Dócil tomo avenita
Lo veía acostado y cansado, a veces algo enfermo. Estaba casi sordo. Teníamos complicidad en el viejo chiste: "¿Quieres avenita, papá?" Él levantaba la cabeza, luego medio cuerpo, y preguntaba socarrón y riendo: "¿pos cuántos años tiene la muchacha?" Y reíamos todos. Incluyendo a mi madre.
Ahora recuerdo la anécdota que mi hija sabe de memoria, porque la vivió con su abuelo. Luego de prepararla me pregunta si quiero avenita. Y riendo le respondo: "sí, sí la quiero". Y me la sirve calientita. Y dócil la tomo.
Ahora recuerdo la anécdota que mi hija sabe de memoria, porque la vivió con su abuelo. Luego de prepararla me pregunta si quiero avenita. Y riendo le respondo: "sí, sí la quiero". Y me la sirve calientita. Y dócil la tomo.
Comentarios
Publicar un comentario