tema. Las horas del día han pasado. Como la vida misma. Sin más señal que esta nostalgia por el tiempo de ayer que no vuelve. Me sirven un café y galletas. Busco un apunte anterior. Unos versos que me hablaban de la ruta de los nombres. Recuerdo tenue de lo fugaz e ido. No hay vuelta atrás. Doy vuelta a la hoja. Sin encontrar tema me lanzo a comprar dulces de frutas naturales.

Salvo que todos mienten

Yo escribo literatura. O textos con intención de literatura. Sucesos que solo existen en la imaginación y luego en la realidad de lo escrito. Salvo que todos mienten, menos tú y yo. Y a veces tengo dudas de ti. Y muy pocas veces de mí. Mas me consuelo. La literatura es el terreno fértil de la imaginación.

Por eso

Por eso, cuando yo quedo, en suspiros por la nueva vida, tomo una hoja seca arrastrada por el viento, su ocre color, y la humedezco, para esperar el milagro. Hay polen adherido. Y a veces suceden cosas que ni yo mismo creo. Brilla, sí brilla, como si tuviera nueva vida. Por eso me adelanto a las circunstancias, cierta lógica, la experiencia. Y sigo en camino con olfato para la aventura. Menester fijar algunas circunstancias, entonces escribo, doy señales de lo interno, emociones al caso, decisiones o desilusiones, o externas, como boleto sin número de asiento, sabrá Dios la compañía. En fin, no se da parte del todo, solo de algo en específico. La otra vez escribí sobre los tiempos. Me da por reflexionar sobre la muerte, esta viva soledad que me abraza grandilocuente. Se ha ido una gran persona, en las mismas circunstancias sin o con fama; sin o con dinero. Para variar, el caso es el mismo. Hemos de irnos como pretexto sin despedirnos. Por eso, suspirar es razón suficiente de amores con...

La amistad

La amistad es un presente perpetuo. Es como saltar en paracaídas y al no abrirse, es un decir, el corazón del amigo, amiga, te sostiene. Y te lleva a bailar aunque no sepas, si fuera necesario. O cambia el fusible o bulbo de tu linterna orientadora. No te quita los obstáculos. Te ayuda a superarlos. Ni te evita enemigos. Te ayuda a comprenderlos. Ah, y el amor se ve lento. Pero tiene miel en los ojos y dedos.

Los tiempos

El pasado es un cajón-gaveta cerrado donde está lo que ya pasó. Y con orificio para refrescar la memoria y acordarnos por donde alunizajes piel anduvimos. Autos pasados de moda. Discos de vinilo. Edificios destruidos. Libros amarillentos y ajados. Todos los rostros juveniles. Dientes macizos. Piel tersa de durazno. Cabello sin tinte. Cenizas sin cartas. El futuro es Benjamín Button y su historia de reversa; conjunto de conceptos donde más no estamos. Y no hay plazo que no se cumpla, ni letra que no se venza. Es la historia, perdón por repetirlo, del porvenir; de lo que no se conoce, pero donde no estaremos al final de cuentas. Y el presente es este momento de escribir que, fugaz,  al instante desaparece.

Todas las posibilidades

Para el domingo, todas las posibilidades. Un saludo, por ejemplo, con sonrisa. Ese buenos días, de emoción. Un gato se despereza. Y el run run del trajinar de quienes tienen movimiento. Todos los días, pero especial el domingo, abren sus puertas. Un helado, por favor. Y ese libro subrayado, mi Sabines. Del que todo lo común abreva. Yo no me canso de coleccionar palabras. De dar pasos a lo nuevo. Ese pasar del tiempo que se escapa, jubiloso y pleno. Aquí, por ejemplo hay jugo de granada y toronja. A escoger. Y cantando a la vida.

¿Qué es poesía?

¿Qué es poesía? Y tú me lo preguntas, mientras clavas tu mirada azul en un lugar de cuyo nombre no menciono por censura. Yo me aferro a los recuerdos. A Debussy, por ejemplo y el sauce aquel cuando la tarde por oscurecer de la primera vez. Me aferro a los meteoros que llegaron inundando de viento y luz los corazones nuestros. Qué es poesía, y sigue fija tu mirada en el mismo punto. Es poesía el perfume de las flores. Y esos diálogos interminables, las lecturas de poemas. Y los libros atesorados. Poesía es la luna bermeja. O el unicornio sin color perdido en el tiempo de las hadas. Es el respirar profundo. La circulación perfecta de la sangre. Y las palabras cargadas con cien mil imágenes. Y tú escuchas atenta sin quitar la mirada de un lugar que siempre despierta desde el inicio de nuestras charlas.

Cosmovisiones

En todo el cosmos. En todo lo concebible y por concebir, incluyendo lo no concebido. La mirada aquella, cuando el durazno estaba en flor. Y anidamos en el pasto suave. La cadencia del infinito y lo abrazable. Toda la filosofía toda, aterrizada en lo concreto de lo tangible. Henos aquí. Mirando el derrotero de lo imposible. Cae mientras tanto un aguacero. Y el paragüas de nuestra infancia con papel con goma y cuadriculado. Lo dejamos guardado por si acaso llueve de nuevo, luego de nuestra soledad o muerte.

Reparticiones

Es de risa la tarde calurosa. Y con eso de las repeticiones y reparticiones. Como si Platón callara para siempre. He comprado un libro popular. La simiente de Platón, heredera de los derechos de autor y las francas tardes de papel pautado. He comprado un helado en el Copelia. He navegado en cien mares con mi barquito de papel. Y repartido lo que no me cuesta: el libro repetido; el polvo del camino y de los adioses; los cantos de sirenas concupiscentes; los besos nunca dados en labios para sí. Y cómo dañan los besos que hemos repartido. La vista es muy natural, le dijo. Y todos guardamos silencio. Vamos a repartir lo que nos falta ahora.

Repeticiones

Vamos a repetirnos haciendo musgo en las banquetas; flores rojas en los jardines; polen de azafrán en las heridas. Repetir es mirar de nuevo todo, como la primera vez, las primeras miradas, las primeras palabras. Ese canto milenario hace eco en las paredes del alma. Repetir es una palabra hermosa. Como releer la mejor historia. Reencontrar el camino recorrido. Volver a oler el eucalipto por las tardes. Ombligo de luna. Y pronto, como de rayo, la frase: segundas partes nunca fueron buenas. Y que me quedo callado. ja, ja.