Un tema
Debajo de las piedras, por el jardín o sobre un tapete mágico. Con un poco de esfuerzo uno obtiene el tema para escribir. A veces es al azar. Soltar, por ejemplo, los dados sobre la mesa. E imaginarse a Dios, divertido y pleno. Otras veces puede ser escuchar una canción e imaginar al compositor por las noches en las juergas, cansado ya de tanto dolor por la ausencia. O acaso el devenir del tiempo o las Montañas rocosas. En fin. Un pajarito se cuelga a un alambre. Yo vislumbro un rayo, y es la mirada en el pasillo del avión. Escucho una vendedora de de dulce de melocotón. Y de inmediato imagino frutas, las toronjas. Un tema puede ser la nostalgia del beso, o Los Churumbeles de España, por eso de recordar las canciones que gustaban a mamá. No es que no vuelva. Solo que no hay retorno. He quemado las naves, por eso del canto de sirenas.
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