Escribir, "preferiría no hacerlo"

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Kristian entró con confianza como Pedro por su casa. Porque es su casa. Con la alegría de cumplir una cita con el destino y la amistad. Con el destino porque este es impredecible y no sabemos lo que sigue, pero el destino bien que lo sabe: estar en el taller literario la Cueva de los Alebrijes. Con la amistad, porque es hermano más que amigo de Jaime Ruíz, el codirector de Casa Alebrijes. No solo porque hayan estudiado juntos, que ya con eso sería suficiente, sino porque ese trayecto de estudiante lo hicieron con coincidencia en ideales y vislumbres de futuro, y me imagino que cómplices en alguna travesura juvenil. Y volviendo con la amistad, asimismo se le estima por lo que hace como escritor, y como persona sencilla y alegre.

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Es sábado. Son las 4 de la tarde y es hora de inicio de sesión del taller literario en Casa Alebrijes. Es la cueva donde nos metemos para tallerear textos y platicar sobre distintos temas relacionados a la existencia. Pero es la palabra la flama donde giramos para entibiarnos en lo humano, donde somos atraídos por ese combustible verbal que nos hace vibrar sin quemarnos.  A la vez la palabra es la carnada que nos ha atrapado y queremos seguir siendo atrapados por siempre y cada vez más, en lo posible. En el caso de los asistentes al taller literario, para crear -con la imaginación, la piel y la mirada- historias por contar, metáforas para enamorar, encantos con palabras para atraer al lector. 

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Ya estaba Kristel, el gran Jaime y yo. Se sumó la anfitriona Delia. Y la plática se instaló como el pastel armónico y motivante al centro de la mesa cubierta con un bello mantel tejido en hilo verde Tabasco. Luego llegó Fidencio siendo doblemente el gusto por verlo entrar con un pan multiplicado en las manos, contento de arribar a la casa, y contento de ver a sus compañeros del taller literario. Y junto a él, Johan Barrera. Ya estaba listo el cuadro básico sabatino. Y le pedí al maestro Kristian Antonio, luego de presentarlo formalmente y agradecerle su visita, que  nos platicara sobre la importancia de los libros y lo que significa escribir para un individuo.

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"Preferiría no hacerlo", es una expresión recurrente del personaje Bartleby, de "El escribiente" de Herman Melville (el autor de Moby Dick). Y no solo se instaló el escribiente Bartleby en el taller, y le dijimos que nos sirviera las empanadas, y claramente escuchamos cuando dijo "prefería no hacerlo", y nos quedamos sorprendidos, sino también la ballena estaba dentro de la Cueva Alebrijes. No medimos las consecuencias si cabía o no, y no sabemos la magia con la que entró. Pero allí estaba. Y sí, era por la magia de la palabra y los recuerdos. precisamente de la palabra enriquecedora del maestro Kristian Antonio.

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Teníamos a la mano café. Siempre el café necesario para el disfrute y gozo por la vida. Y teníamos las empanadas que había llevado Fidencio, queso cubierto con harina o viceversa. Y había también galletas, con las que empezamos a alimentar también a la ballena que pedía más y nos guiñaba un ojo. El maestro Kristian en la charla hizo un recorrido por algunas de sus lecturas, comentó de la cantidad de libros que lee. Y no lo hizo con el fin de impresionar o demostrar, sino con el fin de motivar a los asistentes al taller de lo enriquecedor que es la lectura como hábito para un crecimiento personal, un dominio del lenguaje, que a fin de cuentas es la herramienta insustituible del escritor.

