Si lo que quieres es vivir cien años

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Dentro de 38 años estaría cumpliendo yo cien años de edad. Digo, si llego a esa edad. Digo, si hago caso a los doctores. Digo, si disminuyo grasas y azúcares. Si le bajo a los embotellados. Si respiro aire puro. Si me alejo de los fumadores. Si no me meto de nuevo en prisas. Si me cuido cuando llueve. Si no me paro bajo un árbol cuando los rayos. Si sigo respetando a la electricidad y a las alturas. Digo, si no pierdo la costumbre de comer. Y sobretodo de respirar. Sí, dentro de 38 años estaría cumpliendo cien. Aunque eso realmente no es lo importante, sino lo que se hace en el día a día. 

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Veía yo hace días en video la charla de una abuela colombiana, tipo hippie, muy versada en el conocimiento. El video tarda 22 minutos, y lo vi completo. Realmente me impactó tanto su forma de hablar, como sus conocimientos, no de manera académica, sino de aplicación en la vida y de conciencia desarrollada, conciliada con el bien vivir, de manera sana, y con su bien morir cuando le toque: "somos seres de luz", "somos la galaxia, las miles de galaxias representadas en un individuo vivo", "cuando me toque morir, solo me integraré como uz, como energía a la energía y luz universal, de donde provenimos todos".

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Buenos días a ti, a todos, que las horas no pasen sin haber reído, sin haber suspirado, regado una planta, saludado y motivado con palabras a alguien, que la vibración propia se enlace con vibraciones positivas de las demás personas, de las plantas y animales, y si es posible -lo ha de ser, quién soy yo para dudarlo- con las rocas tipo corazón para que nos demos cuenta que ellas también sienten, aunque lo oculten o lo traten de ocultar.

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Refiero todo lo anterior, porque un día no estaremos. Y entonces el tiempo debemos aprovecharlo de la mejor manera posible. Nunca vamos a coincidir en todo en ese concepto de "la mejor manera posible". Cada quien de acuerdo a su experiencia y circunstancia sabrá como hacerlo. Y es probable que coincidamos en algo: en la paz y por tanto en la convivencia pacífica. Que de ella se desprende todo lo demás, o casi todo.

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Edward James, arquitecto y artista inglés, dejó en Xilitla una casa con jardín que es muy visitada, quizá el mayor atractivo turístico para visitar en Xilitla, SLP. Por sus amplios patios construyó esculturas de cemento consideradas dentro del surrealismo: escaleras que no conducen a ninguna parte, árboles de cemento entre los árboles de verdad, manos del mismo material, terrazas, pasadizos, etc, que al saber de ello, y al visitarlo nos podemos imaginar el motor creativo con el que este hombre se movía (aparte del dinero, si no cómo), y la desenfrenada idea de que un día nos vamos y vamos mientras tanto a hacer lo que nos motiva, gusta y sublima.

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Y lo que uno haga en este trayecto no tiene que ser como el de uno u otro, o pensar que esos niveles solo ellos, los grandes artistas, sino cada quien hacer lo propio. Si nos ponemos a pensar en ello vamos a constatar que hay cosas que parecen tan simples hechos por las ideas y manos del hombre o mujer, que trascienden. Yo miro hileras de palmeras gigantescas, avenidas arboladas que florecen amarillo y rosa en mayo, y que todo ello sin duda fue idea de alguien, y luego echó a andar el plan para que esto fuera posible.

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En el poema El sembrador, de Rafael Blanco Belmonte, el personaje del que da cuenta es un viejo como de 80 años sembrando plantitas de árboles que estarán grandes dando madera fina en 20 o 30   años (robles, pinos y sicomoros), lo cual parece a ojos de un niño (en el poema) como algo insensato, de loco, y le hace la pregunta de por qué ese afán si no verá la recompensa y este responde: 

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"... —¿Por qué tantos afanes en la jornada/ sin buscar recompensa?— dije. / Y el loco murmuró, con las manos sobre la azada:/ —«Acaso tú imagines que me equivoco;/ acaso, por ser niño, te asombre mucho

el soberano impulso que mi alma enciende;/ por los que no trabajan, trabajo y lucho;/ si el mundo no lo sabe, ¡Dios me comprende!/ »Hoy es el egoísmo torpe maestro/ a quien rendimos culto de varios modos:/ si rezamos, pedimos sólo el pan nuestro./ ¡Nunca al cielo pedimos pan para todos!/...  Vivimos siendo hermanos sólo en el nombre/ y, en las guerras brutales con sed de robo,/ hay siempre un fratricida dentro del hombre,/ y el hombre para el hombre siempre es un lobo./ »Por eso cuando al mundo, triste, contemplo,/ yo me afano y me impongo ruda tarea/ y sé que vale mucho mi pobre ejemplo/  aunque pobre y humilde parezca y sea./¡Hay que luchar por todos los que no luchan!.."

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Por eso viene bien de vez en cuando reflexionar sobre nuestro paso por la tierra. Sobre lo que estamos haciendo. Si hay que seguir insistiendo o no en nuestro afán. Si lo que hacemos es hacia el futuro o solo hacia el presente. A eso me refiero con lo que se hace, sin comparación, cada quien sabrá hacer lo propio. El sembrador del poema, es el hombre del campo que sembró los grandes árboles que miramos en el medio rural. Y como siempre me confieso en algo, heme aquí: mi madre Doña Leonor elaboró unos tejidos que guardo con cariño y enorme emoción. Son manteles de mesa de centro donde aparece un gallo.  En otro, un burro. Y pienso ¿Y yo qué voy a dejar?

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El mago compositor de Ubeda, España, Joaquín Sabina tiene una canción entre tantas que refiere al tiempo y lo que debemos hacer si solo pensamos en vivir mucho tiempo, que vivir no es lo mismo que existir, "Pastillas para no soñar":  "Si lo que quieres es vivir cien años/ No pruebes los licores del placer/ Si eres alérgico a los desengaños/ Olvídate de esa mujer/ Compra una máscara antigás,/ Manténte dentro de la ley/ Si lo que quieres es vivir cien años/ Haz músculos de cinco a seis/ Y ponte gomina que no te despeine/ El vientecillo de la libertad.."