La Nueva Jerusalem y el forastero misterioso

1. Yo era el niño aquel que a los 8-9 años se quedaba absorto ante la reproducción grande de una pintura, quizá del medievo, edad del oscurantismo. El área donde estaba era una habitación grande donde estaban dos camas y un sillón viejo comprado de segunda mano, que al sentarme me quedaba de frente el cuadro. La imagen sobresalía -entre almanaques que mi padre coleccionaba- como un maestro de moral que sin palabras nos indicaba el camino a seguir en la vida: el angosto y difícil, o el ancho y fácil (según). Antes de salir a la escuela, pasaba por allí y miraba la imagen. Al regresar, lo mismo. Si iba a la iglesia a misa, donde fungí como monaguillo, igual. La verdad que yo no quería ir al infierno.

2. El cuadro es una vieja representación de la llamada Nueva Jerusalén, cuyo nombre sobresalía en la parte de arriba. Y de un punto central de la izquierda, fuera del plano, por lo que no se alcanzaba a ver, salían dos columnas de seres humanos: una dirigida en declive hacia la esquina derecha inferior, que serían quienes van por el camino equivocado, y otra, que sale del mismo punto y va en ascenso hacia la esquina superior de la derecha, que son los bien portados.

3. Esto lo vinculo con la novela que estoy releyendo ahora: "El forastero misterioso", del escritor estadounidense Mark Twain. En esta, luego de las descripciones del lugar donde se desarrollan los sucesos, y que hay dos sacerdotes, uno bueno y otro malo, quienes ofician misa y participan en dicho pueblo, con sus casas y castillos, pero que el pueblo confía más y quiere más al cura malo, y el bueno cae en desgracia, tiene una casa hipotecada y está a punto de perderla, un grupo de muchachos están descansando en un camino, y se acerca de pronto uno de su edad forastero y trata de hacerles plática. Y ellos están reticentes a aceptarlo por no ser del pueblo, forastero ya se dijo. En un momento uno saca cigarros para empezar a fumar, pero no tienen cerillos. Y el forastero se le acerca y con un chasquido de dedos, saca fuego y les enciende el cigarro. Ellos se sorprenden.

4. Además el chico forastero tiene buena plática, bellos rasgos, y finalmente lo aceptan. ¿Y cómo le hizo para sacar fuego? Él les dice que no solo sabe hacer eso, sino que pueden pedir lo que quieran y lo aparece. Así que piden pizza, pastel, frutas, dulces y tantas cosas más, y él las va apareciendo. Mientras platican y ellos comen siverid9s y contentos, el forastero va haciendo juguetes con lodo: un castillo, cañones, muñecos a escala para el juego, y les dice que ellos también los hagan, y aunque a ellos les salen desproporcionados, están jugando con barro como si fuera plastilina. Y en un momento el forastero sopla y ellos se sorprenden, porque se empiezan a mover los muñecos y animales en ese castillo y alrededor como si fuera una maqueta con vida verdadera. No cuento más para que la lean. Solo que ellos le preguntan su nombre: "Satanás", dice él, sin mayor aspaviento. Al escuchar el nombre se espantan y tratan de correr, pero él les pide y suplica  que no se vayan, porque lo que quiere es jugar como ellos y con ellos.

5. Entonces les explica que él forma parte de una familia grande de Satanes, en la que todos son ángeles buenos, como lo había sido su tío, el más conocido, Luzbel, el que desobedeció a Dios, por lo que fue expulsado del paraíso y cayó a la Tierra. "Es verdad, así fue", dijeron ellos. "¿Y lo conoces?" "Claro que sí. Es muy poderoso, como todos nosotros, responde ante la cara de asombro de los muchachos. Así se sigue desarrollando la novela. Les invito a que la busquen y lean.

6. Yo vuelvo a la reproducción del cuadro que estaba en mi casa cuando yo ers niño. Y que la veía unas cinco o seis veces al día. Algunas veces de pasada y en otras ocasiones me detenía más para mirar los detalles. Yo ayudaba al cura en las misas de la iglesia como monaguillo. Me enfundaba en mi casaca blanca y roja. Y cuando regresaba a la casa, por supuesto que yo me imaginaba que cuando me tocara formarme en alguna fila representada en cuadro que aludo, me tocaría sin duda alguna en la fila que asciende, en el de las buenas personas que van directo al cielo.

