De vez en cuando la vida, toma conmigo café...

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No quise ir a Monterrey o a la Ciudad de México en las presentaciones de la gira de despedida que hizo Joan Manuel Serrat, en semanas pasadas. No sé si ya terminó. O si le quedan aún algunas fechas allá por su España querida. Me dije: ¿Y por qué no hace una gira gratuita? Solo eso me pregunté, sin mayores recriminaciones, porque al contrario, le agradezco mucho sus canciones. Quedo en deuda, si no quedo a mano con quien le llaman El Nano.


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Luego supe que de manera gratuita vendría -a como vino- a la Ciudad de México, y tampoco quise ir, un tanto por flojera, y otro por el dinero que se gasta, que el bolsillo personal nunca ha andando en bonanza, cierto, sí en la justa medianía, y con eso me basta. Ahora que escucharlo lo sigo escuchando muy seguido, como siempre, como entonces. A veces humo entra en los ojos con alguna canción. Y en otras río con razón, cuando la nostalgia atenaza simbólicamente el corazón, por lo que de recuerdos quedaron en el fondo fel pozo, pero con algunas canciones, alzan la mano, para que los traigamos por momentos a la superficie.


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Serrat fue mi Celestino, mi alcahuete mayor, cuando de enamorar se trataba. Cómo no recordar cuando de eso se trataba, y el corazón me traía en vuelco, entonces utilizaba una canción para motivarme en solitario, y en lo posible hacer llegar la melodía del caso, que dibujaba en específico lo que yo quería decir, como un Cyrano fantasma, que me prestaba sus letras: que "la mujer que yo quiero no necesita bañarse cada noche en agua bendita", o "ese quien sueña su hija, ese ladrón que hoy desvalija, de su amor, soy yo, señora", esta aunque nunca se la enviamos a ninguna señora en referencia a su hija, pero nos gustaba cantarla.


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Pero además un motivador fiel en sus canciones el Serrat lo fue, para levantarnos el ánimo, o para dar bandera verbal en nuestras cavilaciones, o elementos que sostuvieran nuestra filosofía por la vida, por los encuentros, por los sufrimientos, y por la necesidad de avanzar como si fuéramos héroes de no sé que guerras y batallas, mientras estrujábamos una espinilla de la cara, y nos mirábamos al espejo redescubriendo el "yo" del que hablan algunos textos. Y a menor provocación de los hechos nuestra mente nos decía "caminante no hay camino, se hace camino al andar", mientras caminábamos entre el lodo o el hielo de la colonia. Sí ya sé que sus versos no son de él sino de Antonio machado.


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Porque hasta eso, nos dio a conocer algunos poetas, tanto los de los discos que grabó como el de Miguel Hernández, Antonio Machado y Benedetti con "El Siur también existe", así como otros en algunas canciones, como León Felipe, Tito Muños, Eduardo Galeano y Luis García Montero, los cuales de otra manera nos hubieran pasado de noche. Asimismo cómo olvidar esa generosidad de canción deslumbrante y certera además de reunir un conjunto de imágenes sin par en el tango "Cambalache, de Enrique Santos Discépolo, cantada por Serrat. "Que el mundo fue una tontería, ya lo sé, desde el 506 hasta el 2000 también..."


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Yo me pavoneaba por las calles de mi barrio, miraba la iglesia y su campanario, los gatos de la calle a quienes acariciaba con un cacho de comida, o iba adelante de un perro alojado en mi corazón, y miraba pajaritos, personas viejas y jóvenes, las calles pólvoras del callejón donde miles de veces caminé y probé de su polvo. O cuando pasaba por mi escuela recordando a mi maestra, o iba a la botica a robar dulces a Esperanza, o me asomaba a las caderas de las muchachas, andaba yo en la edad del despertar, y fueron los versos de Serrat que me alentaban hacia mirar el futuro con otra perspectiva.


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Junto a las canciones de Serrat llegaron otros como Alberto Cortez, Silvio Rodriguez, Guadalupe Trigo, Tania Libertad y Eugenia León, Pablo Milanés y Guadalupe Pineda, sin dejar por ello de reconocer que toda la música me gustaba junto como la de la paisana Dulce en esos desplantes que tenía con su voz poderosa (y tiene), las canciones de la Rondalla de Saltillo, solo que esa es otra historia, y si me presionan más diré que nunca dejé de escuchar las canciones de Renacimiento y Rigo Tovar. Solo para dar una idea de mi variopinto pensamiento y sensaciones del corazón. Solo que me di cuenta que las canciones de Serrat, Silvio, Pablo y luego Luis Eduardo Auté y Joaquín Sabina, tenían una forma distinta de ordenar las palabras, y a eso me refiero en la diferencia.


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Más de una rosa del jardín botánico robé, para escribir un verso. Más de una estrella ofrecí para escribir un verso. Pero todo por la causa que plantearon sin duda esos cantautores, que nos invitaron a vivir la vida de otra manera, desde otra perspectiva, haciendo uso del lenguaje como definición de nuestro perfil. Más de una sonrisa causé y provoqué, más de un sueño construí o creo ayudé a construir, al ritmo de las canciones de Serrat. Más de una lágrima solté para agrandar el mar con los versos de Serrat (y mi guitarra), baste un ejemplo que cuente, como en las mañanas del diez de mayo con la canción Soneto a mamá: "no es que no vuelva porque me he olvidado, es que perdí el camino de regreso...mamá".  Y pum la chilladora en silencio, esto los Días de la madre siguientes a su deceso.


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El 9 de febrero de 2014 vino en concierto a Villahermosa. Y aquí lo vi. Lo disfruté. Por cierto ese día como muchas veces, cargaba mi cámara semiprofesional (muchos me recuerdan en esa época con ella a mi hombro). Y a la mitad del concierto se me acercó uno de sus guarura lambiscones, más serratistas que el propio Serrat y me prohibió que tomara fotos por causa del tipo de cámara "profesional", me dijo. Y yo que no lo era, y él que sí. Hasta lo reté a golpes (con miedo, sí) invitándolo al final del concierto que saliera del teatropara platicar el asunto, y él no se atrevió. Pero nada que ver con el disfrute de ver a mi maestro Joan Manuel Serrat, disfrutar sus canciones. Por cierto en su entrada tuvo una caída, enredado con un cable, sin consecuencia alguna, al parecer. Lo tomó el como broma.


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Serrat fue nuestro alcahuete, nuestro Celestino, nuestro amigo, nuestro hermano. Solo que la edad se le vino encima (se nos vino), y ha tomado la decisión de retirarse con esta última gira. Quiero decir que compré todos y cada uno de sus discos. Ya cuando nos llego elinternet, y luego con ello el canal de Youtube, de vez en vez saco un videito y lo miro sea en mi móvil o en la televisión y disfruto como antes, como siempre, como ahora, la magia de sus voz música y canciones. Hay domingos por la mañana que voy a un terremoto que tengo, y en el transcurso del camino, unos 40 kilómetros, pongo a Serrat a todo volumen y el humo entra a mis ojos, por la nostalgia de lo que fue. Solo que siempre hay un presente que hay que hay que atender, con la misma sonrisa y actitud de siempre. Porque de vez en cuando la vida, toma conmigo café

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