Formalidad
Extraña formalidad, dijo. Era cierto. Saltos como niño. O con camisas al revés. Comía papel por las noches. Bebía palabras. Y todo se resolvía a base de besos fríos. Y abrazos tibios. O a veces viceversa. Las canciones eran de otro tiempo. Cantadas con emoción. A veces con saco sin corbata. Y al fondo la luna de miel. Y las cortinas bajadas. Extraña formalidad. La lluvia por todas partes. Y comimos uvas agridulces. Nomás por sufrir sabor. Cruzábamos negro por donde andaban gatos. Y soñamos un mundo mejor. La paloma dibujé cien mil veces. Y al unicornio azul lo pinté de café. Solo por no dejar de reír. Es extraña la canción. Una y diez años o veces recorrimos la avenida que nos llevaba al panteón. Y allí escribimos versos al por mayor. Y escuchamos voces de muertos, eso lo puedo jurar, aunque no sea verdad. Que extraña formalidad. Cantamos el Quizás-quizás, con otra letra. Siempre que le preguntaba que cómo, cuando y dónde. Ella me respondía, así, ahora y aquí. Y nos poníamos a reír. Yo estaba soñando. Os lo puedo también jurar.
Comentarios
Publicar un comentario