En carretera

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Todo viaje es un desafío. La vida misma lo es. Decía ayer, que puede uno caminar en la colonia, por calles o andadores donde no caminamos en lo normal, por la rutina de los días. Por el trabajo, entramos y salimos, por las mismas calles, doblamos en las mismas esquinas. Y si acaso nos cruzamos con el vecino, o la vecina. Y les saludamos con un hola y un adiós.

 

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Prepararse en todos los aspectos. Si vamos a salir de viaje, preparémonos en lo posible. Sí, hay viajes intempestivos, pero si es programado, entonces con tiempo ir al mecánico en caso de viajar en auto. E invertirle, que lo que se gasta en seguridad, es preferible a un contratiempo. Y gasolina procure que ande el tanque lo más posible siempre arriba de la mitad, porque hay tramos largos en los que no hay gasolinera y nos confiamos. 

 

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No hay necesidad de que sean viajes lejanos. Si es posible, hacerlos. Yo me muero por visitar a amigos en Colombia, República Dominicana, Ucrania y a Estados Unidos. He de poder hacerlo en un futuro cercano. Me encantan los lugares de películas amadas, como la Italia de Cinema Paradiso, La vida es bella y El tigre y la nieve; Madison, de los Puentes de ibid, Grecia, de El baile de Zorba. Y así podría ir diciendo lugares. Solo sé que no todos los caminos me llevan a Roma. Y que en mi Matamoros querido, Tamaulipas de mi corazón y Monterrey de mis amores, viven grandes amigas y amigos.

 

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Sentirse bien dondequiera que uno ande. La ventaja del corazón y alma apacibles, es que uno se siente bien dondequiera y en todo lugar. Lo mismo en iglesia de mirón con fervor, que en un mercado con o sin ruedas, los tantos colores y sabores, en las plazas de pueblos pequeños, y admirando rascacielos, comiendo en una fonda o cocina económica de fonda, que en un restaurant de carta o buffete. Con las tortillas de harina de la casa de mis hermanas o sobrinas me siento rebién (dijo Don Natán Andrade).

 

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Las carreteras que he recorrido en este viaje (apenas voy a la mitad, no manejo de noche, o solo lo suficiente para llegar) son buenas, pero caras, son las autopistas viejas y nuevas, que hacen que no nos cansemos, solo que se siente uno birlado por el alto cobro del peaje. Las nuevas no bajan de 260 pesos (ya van como cuatro en esta mitad y otras cuatro de entre 90 y 150. Pero son privadas, concesionadas a los neoliberales.

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Las comidas. Por ahora en este tramo no he tenido la necesidad de comer, digo en restaurantes o fondas de camino, porque venimos preparados con cosas que se preparan en casa. Uno debe planear bien la hora de salida. Como la mañana de ayer se me fue entre lavar y aspirar el carro, salí casi al mediodía. Entonces a las 11 de la noche iba llegando a la mitad, que es en poza Rica. Pero no tanto por manejo lento, sino porque me extravió el gps en tres ocasiones. En una me llevaba a Puebla, y mi ruta es el golfo, así que tuve que recular (perdón la palabra) y vuelta en “u” antes de pagar la caseta que estaba ya como a 150 kilómetros de Puebla. Y muy atnta la señorita del cobro, me dijo, “uy joven, va al revés”, y me ayudó para que abrieran paso para el retorno, haciendo un lado las barreras de plástico anaranjadas. 

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No viajo cansado. Me gusta manejar. No leo ni reviso teléfono mientras manejo. Voy con los cinco sentidos puestos en la carretera, mi cinturón de seguridad bien ajustado, mi música de corridos norteños, mi agua o café a la mano, y atento a los movimientos de los vehículos que van adelante,, los que van a cruzar o incorporarse a la carretera y los que vienen atrás. Sucede que de pronto los trailers estacionados se empiezan a mover para meterse al carril donde uno va y a veces ponen en peligro a los que vamos tranquilos. Aprovechando en las gasolineras la carga de combustible, ir al baño, y estirar el cuerpo. 

8

La música me acompaña siempre. Ayer, lógico, las noticias, que las corcholatas dicen, que a Murillo Karam el juez lo sujetó a proceso, por lo que debe de seguir en el fresco bote, y cosas así. Lo mismo feo escuchar lo de la joven Abigail Hay, que fue detenida en un municipio de Oaxaca, y a las dos horas estaba muerta. Raro y escalofriante el caso. “Se ahorcó”, dicen las autoridades, lo que yo no creo y menos los familiares. Pero decía que yo vengo con la música, sea de radio en La rancheríta 97.9 fm, o el Spotify seleccionando las mismas de siempre, que el Serrat, que el Rigo y Chico Ché, y así. Con Eugenia León “de las lunas, la de octubre es más hermosa…”, etcétera.

9

Traigo mi guitarra, que me acompaña. Como vengo en auto, viene para sacarla en cualquier provocación, sea de amigos o familia en carnitas asadas. No me sé muchas. Y a veces los demás dicen que mejor karaoke, qué le va uno a hacer, pero, lo mismo estando solito en las mañanas, antes de salir, me viene bien o en la noche, tocar y cantar dos o tres canciones, para que el espíritu me diga, esoToño, qué bien que nada te intimida y tienes valor. Así que canta, canta.

10

Traigo dos libros. Bueno tres. Uno de Dario Fo, para una amiga actriz que sé es su autor preferido, porque es asunto de teatro, y ella es primerísima actriz. Otro donde Jorge Luis Borges da lecciones ¿de qué más?, de literatura, por supuesto. Y uno mío, a ver si le sigo corrigiendo algo. 

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