Noticias del clima

1.A los extremos se va el clima en Tabasco y sus alrededores. Hay tiempos de seca. En estos días el pasto no crece. Los vacunos, mostrando en exageración sus cuartos traseros, se miran entre ellos moviendo la cola para espantarse los mosquitos. Creo que no entienden qué es lo que sucede. Sus belfos los arrastran entre el césped que ya no da más. Y entonces empiezan a comer otro tipo de hojas y flores que en lo normal no comen.

2. Luego viene la lluvia. Y por quince días a diario entre 6 y 9 de la noche  se deja caer un aguacero que lo quisieran en el Norte de la república y en el Sahara africano. Llueve como monotonía. Un café se antoja siempre, no lo olvides, y más en los días lluviosos. Y las calles se encharcan. La basura  -no cae del cielo- tapa las alcantarillas. La palotada trata de llegar más lejos con la corriente del río. Los paraguas chinos se venden como pan caliente, el que dondequiera lo olvidamos o se abre al revés. Y decimos diluvio. Decimos que caen pejelagartos. Y clamamos que pare el torrencial aguacero.

3. Estos días de extrema lluvia los partidos de Los Olmecas -equipo de beisbol local- se suspenden, Y luego los programan más temprano, para que acabe antes de la lluvia. O de plano cuando deja de llover se programa doble y hasta triple juego en un solo día. Hay quienes por la lluvia entran a museos y se enteran algo del pasado. Alguno de sus apellidos coincide con héroes locales de la Reforma, y de la Revolución. Y se interesan por investigar para elaborar su árbol genealógico.

4. A veces llueve en una colonia y en la colonia vecina no. Entonces no se cree, que ande mojada la persona, serán otras causas, se le dice. Y se alcanza a ver la cortina de agua que separa a una u otra. Y los adolescentes juegan saltando a la parte seca y entrando a la mojada. Y cantan que llueva, que llueva, como si no estuviera lloviendo ya. Uno se ríe.

5. Llegué yo a Tabasco en 1979. Tenía 19 años. Y me sorprendía todo de Tabasco, como si estuviera dentro de una película del cine mexicano. El habla rápida con jerigonza local. El calor de los 45 a la sombra. La vigorosa lluvia. Para el calor muchas personas traían su toallita de 20 por 20 cm. Y cada rato se la pasaban por la cara quitándose el sudor. Y la parte alta del pantalón se notaba el sudor, lo mismo en la camisa alrededor de las axilas. Pero luego venía la lluvia. Y no era de 2 o 3 días, no señor, sino que era un mes completito, día y noche, alternando la lluvia intensa con rayos, truenos y centellas, con el chipi chipi, que las personas decían: "está pringando". ¿Está qué?, preguntaba yo.

6. Era tema entonces de inundaciones. Para eso algún puente se había roto, y había que rodear por otro municipio para llegar a Villahermosa, por los trámites que había que hacer, la muchacha que íbamos a ver, el dinero por cobrar o la mercancía por comprar. Villahermosa, como toda buena ciudad, tenía (y tiene) sus hotelitos de todos los precios, si por una razón u otra necesitábamos ocupar. La pernocta, sobre todo.

7. El invierno no existe en Tabasco. No como tal. sigue haciendo calor. Y solo en contadas ocasiones baja la temperatura a una gravedad de 17 grados centígrados. Y es entonces que sacamos la ropa guardada para los crudos inviernos. Aparece el abrigo de Minsk, los suéteres tipo César Costa, la gabardina de detective, los guantes  de piel de morsa y cosas por el estilo. Y hay que tomarse muchas fotos, porque este cruel invierno no se presenta siempre. Si no es ahora, cuándo, te responden cuando les dices que parece que andamos en Alaska. Sí, a las caguamas, te sueltan, y la risa medicinal aparece siempre.

8. El 28 de marzo de 1982 hizo explosión el volcán Chichonal (a 147 km de Villahermosa). Despertamos como todos los días y no amanecía. A las 7:50 me dejó el autobús en la escuela primaria, de El Recreo, en Jalpa. Como los otros maestros venían de Centla y de Villahermosa, no llegaron, no a la hora. Sino dos horas después. Y platicábamos lo que cada quien sabía. Las iglesias estaban llenas de feligreses, porque era, decían, señales del "fin del mundo". Otros ya habíamos escuchado las noticias en telereportaje. El Chichinal se encuentra a dos horas de Villahermosa.

9. Y a veces viene el viento del sur (la surada). Las lluvias con viento es "norte". Se escucha el silbido que hace en su paso por el follaje de los árboles, los cuales tambalea y tambalea. Y claro que tumba algunos que quedan atravesados en la carretera, caminos y veredas, con el peligro que caigan sobre las personas o autos. Por eso se recomienda que si vas manejando (ojo), trates de ir lo más al centro de la carretera, y no bajo los árboles, que muchas partes de las carrteras tienen este bello adorno natural, que a veces son como túneles vegetales. Por eso previo a la temporada de huracanes, brigadas de protección Civil andan serrando ramas que potencialmente son peligro para los viajantes.

10. Y ni se diga, pero vale la pena decirlo. A veces los vientos son tan fuertes que levantan las láminas de las casas pobres y luego las andan buscando entre los vecinos. Se recomienda tener cuidado y con estos ventarrones no asomarse, por el riesgo de salir lastimado por una de esas láminas que son hojas con filo. Se sabe de tapas de tinaco que vuelan, y ropa tendida que cruza de casa en casa, a veces es ropa interior, la cual la gente les toma foto y las pone en Facebook para que los dueños y dueñas la reconozcan. Y hasta parece que es de broma, y no. Pero cuando el viento es menos juega despeinando y levantando faldas y ánimos.

 

 


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