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Interminable la plática, como interminable el mundo de los libros. Las múltiples razones por las que para el escritor es consustancial la lectura. La crónica es demandante. La crónica periodística si es bajo presión del medio para el que se trabaja, no queda bien, aunque se cumpla. El maestro Kristian comenta que escribe tres o cuatro crónicas al año, porque requieren tiempo, revisión, corrección. Y comenta de la importancia de cortar palabras, lineas e incluso párrafos al texto. Porque hay lo que sobra, que solo puede darse uno cuenta con la experiencia, la disciplina y el tiempo.  Que bien lo dice Stevenson, el de la "Isla del tesoro", sobre Balzac: "¡No hay más que un solo arte: el arte de omitir!¡Oh, de poseer únicamente el arte de cortar, no ambicionaría ningún otro don! Un escritor que supiera como cortar podría transformar cualquier gacerta cotidiana en  una epopeya homérica". Así lo dice Stevenson, que también estuvo con nosotros. Sí, como todos los fantasmas de escritores que acompañan a todos los talleres literarios.

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Ya estaba Lupita también en el grupo. Todos atentos al brillo de las palabras. A la tranquilidad de la plática. Al gozo con la palabra, imaginando las clases del maestro Kristian en ese tono, con esa sonrisa, con esa seguridad, con esa alegría. Magia es la palabra: con esa magia. Porque la imaginación desbordada en el aula logra que los estudiantes imaginen otros mundos mejores, imaginen una sociedad mejor. Y esta depende del dominio de la palabra, para que del dicho al hecho haya menos trecho.

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Había texto para tallerear. Y este correspondió a Johan Barrera. Johan escribe mucho y poco a poco ha ido mejorando. Ama con pasíon escribir. Y siempre que puede llega al taller, porque trabaja, y el turno a veces se le empalman al horario del taller y lo lamenta, nos lo dice. Y su texto es parte de un proyecto mayor, novela que sucede en un lugar que se llama San Juan Bautista, que coincide con el viejo nombre de la ciudad de Villahermosa. Algunos puntos y comas de sugerencia. Y revisar cada párrafo con autocrítica, buscando claridad y entramado lógico. Doble reto el escribir novela, y sobretodo histórica. Muy bien, Johan.

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Kristian Antonio Cerino Córdova (Jalpa de Méndez 1980), es académico, escritor y periodista. Es egresado de Comunicación de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, y de la Universidad Veracruzana, donde estudió la maestría de literatura hispanoamericana y estudia el doctorado. Coautor de varios libros, y con libros propios, ha ganado diversos premios de periodismo en crónica y el premio tesis UJAT. Ha sido becario de la Fundación Prensa y Democracia y de la Fundación Nuevo periodismo iberoamericano. Su más reciente libro es "Breve encuentro con los otros", integrado por relatos periodísticos. Aquí consigno breve, su amplio curriculum. Y ha jugado futbol con el equipo tradicional de Jalpa: Aborígenes.

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Kristian forma parte de la estirpe de los cronistas, aquellos que miran con otros ojos lo que todos ven con la mirada común. De aquellos que registran puntos, instantes, detalles, especialidades, que están a la vista de todos, para hacer vivir la realidad en los textos, que van hacia una página de periódico, y que cumplen al encontrarse con lectores como usted y yo, y que al leer reviven el hecho sucedido en la circunstancia correspondiente y en su modo de lugar y tiempo. Y que por su belleza arriban al libro para dejar constancia para otros lectores que llegaran a la cita con el libro en el momento menos esperado. Es de la estirpe ni más ni menos de  esos cronistas como Leila Guerreiro, Martin Caparrós, Juan Villoro, pero que abrevaron en la fuente de los cronistas de mucho antes, por decirlo así, con brincos nominales por el breve espacio: Herodoto, Bernal Díaz del Castillo, y más recientes como Rizyard Kapushinski, Gabriel García Márquez y muchos otros. Y volviendo al taller, su nombre, el de Kristian Antonio Cerino Córdova, se suma a al de otros que han hecho el honor de visitarnos, como Balam Rodrigo, Angel Fuentes Galán, Érika Rodríguez Padrón, Álvaro Solís Castillo (espero no olvidar alguno). 


 






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