La caverna
1
Desde los quince años me ha llamado mucho la atención la alegoría conocida como "La caverna", de Platón. Y su planteamiento significa que vivimos en una caverna o cueva oscura y de espaldas a la entrada, y que entonces lo que vemos y conocemos como "la realidad", son sombras que se proyectan con la luz de la entrada. Tan acostumbrados estamos que cuando un hombre se voltea, camina hacia la entrada y se asoma al exterior logra darse cuenta de que todos vivimos en sombras y que la realidad es la exterior de la caverna. Regresa hacia el interior y trata de convencer a los demás de lo que ha descubierto al mirar la luz (el conocimiento), y acostumbrados a la oscuridad (la ignorancia, el fanatismo, la falta de conciencia y la indiferencia) lo tildan de loco, de conflictivo, y de ser posible lo matan.
2
Ayer en una entrevista Agustín Jiménez, locutor de radio dinámico de la Voz de los chántales, me preguntó sobre cómo empecé a ser lector. Mi respuesta: "Tuve un compañero de escuela normal que era un verdadero iluminado ya desde esa edad, de nombre Óscar Eligio, quien falleció el año pasado y tuve la oportunidad de despedirnos de él con un grupo de amigos un mes antes de su lamentable fallecimiento. Ese amigo hermano Óscar era ya un lector consuetudinario, ávido; nos motivaba a leer con su ejemplo, con su frenesí en las charlas, con su ímpetu en las reflexiones y con su entrega en los concursos de declamación y oratoria. Era ya motivador y organizador nato. Nosotros formamos un grupo de lectura de filosofía en esa edad y leíamos el libro Principios elementales de Filosofía, del autor George Politzer. esas tardes con una jarra de limonada o agua simple fresca cerca, satisfacíamos la sed que teníamos de saber, y entre charlas y guasas y risas, hablábamos de lo que entendíamos sobre el ser, la conciencia, el materialismo y el idealismo y sobre el origen de la vida, y la razón de ser de la existencia humana.
3
No, no encontramos respuestas. O al menos encontrábamos respuestas provisionales, nunca definitivas. Solo que veíamos distintas las iglesias, la función de los curas, la importancia de la palabra y las ideas, y mirábamos con otros ojos las casas de madera vieja de nuestros barrios así como las calles de polvo y piedra por donde caminábamos a veces descalzos o con zapatos viejos, y vislumbrábamos una sociedad mejor con menos cantidad de pobres, y los pobres menos pobres en lo económico.
4
Por esos años empecé a leer La madre, novela del ruso Máximo Gorki. Y como el hijo de la señora personaje que da nombre al libro se reunía con sus amigos y amigas a leer y confabular para, en ese caserío cuya vida económica dependía del trabajo y funcionamiento de una fábrica, difundir propaganda para despertar conciencia sobre las condiciones de explotación en jornada larga e inhumana y el salario paupérrimo, y en una de esas lecturas la señora, que andaba cerca de ellos, sirviéndoles un té calentado en el samovar (utensilio de cocina para calentar líquidos), escucha que la religión debe ser prohibida por lo dañino para la forja del espíritu del ser humano, algo así, con otras palabras, entonces ella, inquieta por lo escuchado les dice: "los quiero mucho, estoy muy de acuerdo con todo lo que leen y reflexionan, pero por favor, no nos quiten la religión..." y etcétera.
5
Hace días me hablaron para invitarme a charlar en un evento público de mujeres. Yo, sorprendido, respondí: "¿pero qué les puedo yo decir a las mujeres sobre ellas mismas?". Y me dijeron: "pues eso, la visión que ustedes tienen como hombre sobre nosotras", y ante ese argumento fulminante acepté. "No sea modesto", me dijeron para rematar en argumento y darme en el ego, escogí el tema: "Mujeres y conciencia".
6
La conciencia es la que nos permite respetarnos, respetar los espacios de estacionamiento para los discapacitados y la no obstrucción de las rampas de acceso. La conciencia es la que nos hace diseñar los edificios con accesibilidad para ellos; la conciencia es la que nos mueve a hacer lo correcto y aceptado como correcto por la mayoría de miembros de la sociedad. Y la conciencia aún en esos casos en que la mayoría anda equivocada defendiendo lo indefendible, es la que mueve al individuo en minoría y a veces hasta solo, resistir la injusticia no precisamente contra él, sino la injusticia que se comete contra otros sean seres humanos, animales o cuando se agrede a la naturaleza.
7
Así que este día hablaré sobre tres casos donde la conciencia mueve y transforma. El caso uno es el de Rosita Parks, quien en Montgomery, Alabama, no se levanta de su asiento en un autobús público cuando el chofer le ordena pararse para que s siente un blanco, y acepta las consecuencias de su decisión, que contempla arresto y multa. Sólo que ese aparente simple hecho desencadena boicot contra los autobuses de la ciudad que dura meses, y con el triunfo determinado por las autoridades federales se declara inconstitucional la separación en autobuses, parques y restaurantes y otros derechos civiles para las personas de piel negra.
8
El otro caso es el de la niña de seis años que en Nueva Orleans asiste por primera vez a una escuela de blancos y su familia asume las consecuencias como amenazas, boicot de las familias blancas y demás humillaciones.
9
Y el caso más reciente que yo nombró como Serie Gertz, por Alejandro Gertz Manero, actual Fiscal federal, quien en 2015 acusó de homicidio por omisiones de cuidado contra su hermano Federico a su cuñada y sobrina política, concubina e hijastra de su hermano. Y mantenía hasta ayer en la cárcel a Alejandra de 67 años y a Claudia Morán, de 94 años, con orden de aprehensión.
10
El tema de la alegoría de La Caverna es el pan nuestro de cada día cuando lo que sucede a nuestro alrededor no nos interesa si no nos sucede a nosotros, cuando somos indiferentes al dolor y sufrimiento ajeno, cuando el pronombre posesivo en primera persona es el más importante para todo. "A mí", "es mío", "es mía", "me pertenece", etc.
Comentarios
Publicar un comentario