Ave Fénix


 

Alberto Magaña Ovando, un verdadero Ave Fénix

 

El joven abogado Alberto Magaña Ovando, originario de Nacajuca, es un verdadero Ave Fénix moderno. Es quien de manera fatal y estrepitosa tiene una caída monumental; en este caso, el ingreso a la cárcel sin deberla ni temerla, a causa de un señalamiento, no por cometer un delito, y su reclusión fue por largos seis años. 

Recordemos que el Ave Fénix es el animal mitológico que se calcina en el fuego y renace de entre las cenizas para cumplir con la misión que le corresponde en destino. El mito proviene de culturas antiguas. Hay quienes hablan de levantarse cuando se caen, pero solo el Ave Fénix lo sabe por el extremo de las circunstancias. El fuego, en el mito. La cárcel, en la realidad de Alberto. Y doblemente, peor aún, siendo inocente. 

Yo conozco a Alberto Magaña, el Ave Fénix. Lo volví a ver en el documental, "Duda razonable" (2021), cuando asume la defensa de presos a los que no se les puede comprobar culpabilidad, y por tanto queda en el juez la duda razonable, título de dicho documental. 

Con la premisa de presunción de inocencia (nadie es culpable hasta que se le prueba lo contrario manera fehaciente), la Ley estipula que habiendo duda razonable (y por lo tanto razonada) de culpabilidad, al acusado se le debe decretar libertad.

A Alberto lo vi por primera vez cuando él era un niño de ocho años. Su papá y mamá lo llevaban de la mano para diversas actividades en el municipio de Nacajuca. Yo saludaba y platicaba con sus padres, mientras él se entretenía con tranquilidad alrededor nuestro. Y ya grande, luego del mencionado documental “Duda razonable”, lo volví a ver meses después como conferencista en el Colegio de bachilleres de Jalpa de Méndez. Y estuve muy al pendiente de cada una de sus palabras, comprometidas para hacerlas llegar en mensaje a los estudiantes, sobre los peligros de caer en delitos cibernéticos, sea como víctimas o victimarios por desconocimiento.

Esa ocasión contó sobre tres casos reales de presos inocentes, y la lucha legal solidaria que asumió como defensa jurídica para demostrarlo. Por el tema y la habilidad de Alberto, había un silencio total en el auditorio. Sus palabras y pasos eran seguidos con gran interés por el público. Sus palabras eran oro por el valor en sí de lo que estaba tratando y contando. Al finalizar el tercer caso de inocentes en la cárcel, cerró de manera literaria por lo sorpresivo: “el del tercer caso soy yo", dijo conmocionado. Y logró conmocionar aún más a cada uno de los asistentes.

Alberto Magaña estuvo preso acusado de un delito no cometido de 2007 a 2013. Fueron largos, tormentosos y lentos seis años en el penal de Topo Chico, Nuevo León y en el de Comalcalco.  En reclusión el tiempo parece pasar como en cámara lenta. En el penal neolonés le tocó vivir dos enfrentamientos entre presos, que dejó como saldo varios muertos y heridos. "Olí el ambiente, todo estaba en la calma que precede a la tormenta", me confió. Y al rato ya estaba la refriega por todos lados. 

Y si no hay peor condición del hombre que estar en la cárcel, doblemente peor lo es siendo inocente. Todo lo anterior considerando que el sistema carcelario del país no es apropiado para la reinserción social. Solo que ante la imposibilidad en físico de gozar libertad, para un pensamiento esperanzador y lúcido, no queda de otra más que aprovechar el tiempo aún en esas condiciones y circunstancias adversas. 

Ya trasladado en al penal de Comalcalco en 2010, nuestro Ave Fénix, Alberto Magaña, aprovechó el tiempo de reclusión para estudiar la carrera de Derecho en línea. Consiguió permiso para poder tener esa facilidad del internet. Y desde las primeras clases, comprendiendo ya algunos temas, empezó a asesorar gratuitamente a varios de los reclusos. Seis años en suma son los que Alberto Magaña estuvo dentro en ambos penales, pero con un pensamiento positivo, mirando hacia las alturas, oliendo y valorando la libertad desde adentro, preparándose para salir como abogado, y para trabajar en bien de la justicia, buscando las claves en el derecho,escondidas estas entre leyes y códigos.

Recordemos que el acero y el hierro se templan y forjan en el ardiente fuego Al rojo vivo y a martillazos les da forma el herrero para conformar una buena pieza u obra. Y a cincelazos a la piedra se le da forma.  ¿Y el hombre? El espíritu del hombre se forja en las dificultades, en los golpes recibidos por el destino, en el encierro. Y así se ha forjado Alberto Magaña, un verdadero ejemplo de lo que significa la figura del Ave Fénix . 

El Ave Fénix es un mito que trasciende tiempo y fronteras. Lo mismo se tienen referencias en la cultura griega, que en la romana. Unificando las versiones de las leyendas, al Fénix lo ubicamos en el momento en el que el ángel destierra a Adán y Eva, y de su espada sale una chispa qué quema al nido y al ave. Al haberse negado el ave a comer del fruto prohibido, ya se le había otorgado el don de la inmortalidad y el dominio del fuego. Antes de morir e incendiado el huevo, de este salía renovado el Ave Fénix, de sus propias cenizas.  

Platiqué largo y tendido con Alberto Magaña hace unos días. Le acompañaba su hijo, al igual que él, de plática vivaz e inteligente. Sereno y tranquilo me comenta de sus proyectos, sobretodo de ejercer la abogacía con la ética de la responsabilidad, para buscar la justicia entre las leyes, sobretodo porque hay muchos presos que son inocentes, y están presos por no tener recursos económicos para su defensa legal. 

Alberto es hijo del médico Adán Magaña Gómez y la maestra Alma Nury Ovando Ocaña, ambos profesionistas. Estudió dos licenciaturas: Derecho y Criminalística. Y la maestría en el Sistema Acusatorio Penal. De las cenizas, que significa la grave injusticia de la reclusión en un penal siendo inocente, así resurge Alberto Magaña Ovando, como un moderno Ave Fénix. 

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