Piedras del camino y la mirada

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No se sorprenda si tiene tendencia a tirar piedras y lapidar. Está en la naturaleza instintiva del ser humano. No nos sorprenda que de pronto, como reacción, tengamos ya en la mano una piedra y buscamos hacia dónde lanzarla. Y sentimos que ya tenemos a quienes y suficientes motivos.
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Y para detenernos requerimos paciencia, respirar profundamente y contar hasta cinco mil. Luego de eso, de seguro dejaremos la piedra sobre el suelo y seguiremos caminando, liberados, plenos. Lanzar piedras nunca sea motivo de vida. 
3
Hay quienes creen que tienen la verdad agarrada por los cabellos y tienden a tirar piedras reales o metafóricas a los otros, que siempre son los que no tienen la razón, según ellos. Y en lugar de argumentar con luz, le lanzan la piedra. Una y otra. A unos y otros. Y así van por la vida. Y cuando les toca a ellos,  se lamentan y preguntan, víctimas: "¿Y a mí por qué?".
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Ellos escuchan para responder. Y con la certeza de estar en lo correcto (porque todo lo que piensan son fórmulas, certezas y sentencias) lanzan las piedras a diestra y siniestra. Sus mismos adláteres los motivan. 
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Hay quienes coleccionan las piedras. Sea por colores, rugosidad, peso, resistencia al calor, brillo, dureza. Investigan sus nombres, buscan datos para su mejor uso, Y escriben ensayos sobre lo que van descubriendo. A ellas les debemos los conocimientos para su mejor uso.
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A veces hay concursos de lanzamiento de piedras. Contra un blanco a veces humano o animal, es deporte de masas. Y hay quienes le dan la espalda a ese tipo de diversiones sociales y lanzan piedras al vacío o a la luna. Y su mirada se aguza, sus músculos se hacen más fuertes. Ya luego ganan los torneos.
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Hay países donde matar con piedras, es legal. Nigeria, Sudan, Somalia, Indonesia e Irán. Por supuesto que hay otros, donde no es legal, pero se lapida. Es la barbarie, es el espectáculo. Son las catacumbas sociales de la edad media.
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Lapidar refiere literalmente a matar con piedras. Figurativamente es asomarse a lo oscuro de los hombres y no mirar sus luces, para equilibrio en la sentencia. Otros ejemplos son las calumnias. Desear el mal a nosotros solo por pensar distinto. El creer a pie juntillas que la razón corre por nuestras venas, y en los otros la sinrazón. Y a partir de allí emitir los juicios sumarios. Lapidaciones sociales. Y a tirarles piedras, total, si es la razón de la bestia humana. Los animales no lapidan a sus congéneres.
El escultor no hace una obra. Ya la tiene en su imaginación. Lo que hace es descubrirla con paciencia. Y allí está el David, de Miguel Ángelo; el Cristo redentor, brasilero; la gran esfinge, en Egipto;  la Venus (de Milo); Inclusive la estatua de la libertad. Y las grandes pirámides construidas con piedras. Y allí está la cama de piedra, del paisano Cuco Sánchez. Y la misma piedra con la que tropezamos 4 y 5 veces. Y muchas otras conocidas y desconocidas. Porque la obra está en la imaginación. La piedra es solo la materia inerte. Y hacemos con ella lo que traemos de bagaje, poco, nada, mucho, en nuestra mente.
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Se cuenta de la hilera larga de obreros indígenas que llevan una gran piedra sostenida en el mecapal, las cuales serán utilizadas para la construcción de la iglesia. Y cuando les preguntan sobre lo que cargan, cin cara y gesto distinto cada uno tiene su respuesta, distinta, según el tamaño de su fé. Para unos la piedra servirá para la construcción de las paredes de una construcción, para otros la construcción de una iglesia, y para otros, los menos, el glorioso templo del señor.
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Así con las piedras del juicio por ser lanzadas en lapidaciones, lanzadas al vacío o la luna, o esculpirlas para encontrar lo que el pensamiento imaginativo crea. Eso es lo que nos define.
  

   


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