Día de palabras como radiantes flores
1 Yo estaba sentado en mi silla de jurado, Y miraba a todos lados: rostros del público, y un gato que merodeaba, quizá buscando ratones de biblioteca. Todos dentro esta, -un magno edificio- y los poemas daban sustancia al evento. Frenesí y entusiasmo de jóvenes que reivindican su etapa de vida con un esfuerzo grande por ser mejores. Y entre el público, destacaba el rostro de la amable señora, Doña Virginia, que nos atendía con galletas y café, y unas ricas empanadas, muy atenta a los vaivenes emocionales de los poemas declamados que arrancan lágrima por las emociones removidas de la tragedia (poema El regalo), o de la comedia (la jinfónica) o épica histórica. 2 Yo estaba sentado en mi silla de jurado gracias a la invitación hecha por Juan Torres, el joven maestro organizador del evento. "Si tuviera tiempo para ser jurado, usted que sabe, etc..." Y sí, allí estaba yo listo para escuchar la primera, segunda y tercera llamada y empezar a mirar atento a cada uno de los particip...