7. Pero mi angustia crecía al ver que me gustaban las personas que iban por la fila equivocada y derechito al infierno. Yo tenía 8-9 años, y no alcanzaba a ver más de lo que miraba, el límite eran, como se dice, mis narices (mi nariz). Y lo que yo veía es que quienes tenían un rostro de alegría, con sonrisa y guiño de ojo incluido, eran las personas que marchaban gustosas por el camino del "mal", gitanos bailadores, mujeres de bonito cuerpo y faldas cortas, coloridas, payasos, músicos, travestis, sultanes, prestidigitadores, magos, faquires, damas y catrines, etc. Había un arco por donde cruzaban, que significaba que no hay retorno y dicha fila la encabezaban reyes montados sobre dragones que echaban fuego y un cuernudo rojo jalaba a dos mujeres cubiertas con sábanas de colores chillantes, como prostitutas, para arrojarlas al fuego eterno donde ya estaban otros, desnudos, de varias edades, consumiendo en el fuego.

8. La otra fila, la del ascenso, era donde iban personas con rostro beatífico, serias, con hábitos, parejas recién matrimoniadas, integrantes de los ejércitos de salvación, el clero con su ropa lujosa, y yo, sí, yo, los monaguillos con la casaca blanca y roja que yo usaba en las misas, y en la parte de mero delante iban santos vestidos de blanco, que llegaban hasta un Dios sentado en un mullido y lujoso trono rodeado por ángeles y arcángeles. En mi mente se armaba la confusión, la pena y culpa, porque mi cerebro era nido de ideas de felicidad coincidentes con los rostros de los que iban al infierno, pero mi alma se agitaba con el miedo de que fueran ideas equivocadas que me llevarían sin duda a estar en el fuego eterno del infierno. Ay, no. Afortunadamente en la escuela primaria y luego secundaria fui escuchando y leyendo sobre otras ideas que fueron conformando mi pensamiento, otras teorías, otras hipótesis, otra manera de ver la vida. La tierra es redonda y gira alrededor del sol. En la noche las estrellas ennlonaltontitilan. Ya nonlanquiero, es cierto, pero tal vez la quiero...

9.  Contaré otro poco del libro "El forastero misterioso". Peter era el nombre del cura bueno caído en desgracia y que estaba a punto de perder su casa hipotecada. Satanás niño les dice a los amigos (recordemos que estaban jugando en un camino) que se acerca el cura Peter. Ellos no lo ven aún. Entonces el niño Satanás les dice que se va y luego vuelve. Y pum, desaparece. Se acerca el cura desarrapado, y luego de saludarlos, les dice que ha perdido su cartera con algunas monedas que tiene, que si no la han visto. Y no, pues no la han visto. De pronto, como.magia,  miran todos la cartera perdida. El cura la toma y la siente pesada. Revisa al interior y tiene muchas monedas de oro. Pero como es cura honrado dice que esas no son de él, y no las quiere agarrar. Al fin lo convencen que las tome, que ellos son testigos que no las robó. Y con eso le da para pagar al usurero la hipoteca y salvar su casa y comer bien, El oro en su bolso es obra buena del muchacho Satán.

10. Mis padres murieron, ella, Leonardo, en 2001, él,  Don Jaun, en 2016. Tuvieron muerte en buena edad, sin llegar a las dificultades penosas de la vejez, cuando te tienen que alimentar porque no puedes, te tienen que lavar porque tampoco puedes. En resumen: dependen de los demás para seguir viviendo ya sin existir, cuando se ha dejado de ser la persona que se era, y quedan solo restos con corazón aún palpitante. Si ese cuadro del que hablo, que gobernó mi casa desde mi infancia, es cierto, mis padres van en la primera fila, la que asciende. Y si no existe todo lo que en ese cuadro plantea (porque las lecturas me han hecho no solo dudar, sino afirmar que fue una ilustración pedagógica de la iglesia para que los analfabetos pudieran entender que se deberían portar bien para ir al cielo, y no disfrutar la vida única y fugaz, desperdiciando el tiempo en música, risas, fiestas, alegría), digo si no existe, yo vengo en la otra fila, convencido que el infierno lo hace quien odia, quien roba, quien explota el trabajo del hombre, quien miente contumaz y traiciona sin más, como una forma de vida.

11. Esta leyenda en versos tenía el cuadro que aludo en la parte de abajo, y era lo que más me preocupaba en mi despertar a la vida: "Carga, oh, mortal, la cruz del sacrificio/ Sígueme en el camino de la gracia/ que yo conduzco al cielo, aquel que el vicio/ juró odiar y evitar con fé y constancia/. Mas el que por sendero ancho camina/ e infeliz e insensato en su ignorancia/ gozar sin trabas piensa y determina/ pagará en el infierno tal audacia." 

12. Y la verdad que yo quería vivir y gozar. Y más interés -en la más mísera pobreza- le puse a mis estudios, a la lectura de libros primero de losmgratuitos de la escuela. Y luego a leer todos los libros que puede y sigo ahora leyendo.

   

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