Mi amorío

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Es reciente mi amorío con el beisbol,  pero es intenso, y mucho. Es de esos que desde el inicio se jura qué será eterno. Data apenas de este 2021. Y todo empezó cuando los Olmecas,  equipo local de Tabasco, y que juega en la liga mexicana, pasó a los play offs de la división sur. 
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Pasó a las series finales, y como esos amores intensos quita mucho tiempo, me dije: cuando los
eliminen, hasta allí le dejo. Le tocó jugar contra Yucatán. Y estos los eliminaron. Y Yucatán se enfrentó a Diablos de México. Y me dije: ya solo veré esta serie, ojalá que gane Yucatán, y allí le dejo. Y ganaron. El campeón del Sur se enfrentaría contra el del Norte, que eran Toros de Tijuana. 
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Y me dije. Ya solo veré esta final. Lo comenté con una amiga de Tijuana, a la que no le gusta el beisbol. Y Los Toros de ese lugar iban perdiendo los tres primeros juegos de la serie, sería difícil que remontaran. Pero yo estaba seguro que hasta allí quedaría mi amorío, breve, pero intenso con el beisbol, como de película. Finalmente Toros ganó, se convirtió en el campeón, y me dije hasta aquí llegó este martirio, que es todo amor intenso, arrebatado, tóxico.
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Yo cada vez que escribo o hablo sobre el beisbol, rindo homenaje sencillo y humilde a la familia Maldonado Villarreal, de Matamoros, que toda su vida desde niños han practicado su amor intenso con este deporte al que llaman, y creo que bien, "el rey de los deportes". De ello me enteré  por uno de sus integrantes, por Cristóbal, que fue mi compañero de escuela en la escuela Normal, donde estudiamos para maestros de escuela. Cuando yo pasaba por su casa, me asomaba a una bodeguita donde tenían todos sus implementos que se utilizan para la práctica de este deporte: guantes, pelotas, bates, principalmente. Y me sorprendía gratamente, y crecía mi admiración por ellos.
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Los tres más grandes Cristóbal, Ignacio y Francisco. A Pancho también lo conocí porque asimismo estudió para maestro de escuela. Por cierto cuando Francisco egresó le tocó su plaza creo que en Durango, pero en lo más intrincado de la cadena montañosa, de tal manera que solo podía llegar en avioneta, pero esa es otra historia, que cuando me tome café con él le voy a pedir que me platicar platique..  Cada fin de semana tenían sus partidos. Asimismo eran muy buenos para voleibol (lo siguen siendo, con seguridad) Los más chicos los recuerdo igual solo que tuve menos trato con ellos por la diferencia de nuestras edades: Poncho, Carlos y Toño; entre todos ellos, una mujer, Laurita (Foto). Y mis mejores recuerdos de sus padres, Doña Petra y Don Cristóbal Sr (qepd).
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Les decía que al ganar Toros de Tijuana y finalizar la serie nacional mexicana, le pensaba dejar hasta allí, pero luego vinieron los Juegos Olímpicos de Tokio. Y aunque no lograba sintonizar los juegos de la selección mexicana, sabía que los partidos donde jugaría Estados Unidos o Japón, China Taiwan, serían muy buenos partidos. Y más que la final de oro fueron precisamente con esos equipos. Dos estilos muy diferentes. La inteligencia, calma y estrategia del equipo nipón. Y la fuerza del macho cabrío de los Estados Unidos. Los japoneses utilizando el toque de bola cuando iban al bateo con un hombre en base y sin outs. Los estadounidenses a batazo fuerte casi siempre. Finalmente Japón se impuso 2-0, con sus jugadores menos fuertes, pero divirtiéndose. El caso es que me dije: hasta aquí dejo mi amorío con el beisbol.

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Pero en las noticias me enteré que en Sonora se iba a celebrar ni más ni menos que el campeonato mundial Sub 23 de beisbol. Y allí me tienen enganchado a la televisión viendo los partidos de los diezmados cubanos (por las deserciones), a la Dominicana, al equipo de Nicaragua, Panamá y por supuesto al de México. Y yo estaba seguro que hasta allí le iba a dejar. Yo había escuchado que realmente sí había amores eternos. Y aunque nos burlamos que esos duran muy poco. Los ve uno de la mano, melosos, a esos enamorados que juran y perjuran que será su amor por siempre. Aunque los vemos que terminan. Y así ando yo con el beisbol.

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Pero heme aquí esperando que empiece hoy martes 26 de octubre la llamada Serie "mundial" a las 7 de la noche, en la que se disputarán el trofeo de las "Grandes ligas" (de Estados Unidos) los equipos de Astros de la ciudad de Houston y los Bravos de Atlanta.   

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Se ha cuestionado sobre el nombre de la serie, que le llaman "mundial". Y si de discutir se trata, se suma uno a esa discutidera. Pero no, se trata de disfrutar el juego, sus innumerables jugadas, gane quien gane, aunque uno tenga sus favoritos.  Lo cierto es que a grosso modo esta es la cantidad de jugadores registrados en la Ligas mayores estadounidense de beisbol (LMB) en 2021: Dominicana: 98; Venezuela 64; Cuba 19; Puerto Rico: 18; México 10; Canadá 10; Japón 8; Colombia 6; Curazao 5;  Corea del Sur 6 Panamá 2; y los que siguen con 1: Alemania, Aruba, Australia,  Bahamas, Brasil, Hinduras, Holanda, Nicaragua y Taiwan.  De hecho yo creía que había más cubanos, por todo el escándalo mediático que se hace cuando un jugador de esa isla martiana se escapa o deserta. Y lo creía porque solamente el equipo Medias blancas tiene a cuatro como sus titulares: Y. Moncada; Luis Robert; J. Abreu y Y Grandal.


