De muertos y lecturas
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Ahora que se acercan las fechas de los fieles difuntos, vean o lean Macario. En novela es del autor casi incógnito o anónimo B. Traven. En película, basada en la novela, actúa el gran primerísimo actor Ignacio López Tarso, ni más ni menos. Se disfruta, se aprende, se fortalece la raíz mexicana en la manera en que vemos la muerte, como personaje, como hecho definitivo, no definitivo, como fiesta, descanso, diálogo, como silencio.
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Cuando llegaba a un grupo escolar nuevo, en la primera semana llevaba más de veinte libros en la promoción de lectura, y uno de ellos era precisamente ese el de Macario. Esto sucedía principalmente en jueves o viernes. Llegaba, ponía los libros parsimoniosamente en el escritorio o mesita en función de escritorio (lo que hubiera). Ellos se quedaban con los ojos bien abiertos. Y durante la mañana no tocaba el tema. En el recreo algunos se acercaban a verlos más de cerca. Yo los observaba solamente. Algún intrépido se atrevía a tomar uno. Y a preguntar. "Antes de la salida les digo", era mi respuesta.
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Y sí, antes de la salida, digamos una media hora antes de que sonara el liberador timbre o campana, les empezaba a contar (como cuentacuentos) la novela Macario, de Traven. "Había una vez un leñador, muy pobre que tenía una familia grande, esposa y once hijos, estos de estatura como teclas de marimba, de edad entre uno y once años. Vivían en una casa de campo. El leñador se llamaba Macario y todas las mañanas salía a trabajar. "¿EN qué trabajaba?" "De leñador", respondían los alumnos a coro. Cada vez que regresaba cansado, con su carga de leña a la espalda, tenía mucha hambre y preguntaba a su esposa "¿qué vamos a comer hoy?" Y la esposa invariablemente le contestaba "frijoles". Todos los días lo mismo.
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Solo que Macario tenía un sueño, que ya se lo había comentado a su esposa que era comerse un pavo él solito. Así que regresaba cansado todos los días. Preguntaba lo que iba a comer y su esposa invariablemente le respondía ¿qué? Y los alumnos responden a coro "frijoleeees". Pero sucedió un día que la respuesta no fue frijoles, sino "un pavo". Y esto porque como todas las mujerescasadas, así como sus madres iba ahorrando de poco en poco, hasta que alcanzó para comprarle un pavo a su esposo Macario y pudo darle la sorpresa y gusto. Un pavo para él solito.
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Tan pronto sacó el pavo, los hijos ¿cuántos eran? "onceee", responden a coro los alumnos... los hijos lo rodean esperanzados de que les iba a tocar un pedacito a cada uno. pero recordemos que el sueño de Macario era comerlo solito, así que la esposa los retira, y le dice que se lo vaya a comer en un claro del bosque, donde sacaba la leña.
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Y así fue. Macario tomó su pavo y machete que le sirviera de cuchillo. Y se fue a un claro del bosque donde se acomodó sentándose en un tronco de árbol derribado, y se dispuso a empezar a comer el pavo. Tan pronto le iba a dar una mordida a una pierna cuando sintió pasos de caballo, volteó a ver y vio que era un charro ricamente ataviado con su traje correspondientes y botonadura de oro. Y le dijo: "Macario, tengo hambre dame un pedazo de tu pavo. Macario le respondió que no, que su esposa se lo había comprado y guisado para que lo comiera él solo. El charro insistió, y hasta le ofreció darle a cambio dos o tres botones de oro a cambio de una pierna del pavo, y con esos botones se podía comprar diez pavos. Macario respondió a cada intento con un "no" rotundo.
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El charro se fue. Y Macario se dispuso a darle la primer mordida, que aún no se la había dado, cuando sintió pasos que se arrastraban. Volteó y era un viejito de barba blanca y encorvado que usaba bastón para caminar. Y lo mismo, le dijo que tenía hambre y que si le podía dar un pedazo. Macario respondió que no. Y el viejito insistió con el argumento de que él no podía trabajar para ganar la comida por sí mismo. Y Macario le respondió que no, con el mismo argumento que le dió al charro. El viejito se fue.
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Y de nuevo, iba a darle una mordida al pavo, cuando escuchó de nuevo pasos. Volteó y vio que era una mujer guapa, con vestido cortito que dejas ver sus bien torneadas piernas. Joven y guapa, sonriente. Y le pide a Macario igual que el charro y el viejito, una parte del pavo porque tiene hambre.
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La pregunta al grupo: "¿y qué creen que le respondió Macario?" Todos los alumnos en coro contestan que "no". Pues al contrario, a ella le dijo que "sí", y hasta le dio la mitad. Los alumnos decepcionados con la respuesta de Macario se preguntan por qué. Mi respuesta la da Macario cuando la mujer le dice que vió que al charro le dijo que no, y al viejito lo mismo le dijo que no. "¿Y por qué a mí sí?", le pregunta la guapa mujer. "Ah, porque tú eres la muerte. El primero, el charro era el diablo, y él no necesita comida. El segundo, el viejito, era Dios, tampoco necesita comida. Y tú eres la muerte. Si no te doy, me llevas y no como nada. Y si te doy la mitad, mientras tú comes, yo también como, aunque sea la mitad".
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Aquí interrumpo mi plática promotora y motivadora de lectura. Y tomo el libro Macario del escritorio o mesita, y les digo que eso que les conté es una novela, que ese es el libro, que se llama Macario, y preguntó quién se quiere llevar ese libro para que se entere qué es lo que sigue, porque aún sigue con el regalo que le hace la muerte agradecida conque Macario le haya dado la mitad del pavo. Y casi todos los alumnos levantan la mano.
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Cundo se entrega el libro al que lo va a llevar a su casa con las sugerencias de cuidado, ya varios alumnos levantan la mano para dar una opinión. Y dicen que esa novela la pasan en película en la televisión y ya la han visto. Ya el día previo al inicio del "puente" laboral, llevo la película y la vemos entre todos. Y de regreso del "puente" llevo la película Coco, para lo mismo, y estas actividades dentro de la planeación del Cine club que echo a andar en mi grupo y en lo posible en la escuela. Fin.
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