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El caso es que mi amorío con el beisbol ha seguido ya en estas series de campeonato de las ligas americana y Nacional de Estados Unidos. Vi completas las series de Astros contra Medias Rojas, y la de Dodgers contra Bravos de Atlanta. Y antes a quienes ellos eliminaron: Gigantes, Milwake, Medias blancas y no recuerdo quién mas. Lo que sí es que me dolió que el de Atlanta dejara fuera a los Dodgers, de los Ángeles, equipo que algunos neófitos como yo le vamos porque allí jugó el mítico Fernando Valenzuela a principios de los años 80 del siglo pasado. Y juega actualmente lanzando bola Urías, que en su última salida le dieron hasta con la cubeta.

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Ahora con las redes nos permite avisar con una foto que estamos en sintonía con otras personas que están viendo el beisbol, el mismo partido que nosotros. Y entonces surge una corriente de solidaridad o antagonismo amistoso, si le vamos a distintos equipos. En Reynosa los ha estado viendo Raúl Martínez Palacios, que me ha invitado a visitarlo, y no dude que en una de mis visitas a la frontera lo haré, para unas carnitas asadas, y quizá un partido por tele.

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Yo en alguna ocasión compré un guante de beisbol (mascota le dicen por acá). pero tan malo soy que la lanzo a tres metros de altura sobre mi cenit, y al cargarla se me cae. Por eso entiendo los errores que cometen los jugadores de los partidos profesionales cuando cometen un error..

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En la casa de Cristóbal me gustaba ver las fotografías que tenían en la pared, y algunos recortes de periódicos, donde estaba alguno de ellos realizando una jugada que quedó fija en la fotografía y en la memoria de quienes vimos esas fotos, sea en la loma de los disparos, o en alguna posición.

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Yo me acuerdo una vez que vi jugar a Nacho, Maldonado creo que jugaba la 2a base, había corredor en su base, que se había despegado lo normal para esperar batazo y correr hacia tercera, cuando Nacho sigilosamente se fue acercando a la base por detrás del jugador contrario, cuando el pitcher sorpresivamente lanzó a segunda y lograron hacerle el out. Sí, beisbol es sagacidad, inteligencia, prudencia, calma, arrebato, inspiración, suerte, habilidad, condición y tantas otras cosas más. 


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Frente a mi casa tenemos un campito, al que a veces llega a jugar softbol Rafael Muñóz Navarro, compañero normalista, que igual radica por acá en Tabasco. Y nos saludamos. Me cuenta que cuando ha ido a Matamoros se enteraba dónde iba a jugar Cristóbal, en los equipos de 55 y mas, la liga senior, y una vez que estaba pitchando, empieza a gritarle Rafa: "pitcher maleta", pitcher maleta", y que Cristóbal ya fastidiado al escuchar que un aficionado le estaba gritando, volteó para identificarlo y hacerle un gesto de desagrado, y reconoció al gritón, y que se sonrió, porque se lo estaba diciendo de vacile, solo para hacerse notar, luego de más de treinta años de no verse.

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Sí, mi amorío es intenso por el beisbol. En cada lugar hay jugada. Sea que el pitcher mantiene a raya a los bateadores. Sea que estos dan batazos dentro o fuera del campo. Sea que hay jugadas muy apretadas en base, y a veces se van a la revisión de la jugada, y nosotros la hacemos de ampare espectador o revisor de la jugada porque nos la pasan desde varios ángulos y tenemos nuestro veredicto que la mayoría de las veces coincide con el equipo comisionado que las revisa y da su veredicto.

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Pero antes de despedirme de hoy que inicia la Serie mundial (ya sin comillas)  les cuento que he visto dos grandes partidos en vivo. Uno allá por el año 2003 en Cuba, en el Estadio latinoamericano de La Habana, donde jugaron el clásico de esa gran y bella ciudad, los equipos Barrio Habana con Industriales. Y en Villahermosa, en una serie de preparación de la sub 20, creo, como en 2009 las selecciones de Cuba con la de Estados Unidos. Maravillosos juegos. Sobretodo que las cubanas que nos acompañan, que saben mucho de beisbol como de cualquier otra cosa, saben que a uno de los jugadores, creo que Liván Hernández, en ese año lo andaba tratando de sonsacar algún pirata traficante para llevarlo con los Yankees, donde ya jugaba su hermano. Así me dijeron.

 

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Sí, intenso es mi amorío con el beisbol. No sé si ahora que termine la serie mundial vea la serie del caribe, o busque partidos viejos de equipos de Cuba, que se ponen muy buenos, porque ya los he visto. Mientras saludo a la maestra Ana Jenner, que escribió que anda decepcionada del entrenador de los Dodger, y con mucha razón estimada maestra, y saludo a Isabelino Pacheco, que es aficionado de hueso colorado a los partidos de beisbol, y a la promoción de la lectura, que en esto coincidimos mucho.

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Pero hoy 26 de octubre a las 7 estará el grito de play boy, digo de ¡¡play ball!. 

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